jueves, 11 de agosto de 2016

Santa Clara, Virgen

Lectura Patrística
Atiende a la pobreza, la humildad y la caridad de Cristo

Santa Clara, virgen
De la carta a la beata Inés de Praga (Escritos de santa Clara, edición Ignacio Omaechevarría, Madrid 1970, pp. 339-341)
Dichoso, en verdad, aquel a quien le es dado alimentarse en el sagrado banquete y unirse en lo íntimo de su corazón a aquel cuya belleza admiran sin cesar las multitudes celestiales, cuyo afecto produce afecto, cuya contemplación da nueva fuerza, cuya benignidad sacia, cuya suavidad llena el alma, cuyo recuerdo ilumina suavemente, cuya fragancia retornará los muertos a la vida y cuya visión gloriosa hará felices a los ciudadanos de la Jerusalén celestial: él es el brillo de la gloria eterna, un reflejo de la luz eterna, un espejo nítido, el espejo que debes mirar cada día, oh reina, esposa de Jesucristo, y observar en él reflejada tu faz, para que así te vistas y adornes por dentro y por fuera con toda la variedad de flores de las diversas virtudes, que son las que han de constituir tu vestido y tu adorno, como conviene a una hija y esposa castísima del Rey supremo. En este espejo brilla la dichosa pobreza, la santa humildad y la inefable caridad, como puedes observar si, con la gracia de Dios, vas recorriendo sus diversas partes. 
Atiende al principio de este espejo, quiero decir a la pobreza de aquel que fue puesto en un pesebre y envuelto en pañales. ¡Oh admirable humildad, oh pasmosa pobreza! El Rey de los ángeles, el Señor del cielo y de la tierra es reclinado en un pesebre. En el medio del espejo, considera la humildad, al menos la dichosa pobreza, los innumerables trabajos y penalidades que sufrió por la redención del género humano. Al final de este mismo espejo, contempla la inefable caridad por la que quiso sufrir en la cruz y morir en ella con la clase de muerte más infamante. 
Este mismo espejo, clavado en la cruz, invitaba a los que pasaban a estas consideraciones, diciendo: Vosotros, los que pasáis por el camino, mirad, fijaos: ¿Hay dolor como mi dolor?Respondamos nosotros, a sus clamores y gemidos, con una sola voz y un solo espíritu: No hago más que pensar en ello, y estoy abatido. De este modo, tu caridad arderá con una fuerza siempre renovada, oh reina del Rey celestial. 
Contemplando, además, sus inefables delicias, sus riquezas y honores perpetuos, y suspirando por el intenso deseo de tu corazón, proclamarás: «Arrástrame tras de ti, y correremos atraídos por el aroma de tus perfumes,esposo celestial. Correré sin desfallecer, hasta que me introduzcas en la sala del festín, hasta que tu mano izquierda esté bajo mi cabeza y tu diestra me abrace felizmente y me beses con los besos deliciosos de tu boca». Contemplando estas cosas, dígnate acordarte de esta tu insignificante madre, y sabe que yo tengo tu agradable recuerdo grabado de modo imborrable en mi corazón, ya que te amo más que nadie.
R/. Se consumen mi corazón y mi carne por Dios, mi lote perpetuo.
V/. Lo perdí todo, con tal de ganar a Cristo y existir en él.
R/. Por Dios, mi lote perpetuo.

domingo, 24 de abril de 2016

SAN JORGE

SAN JORGE, Mártir. /  SANCTI GEORGII Martyris.
23 de Abril / Die 23 Aprilis.  Nono Kalendas Maji. 

EL MÁRTIR. — Se nos propone hoy a San Jorge como el valeroso campeón de Cristo resucitado.

La Iglesia oriental, que le llama el gran Mártir, introdujo pronto su culto en Occidente y la caballería cristiana le ha amado y honrado corno uno de sus más queridos patronos. La Iglesia no lee en el oficio de Maitines la leyenda de San Jorge, sino simplemente un pasaje de San Cipriano sobre los combates de los mártires. En efecto, el decreto sobre los libros apócrifos atribuido al Papa San Gelasio, menciona entre los libros no recibidos las Actas de San Jorge, redactadas por un autor herético. Más modernamente se han encontrado unas Actas escritas en griego, a las que al principio se creyó debía darse mayor crédito, pero que al fin han resultado también desprovistas de autoridad. Sin embargo de eso, se puede afirmar que San Jorge padeció por la fe antes de Constantino en Lidda, ciudad de Palestina, hacia el año 303. Su martirio es confirmado por el culto que se le ha tributado por lo menos desde el siglo V. 

