miércoles, 18 de junio de 2014

LECTIO DIVINA Dos tercios del espíritu

INVOCATIO Escucha, Señor, la voz de mi clamor.

LECTIO: 2Rey 2,1,6-14. El Señor se llevó a Elías en un carro de fuego ante la
vista de Eliseo. Sal 30,20-21.24.
Sean fuertes los que esperan en el Señor. Mt 6,1-6.16-18. Cuando ores y ayunes, hazlo en secreto, no delante de los hombres.

MEDITATIO: El pasaje veterotestamentario está lleno de símbolos y de
palabra bíblicas como el arrebato al cielo de Elías; la imagen muestra cómo es
llevado al cielo. El anciano profeta sube a los cielos. Es una prefiguración de
Jesús, el Hijo de Dios que culmina el profetismo y toda la revelación divina.
El Señor asciende al cielo en una nube. En la mano tendría, tal vez,  la bandera con la cruz como símbolo de su
victoria sobre la muerte. A los lados, seguramente, estaría el coro de los
ángeles en oración. El carro de fuego; Con frecuencia se asocia el espíritu y
el celo de Dios con el fuego. El Señor actúa al modo de un fuego consumidor que
purifica, como purifica al oro sin destruirlo. Así es Dios, un fuego que abrasa
y hierve, un fuego que calienta e ilumina. Y no un témpano de hielo.  Así es el espíritu de Elías, una fe ardiente,
encendida, avasalladora y nunca casual, indiferente, apoltronada. La división
de las aguas; hace alusión a Moisés y el poder que el Señor depositó en él. El
Señor ha depositado fuerza y fuego en el espíritu de Elías. El manto del
profeta; Eliseo, discípulo y sucesor de Elías, el profeta de fuego pide recibir
las dos terceras partes de su espíritu y recibe como símbolo el manto de su
predecesor, Eliseo se queda sólo y confundido, duda e impreca a Dios con lo
único que tiene: el manto. El manto es la prenda del profeta, su espíritu, su
poder, su fuego, su oración. El manto contiene los dos tercios del espíritu de
Elías, el fuego abrasador y el talante humilde, la fe ardiente y la oración
secreta, la dedicación fogosa al único Dios y la entrega sencilla al servicio
del pueblo. Por paradójico que parezca, el Señor Jesús en varias ocasiones se
refiere al espíritu conquistador, avasallador y peleonero de Elías, pero no sin
la otra cara del espíritu, el contemplativo, recatado y reflexivo. Orar,
ayunar, dar limosna en lo secreto es heredar más que dos tercios del Espíritu
del Señor. Jesús pone en contienda las dos dimensiones del cristiano, la
interior y la exterior. La vida exteriorista, disipada, de pantalla y a la moda
no es para el discípulo. No es lo que han aprendido de los profetas y del
Maestro de Nazaret. No es ese el espíritu que movió a Elías, ni mucho menos el de
Jesús. El nuevo Moisés ha enseñado para los suyos un espíritu interior de
oración sumergida en el corazón del Altísimo, un ayuno y continencia sin
reflectores, una limosna y servicio sin aspavientos. Que lo admire Dios y no
las redes sociales. Que lo contemple el que todo lo sabe y nadie pueda
rastrearlo en google. Que la oración cristiana sea tan extensa que sus
tentáculos toquen el orlo de las 24 horas, pero tan íntima y disimulada que ni
Scotland Yard apunte su lupa en ella. Lo mismo se diga de la limosna que no son
los centavos que se ponen en la canastilla el domingo, sino el servicio
ingenioso e intrépido a los demás. Y no menos subrayado resulte el ayuno que no
consiste en dejar de lado el alimento en viernes santo sino el dominio de las
pasiones y de las adicciones del siglo. La gula, la ira, la lujuria, la
venganza, la pereza. Parece mucho para pocos renglones, pero es menos aún que
los dos tercios del espíritu de Elías. 

ORATIO: Señor Jesús, a diario invoco que mandes sobre mi tu Espíritu,
al menos dos tercios, al menos un poco, para que pueda seguirte desde lejos, en
secreto, pero seguro y con el fuego ardiente del amor. Dame para darte.
Protégeme para proteger al débil. Fortaléceme para fortalecer tu Iglesia.
Concédeme arder de amor sin el humo de la fama. Orar tan dentro de ti que nadie
lo sepa. Vencer al enemigo con las armas de la oración callada y la vigilancia
militante. 

CONTEMPLATIO:  Dos tercios del espíritu

ACTIO:
Ejercicios de espíritu de oración y acción.  Ora et labora. El lema que dio origen y vida
al continente Europeo. La contemplación indispensable para realizar cualquier
cosa en el mundo. Sin mi no pueden hacer nada. Y la Acción necesariamente
respaldada por la oración. La oración sin el trabajo a favor de los demás se
vuelve estéril y egoísta. El trabajo y el servicio sin la oración se vuelve filantropía
hueca, porque donde falta Dios no hay nada. 

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