jueves, 3 de abril de 2014

LECTIO DIVINA Fe a prueba de bombas

.INVOCATIO Busquen al Señor y serán fuertes. Busquen

siempre su rostro


LECTIO: Ex 32,7-14. Israel comete el pecado más abominable de la historia de la salvación: la

idolatría de un ternero de metal. Sal 105,19-23. Acuérdate de tus promesas, Señor. Jn 5,31-47. El testimonio de Jesús

son las obras de Dios Padre. Moisés y los profetas han escrito sobre Él.




MEDITATIO: Las lecturas de hoy tocan una tecla fundamental en el papel de

la fe del creyente. La fe genuina no es negociable, no pone condiciones, no

languidece por ninguna prueba bajo el sol. Todo lo contrario, se vincula a la

roca de Dios con lazo indisoluble, como la garra del águila toma a su presa,

como el anzuelo se clava a la boca del pez, como el taladro penetra el

hormigón. El libro del éxodo narra las peripecias del pueblo de Israel después

de su fuga de Egipto. El pueblo anda errante en la falda del monte Sinaí.

Moisés sube para encontrarse con el Señor cara a cara y en el ínterin la fe del

pueblo sucumbe pobre y rastrera. Moisés tarda, Dios parece haberlos abandonado

en medio del desierto, la soledad y el hambre. La tentación está servida en

bandeja de plata. Parece no haber de otra, mejor será hacerse un Dios carnero,

de metal y postrarse para adorarlo. Pronto se han apartado del camino señalado

por Yahvé, su corazón se ha vaciado de la voz del Señor, se ha pervertido y

postrado ante la imagen de la primera bestia de campo al alcance de la vista.

¡Qué bajo ha caído! pero no tanto si se piensa que la historia se repite y el

creyente del siglo XXI es pertinaz en la debilidad y se arrodilla frente a la

fascinación de la tecnología, el brillo del oro, la lisonja del placer carnal,

el encanto de la informática y abandona a su Dios en el frío de las sacristías

viejas. Pero, ¿qué es entonces de esa fe invencible y duradera más que el

diamante? Ninguna situación de contravención, ningún mal sobre la tierra,

ninguna enfermedad o catástrofe haría al creyente de cepa, abandonar a su Dios.

Por otra parte, todo el Antiguo Testamento tiene el único propósito de revelar,

en cada palabra, a la Palabra, al Verbo encarnado, a Jesús, el Hijo de Dios. No

hay ni una sola letra ni una coma que no diga relación al Mesías, el Cristo de

Dios. Los eventos se suceden para manifestar la necesidad irrefutable de un

Salvador que haga justicia al pueblo elegido, pero no cualquier salvador, el

enviado resultará el mismo Unigénito de Dios, en carne humana. Del éxodo, la

liturgia marca un salto al capítulo V de San Juan. El Mesías ya está ahí, el Esperado

se encuentra en medio de su pueblo y su testimonio son las obras que Papá Dios

le ha encomendado. Los judíos de entonces y en especial los fariseos y

escribas, no han ablandado el corazón. A veces idólatras, a veces quejumbrosos,

han sido educados en un monoteísmo férreo y eso de un Hijo de Dios en pellejo

humano no entra por sus sienes. Moisés y los profetas han hablado de Él, pero

ellos son doctores de la ley y Jesús es tan sólo el hijo del carpintero de

Nazaret. Mientras tanto el testimonio de Maestro no viene de sí mismo sino de

las obras de Dios Padre. El testimonio de Otro con mayúscula es verdadero y

merece la credibilidad. Después vendrá el don de la fe.




ORATIO:

Señor Jesús, estaría muy preocupado si no viera tu misericordia. Mi fe es muy débil,

me asalta la duda, me hacen titubear tantas enfermedades, me desconcierta tanta

maldad a mi alrededor. Tú no te complaces en la muerte del no creyente, sino en

que crea y viva. Confío en ti, me abandono a tu Providencia, me sostiene tu

misericordia. 




CONTEMPLATIO:  Una fe a prueba de bombas





ACTIO: Ejercicios de fe inquebrantable. La fe no es

sólo creer que Dios existe, es sobre todo creer en el camino que marca, en el

amor que demuestra, en la Palabra que habla, en la Providencia que nunca falla,

en la Misericordia que renueva.  1. Fe en

Dios ante un mundo tentador. El dinero, el placer, el poder, son los terneros

modernos de una idolatría camuflada. Dios mira desde la montaña. 2. Fe en Dios

ante la enfermedad implacable y desgastante. En la enfermedad, la medicina

provee el remedio, pero Dios toma el control absoluto cuando se acaban las

soluciones humanas. 3. Fe en Dios ante la inseguridad civil, ante la guerra,

ante las catástrofes. Dios es Padre y no se ha desentendido de nadie al poner

al hombre en un mundo frágil y pervertido. La fe es tabla de salvación en toda

circunstancia. 3. Fe en Dios ante los problemas cotidianos: el desvío de los

hijos, el desvío de los padres, la falta de medios económicos, la impotencia

ante las leyes injustas.  La fe no es

ajena a ninguna circunstancia del hombre. No es sólo para los domingos, ni es

un sombrero de fiesta, ni para las viejecitas desentonadas de la Iglesia de

pueblo.








                            

No hay comentarios.:

Publicar un comentario