Su CULTO. — Comenzó en Oriente. La ciudad en que padeció el martirio se llamó ciudad de San Jorge, y en ella se levantó una basílica en su honor. Musulmanes y cristianos creen que sus reliquias descansan en la cripta colocada debajo del altar. En Egipto tuvo dedicadas 40 iglesias y tres monasterios. En las Galias el rey Clodoveo, muerto en 512, construyó un monasterio y le dió el nombre de San Jorge, y San Germán de Parías (+ 576) propagó mucho su culto. Santa Clotilde le tuvo una devoción particular y le dedicó la iglesia de su querida abadía de Chelles. Pero este culto alcanzó su mayor esplendor en la época de las Cruzadas, cuando nuestros caballeros fueron testigos de la veneración que los pueblos de Oriente tenían a San Jorge, y oyeron narrar las maravillas de su auxilio en los combates. Los historiadores bizantinos cuentan muchos casos notables, y los mismos cruzados no tardaron en experimentar los efectos de la confianza que habían puesto en el auxilio de este poderoso conductor de los ejércitos cristianos. La república de Génova le nombró su patrono y la de Venecia le honró, después de San Marcos, como su protector especial. Pero no lia habido nación del mundo católico que haya sobrepasado a Inglaterra en la devoción tributada a San Jorge. No solamente un Concilio nacional tenido en Oxford en 1222, ordenó que la fiesta del gran mártir se celebrase como de precepto en toda Inglaterra; no solamente el culto del valeroso soldado de Cristo fué profesado en la gran Bretaña por los primeros reyes normandos, sino que hay razones para sostener, como lo atestiguan los monumentos anteriores a las invasiones de Guillermo el Conquistador, que la devoción particular de la nación inglesa hacia San Jorge, le era tributada desde los siglos ix y x como a un protector particular. Eduardo III no hizo sino manifestar el sentimiento piadoso de su nación para con el celestial guerrero, cuando colocó debajo de su patrocinio la insigne orden de la Jarretera, que fundó en 1330. También debemos hacer mención de la orden militar de San Jorge que estableció Federico III en Alemania en 1468.

ICONOGRAFÍA. — A San Jorge se le representa montado en un dragón, y librando con este acto de valor a una princesa a la que el monstruo iba a devorar. Esta escena de la que el arte ha sabido sacar un gran partido, es puramente simbólica y tiene su origen en los monumentos iconográficos bizantinos. Significa el triunfo que San Jorge obtuvo sobre el demonio por su generosa confesión. La princesa representa a Alejandra, a quien la constancia del mártir conquistó a la fe. Ni en las Actas de San Jorge, ni en los himnos de la liturgia griega, se hace mención del dragón con que luchó el mártir, ni tampoco de la princesa a quien libró de un peligro temporal. Esta fábula sólo circuló en Occidente a partir del siglo XIV, y su origen viene de la interpretación demasiado naturalista de las efigies consagradas a San Jorge por los griegos, y que se introdujeron en nuestras iglesias al final de las Cruzadas.

PLEGARIA POR LA MILICIA TEMPORAL.— ¡Oh San Jorge, eres la honra de la milicia cristiana! El servicio del príncipe temporal no te hizo olvidar tus obligaciones para con el rey del cielo. Derramaste tu sangre por la fe de Cristo, y en recompensa él te ha constituido jefe y guía de los ejércitos cristianos. Sé su sostén ante las filas enemigas, y concede la victoria a los defensores de la causa justa. Protégelos debajo de tu estandarte, cúbrelos con tu escudo y esparce el miedo delante de ellos. El Señor es el Dios de los ejércitos, y la guerra entra a veces en los planes de su Providencia, ya en vista de su justicia, ya en la de su misericordia. Jefes y soldados tienen necesidad del auxilio celestial. Al hacer la guerra, parecerá a veces que hacen la obra del hombre, mientras que en realidad hacen la de Dios. Por esta razón son más accesibles que los demás hombres a los sentimientos generosos, y por eso mismo su corazón es más religioso. El sacrificio, el peligro, los eleva sobre ellos mismos; también los soldados tienen su lugar distinguido entre los fastos de los mártires. Vela por el ejército de nuestra patria. Hazle tan cristiano como valeroso; sabemos que no han puesto en vano en ti sus esperanzas los hombres de guerra.

PLEGARIA POR LA MILICIA ESPIRITUAL. — En la tierra no sólo existe milicia temporal; hay otra en la que están alistados todos los fieles de Cristo. San Pablo, hablando de todos nosotros, ha dicho: "que no serán coronados sino los que lucharen legítimamente" (
I Tim., II, 5. ). Hemos de contar con la lucha en este mundo, si escuchamos las exhortaciones del mismo Apóstol: "Cubrios con la armadura de Dios, nos dice, para que podáis resistir los ataques del diablo. Tomad por cinturón la verdad, por coraza la justicia, por calzado la resolución de andar por el camino del Evangelio, por escudo la fe, por casco la esperanza de la salvación y por espada la palabra de Dios" (Eph., VI, 13-17. ). ¡Somos, pues, guerreros como tú! Nuestro Jefe divino resucitado, antes de subir al cielo quiere pasar revista a su ejército; preséntanos a El. Nos ha admitido en las filas de su guardia, a pesar de nuestras infidelidades pasadas; a nosotros por tanto corresponde hacernos dignos de tal honor. La prenda de la victoria la tenemos en la Eucaristía, ¿cómo nos hemos de dejar vencer? Vela por nosotros, ¡valiente guerrero! Que tus oraciones nos ayuden mientras tus ejemplos nos animan a luchar como tú contra Satanás. Cada pieza de nuestra armadura le es temible; el mismo Jesús la ha preparado para nosotros y la ha templado en su sangre; da fuerzas a nuestro valor, para que podamos como tú, presentársela entera, el día en que nos invite a su descanso eterno.

PLEGARIA POR TODA LA CRISTIANDAD. — La cristiandad entera tiene necesidad de que te acuerdes de los homenajes que te prodigó en otros tiempos. Por desgracia la antigua piedad hacia ti se ha enfriado, y para muchos cristianos tu fiesta pasa inadvertida. No te ofendas por ello, ¡oh santo mártir!, imita a tu Maestro que hace salir su sol sobre los buenos y malos. Tén piedad de este mundo en medio del cual ha sido sembrado el error, y que en este momento se agita en convulsiones terribles. Mira con compasión a Inglaterra, que ha sido seducida por el dragón infernal. Los antepasados te lo piden desde el cielo, ¡oh poderoso guerrero!; sus hijos te suplican desde la tierra. En nombre de Jesús resucitado te conjuramos ayudes a la resurrección de un pueblo que fué tuyo.

(Fuente: Año Litúrgico. Dom Prospero Gueranger, Abad de Solesmes )-
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- MEDITACIÓN SOBRE EL PERFECTO SOLDADO DE JESUCRISTO: Natalis sancti Georgii  Martyris, cujus illustre martyrium inter Martyrum coronas Ecclesia Dei veneratur.

Combate valerosamente por la fe, conquista la vida eterna para la cual fuiste llamado. (1 Timoteo, 6, 12).

I. San Jorge fue fiel a Jesucristo. El emperador no escatimó promesas, ni amenazas, ni tormentos para relajar su fidelidad; con todo, nada fue capaz de hacerla vacilar. ¿Cómo soportas tú los sufrimientos? ¿Si se pusiese a prueba tu fidelidad, preferirías antes perder bienes, honores y vida, que la fe? ¡Ay! una palabra te espanta, la prosperidad de un día te hace olvidar a Dios. ¿Como resistirías la cólera de los tiranos, tú que no puedes resistir las burlas de un amigo? (San Jerónimo) .

II. El santo fue tan valiente como fiel, pues no retrocedió ante los más crueles suplicios cuando se trató de defender la causa de Jesucristo. A ti la menor dificultad te espanta, quieres ser santo, pero a condición de sustraerte a las dificultades que se encuentran en el camino de la santidad. Mucho ardor pones en hacer triunfar tus proyectos y empresas; ¿acaso hay un proyecto, una empresa más importante que la de tu salvación?

III. La perseverancia es la virtud que debe asegurar tu salvación. Olvídate, pues, de las obras pasadas; considera lo que te falta para hacer; piensa en la corona que te espera, en Dios que es testigo de tus trabajos, en la eternidad que es la recompensa de estos, y no te costará tanto sufrir. ¿Cuál es el santo que ha sido coronado sin pasar por la tribulación? Indaga, y verás que todos han sufrido adversidad. (San Ambrosio).

La fidelidad a Dios
Orad por los que son tentados.

ORACIÓN
Oh Dios, que para regocijar nuestras almas nos ofrecéis los méritos y la intercesión del bienaventurado mártir Jorge, concedednos, por vuestra gracia, las mercedes que os pedimos por su intermedio. Por J. C. N. S. Amén.
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- SANCTA MISSA: SANCTI GEORGII. Martyris. Commemoratio.

- ANT. AD INTROITUM. Ps. 63, 3.
Protexísti me, Deus, a convéntu malignántium, allelúia : a multitúdine operántium iniquitátem, allelúia, allelúia.
Ps. Ibid., 2.
Exáudi, Deus, oratiónem meam, cum déprecor : a timóre inimíci éripe ánimam meam.
V/. Glória Patri.

- ORATIO.
Deus, qui nos beáti Geórgii Mártyri tui méritis et intercessióne lætíficas : concéde propítius ; ut, qui tua per eum benefícia póscimus, dono tuæ grátiæ consequámur. Per Dóminum.

- LÉCTIO Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Timótheum.
2. Tim. 2, 8-10 ; 3, 10-12.
Caríssime : Memor esto, Dóminum Iesum Christum resurrexísse a mórtuis ex sémine David, secúndum Evangélium meum, in quo labóro usque ad víncula, quasi male óperans : sed verbum Dei non est alligátum. Ideo ómnia sustíneo propter eléctos, ut et ipsi salútem consequántur, quæ est in Christo Iesu, cum glória cælésti. Tu autem assecútus es meam doctrínam, institutiónem, propósitum, fidem, longanimitátem, dilectiónem, patiéntiam, persecutiónes, passiónes : quália mihi facta sunt Antiochíæ, Icónii et Lystris : quales perseditiónes sustínui, et ex ómnibus erípuit me Dóminus. Et omnes, qui pie volunt vívere in Christo Iesu, persecutiónem patiéntur.

Allelúia, allelúia. V/. Ps. 88, 6. Confitebúntur cæli mirabília tua, Dómine : étenim veritátem tuam in ecclésia sanctórum.
Allelúia. V/. Ps. 20, 4. Posuísti, Dómine, super caput eius corónam de lápide pretióso. Allelúia.

- EVANGELIUM+ Sequéntia sancti Evangélii secúndum Ioánnem.
Ioann. 15, 1-7.
In illo témpore : Dixit Iesus discípulis suis : Ego sum vitis vera : et Pater meus agrícola est. Omnem pálmitem in me non feréntem fructum, tollet eum : et omnem, qui fert fructum, purgábit eum, ut fructum plus áfferat. Iam vos mundi estis propter sermónem, quem locútus sum vobis. Mane te in me : et ego in vobis. Sicut palmes non potest ferre fructum a semetípso, nisi mánserit in vite : sic nec vos, nisi in me manséritis. Ego sum vitis, vos pálmites : qui manet in me, et ego in eo, hic fert fructum multum : quia sine me nihil potéstis fácere. Si quis in me non mánserit, mittétur foras sicut palmes, et aréscet, et cólligent eum, et in ignem mittent, et ardet. Si manséritis in me, et verba mea in vobis mánserint : quodcúmque voluéritis, petétis, et fiet vobis.

- ANT. AD OFFERTORIUM. Ps. 88, 6.
Confitebúntur cæli mirabília tua, Dómine : et veritátem tuam in ecclésia sanctórum, allelúia, allelúia.

- SECRETA
Múnera, Dómine, obláta sanctífica, et, intercedénte beáto Geórgio Mártyre tuo, nos per hæc a peccatórum nostrórum máculis emúnda. Per Dóminum.

- ANT. AD COMMUNIONEM. Ps. 63, 11.
Lætábitur iustus in Dómino, et sperábit in eo : et laudabúntur omnes recti corde, allelúia, allelúia.

- POSTCOMMUNIO
Súpplices te rogámus, omnípotens Deus : ut, quos tuis réficis sacraméntis, intercedénte beáto Geórgio Mártyre tuo, tibi étiam plácitis móribus dignánter tríbuas deservíre. Per Dóminum.

(Las misas votivas fuera de Pascua, Missa In virtúte, común un mártir 3, con las oraciones anteriores Oratio, Secreta,Postcommunio)
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- OTROS SANTOS DEL DIA:

- In vico Tenkitten, ad sinum Venedicum, in Borussia, item natalis sancti Adalberti, Episcopi Pragensis et Martyris, qui Polonis et Hungaris Evangelium praedicavit.
(San Adalberto, Obispo y Mártir)

- Valentiae, in Gallia, passio sanctorum Martyrum Felicis Presbyteri, Fortunati et Achillei Diaconorum. Hi, cum fuissent a beato Irenaeo, Lugdunensi Episcopo, missi ad praedicandum verbum Dei, et maximam illius civitatis partem ad Christi fidem convertissent, a Duce Cornelio sunt in carcerem trusi; deinde, diutissime verberati, cruribusque confractis, circa rotarum vertiginem stricti, fumum quoque in equulei  suspensione perpessi; ad extremum gladio consummati sunt.
(Santos Mártires Félix Presbítero, Fortunato y Aquiles Diáconos)

- Mediolani sancti Maroli, Episcopi et Confessoris.
(San Marolo, Obispo y Confesor)

- Tulli, in Gallia, Sancti Gerardi, ejusdem civitatis Episcopi.
(San Gerardo, Obispo)

- Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.
Et alibi aliorum plurimorum sanctorum Martyrum et Confessorum, atque sanctarum Virginum. R. Deo gratias.

jueves, 7 de abril de 2016

Viaje a Tierra Santa

* Hoteles Turista Superior 4* en ciudad 

*   26 desayunos Buffet en los hoteles 

*   24 cenas con agua y vino en España y Francia excepto en Suiza y Tierra santa que llevara solo el agua 

*   5 comidas 

*   Seguro de viaje con la compañía Aeon Taed 

*   Autocar de lujo para todo el recorrido 

*   Transfer de Aeropuerto y asistencia 

*   Guía acompañante durante todo el recorrido. 

*   Bolsa de Viaje 

*   Identificador para las Maletas 

*   Billetes Aéreos: 
    1. México D.F / Sevilla 

    2. Zúrich / Tel Aviv 

    3. Tel Aviv / Madrid 

    4. Madrid / México D.F 

*   Tasas Aéreas 

*   Visitas con guía local: 
Sevilla / Granada / Valencia/ Barcelona / Aviñón/ Ginebra/ Berna/ Lucerna/ Zúrich/ Madrid/ Interlaken /Lausane / Peñiscola.
Todos los lugares marcados en Tierra Santa 

*   Visitas con guía local y entradas incluidas: 

o Córdoba/ Segovia / Toledo / Valle de los Caídos 
 Otras Visitas y entradas:
o Espectáculo Flamenco en Granada / Acuario de Valencia / Monte Pilatos / Catedral y Alcázar de 
Segovia / Mezquita de Córdoba /Alhambra de Granada / Funicular y tren en Monte Pilatos. o Todas las entradas y lugares marcados en Tierra Santa
o Funicular hasta el monte de las Tentaciones y fuente de Eliseo 


Informese con la Sra. Laura Lozada al celular No. (222) 167 9342

miércoles, 3 de febrero de 2016

El discernimiento de espíritus se adquiere por el gusto espiritual

Lectura Patrística
El discernimiento de espíritus se adquiere por el gusto espiritual

Diadoco de Foticé
Capítulos sobre la perfección espiritual 6.26.27.30
El auténtico conocimiento consiste en discernir sin error el bien del mal; cuando esto se logra, entonces el camino de la justicia, que conduce al alma hacia Dios, sol de justicia, introduce a aquella misma alma en la luz infinita del conocimiento, de modo que, en adelante, va ya segura en pos de la caridad. 
Conviene que, aun en medio de nuestras luchas, conservemos siempre la paz del espíritu, para que la mente pueda discernir los pensamientos que la asaltan, guardando en la despensa de su memoria los que son buenos y provienen de Dios, y arrojando de este almacén natural los que son malos y proceden del demonio. El mar, cuando está en calma, permite a los pescadores ver hasta el fondo del mismo y descubrir dónde se hallan los peces; en cambio, cuando está agitado, se enturbia e impide aquella visibilidad, volviendo inútiles todos los recursos de que se valen los pescadores. 
Sólo el Espíritu Santo puede purificar nuestra mente; si no entra él, como el más fuerte del evangelio, para vencer al ladrón, nunca le podremos arrebatar a éste su presa. Conviene, pues, que en toda ocasión el Espíritu Santo se halle a gusto en nuestra alma pacificada, y así tendremos siempre encendida en nosotros la luz del conocimiento; si ella brilla siempre en nuestro interior, no sólo se pondrán al descubierto las influencias nefastas y tenebrosas del demonio, sino que también se debilitarán en gran manera, al ser sorprendidas por aquella luz santa y gloriosa. 
Por esto, dice el Apóstol: No apaguéis el Espíritu, esto es, no entristezcáis al Espíritu Santo con vuestras malas obras y pensamientos, no sea que deje de ayudaros con su Luz. No es que nosotros podamos extinguir lo que hay de eterno y vivificante en el Espíritu Santo, pero sí que al contristarlo, es decir, al ocasionar este alejamiento entre él y nosotros, queda nuestra mente privada de su luz y envuelta en tinieblas. 
La sensibilidad del espíritu consiste en un gusto acertado, que nos da el verdadero discernimiento. Del mismo modo que, por el sentido corporal del gusto, cuando disfrutamos de buena salud, apetecemos lo agradable, discerniendo sin error lo bueno de lo malo, así también nuestro espíritu, desde el momento en que comienza a gozar de plena salud y a prescindir de inútiles preocupaciones, se hace capaz de experimentar la abundancia de la consolación divina y de retener en su mente el recuerdo de su sabor, por obra de la caridad, para distinguir y quedarse con lo mejor, según lo que dice el Apóstol: Y ésta es mi oración: Que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores.
R/. Bendice al Señor Dios en todo momento, y pídele que allane tus caminos y que te dé éxito en tus empresas y proyectos.
V/. Haz lo que le agrada, sinceramente y con todas tus fuerzas.
R/. Y que te dé éxito en tus empresas y proyectos.

jueves, 21 de enero de 2016

Lectura Patristica

Lectura Patrística
No tenía aún edad de ser condenada, pero estaba ya madura para la victoria

San Ambrosio, obispo
Del tratado sobre las vírgenes (Libro I, caps. 2.5.7-9: PL 16 [edición 1845], 189-191)
Celebramos hoy el nacimiento para el cielo de una virgen, imitemos su integridad; se trata también de una mártir, ofrezcamos el sacrificio. Es el día natalicio de santa Inés. Sabemos por tradición que murió mártir a los doce años de edad. Destaca en su martirio, por una parte, la crueldad que no se detuvo ni ante una edad tierna; por otra, la fortaleza que infunde la fe, capaz de dar testimonio en la persona de una jovencita.
¿Es que en aquel cuerpo tan pequeño cabía herida alguna? Y, con todo, aunque en ella no encontraba la espada dónde descargar su golpe, fue ella capaz de vencer a la espada. Y eso que a esta edad las niñas no pueden soportar ni la severidad del rostro de sus padres, y si distraídamente se pinchan con una aguja, se ponen a llorar como si se tratara de una herida.
Pero ella, impávida entre las sangrientas manos del verdugo, inalterable al ser arrastrada por pesadas y chirriantes cadenas, ofrece todo su cuerpo a la espada del enfurecido soldado, ignorante aún de lo que es la muerte, pero dispuesta a sufrirla; al ser arrastrada por la fuerza al altar idolátrico, entre las llamas tendía hacia Cristo sus manos, y así, en medio de la sacrílega hoguera, significaba con esta posición el estandarte triunfal de la victoria del Señor; intentaban aherrojar su cuello y sus manos con grilletes de hierro, pero sus miembros resultaban demasiado pequeños para quedar encerrados en ellos.
¿Una nueva clase de martirio? No tenía aún edad de ser condenada, pero estaba ya madura para la victoria; la lucha se presentaba difícil, la corona fácil; lo que parecía imposible por su poca edad lo hizo posible su virtud consumada. Una recién casada no iría al tálamo nupcial con la alegría con que iba esta doncella al lugar del suplicio, con prisa y contenta de su suerte, adornada su cabeza no con rizos, sino con el mismo Cristo, coronada no de flores, sino de virtudes.
Todos lloraban, menos ella. Todos se admiraban de que, con tanta generosidad, entregara una vida de la que aún no había comenzado a gozar, como si ya la hubiese vivido plenamente. Todos se asombraban de que fuera ya testigo de Cristo una niña que, por su edad, no podía aún dar testimonio de sí misma. Resultó así que fue capaz de dar fe de las cosas de Dios una niña que era incapaz legalmente de dar fe de las cosas humanas, porque el Autor de la naturaleza puede hacer que sean superadas las leyes naturales. 
El verdugo hizo lo posible para aterrorizarla, para atraerla con halagos, muchos desearon casarse con ella. Pero ella dijo:
«Sería una injuria para mi Esposo esperar a ver si me gusta otro; él me ha elegido primero, él me tendrá. ¿A qué esperas, verdugo, para asestar el golpe? Perezca el cuerpo que puede ser amado con unos ojos a los que no quiero».
Se detuvo, oró, doblegó la cerviz. Hubieras visto cómo temblaba el verdugo, como si él fuese el condenado; como temblaba su diestra al ir a dar el golpe, cómo palidecían los rostros al ver lo que le iba a suceder a la niña, mientras ella se mantenía serena. En una sola víctima tuvo lugar un doble martirio: el de la castidad y el de la fe. Permaneció virgen y obtuvo la gloria del martirio.
R/. Celebremos la festividad de santa Inés, recordemos su glorioso martirio: En su juventud venció a la muerte y encontró la vida.
V/. Pues amó únicamente al Autor de la vida.
R/. En su juventud venció a la muerte y encontró la vida.

martes, 12 de enero de 2016

Lectura Patristica

Lectura Patrística
Tenemos depositada en nosotros una fuerza que nos capacita para amar

San Basilio Magno
Regla mayor, respuesta 2,1
El amor de Dios no es algo que pueda aprenderse con unas normas y preceptos. Así como nadie nos ha enseñado a gozar de la luz, a amar la vida, a querer a nuestros padres y educadores, así también, y con mayor razón, el amor de Dios no es algo que pueda enseñarse, sino que desde que empieza a existir este ser vivo que llamamos hombre es depositada en él una fuerza espiritual, a manera de semilla, que encierra en sí misma la facultad y la tendencia al amor. Esta fuerza seminal es cultivada diligentemente y nutrida sabiamente en la escuela de los divinos preceptos y así, con la ayuda de Dios, llega a su perfección. 
Por esto, nosotros, dándonos cuenta de vuestro deseo por llegar a esta perfección, con la ayuda de Dios y de vuestras oraciones, nos esforzaremos, en la medida en que nos lo permita la luz del Espíritu Santo, por avivar la chispa del amor divino escondida en vuestro interior. 
Digamos, en primer lugar, que Dios nos ha dado previamente la fuerza necesaria para cumplir todos los mandamientos que él nos ha impuesto, de manera que no hemos de apenarnos como si se nos exigiese algo extraordinario, ni hemos de enorgullecernos como si devolviésemos a cambio más de lo que se nos ha dado. Si usamos recta y adecuadamente de estas energías que se nos han otorgado, entonces llevaremos con amor una vida llena de virtudes; en cambio, si no las usamos debidamente, habremos viciado su finalidad. 
En esto consiste precisamente el pecado, en el uso desviado y contrario a la voluntad de Dios de las facultades que él nos ha dado para practicar el bien; por el contrario, la virtud, que es lo que Dios pide de nosotros, consiste en usar de esas facultades con recta conciencia, de acuerdo con los designios del Señor. 
Siendo esto así, lo mismo podemos afirmar de la caridad. Habiendo recibido el mandato de amar a Dios, tenemos depositada en nosotros, desde nuestro origen, una fuerza que nos capacita para amar; y ello no necesita demostrarse con argumentos exteriores, ya que cada cual puede comprobarlo por sí mismo y en sí mismo. En efecto, un impulso natural nos inclina a lo bueno y a lo bello, aunque no todos coinciden siempre en lo que es bello y bueno; y, aunque nadie nos lo ha enseñado, amamos a todos los que de algún modo están vinculados muy de cerca a nosotros, y rodeamos de benevolencia, por inclinación espontánea, a aquellos que nos complacen y nos hacen el bien. 
Y ahora yo pregunto, ¿qué hay más admirable que la belleza de Dios? ¿Puede pensarse en algo más dulce y agradable que la magnificencia divina? ¿Puede existir un deseo más fuerte e impetuoso que el que Dios infunde en el alma limpia de todo pecado y que dice con sincero afecto: Desfallezco de amor? El resplandor de la belleza divina es algo absolutamente inefable e inenarrable.
R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
V/. Dios mío, peña mía, mi fuerza salvadora.
R/. Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.