
El Santo Padre exhortó a los prelados búlgaros “a caminar con confianza por este camino, tratando de poner en práctica también en su país aquella transformación misionera que la Iglesia está llamada a realizar en el mundo. Esto requiere una conversión espiritual y pastoral, que parte de la constatación de que, en virtud del bautismo, todos somos discípulos misioneros, enviados por el Señor a predicar el Evangelio con alegría y espíritu, dando valor también al precioso tesoro de la piedad popular”.
Este renovado compromiso misionero subrayó Francisco también tiene una dimensión social, que tiene como punto de referencia la doctrina social de la Iglesia y cuyas prioridades son la inclusión social de los pobres y el compromiso con el bien común y la paz social.
Y el Pontífice resaltó que es muy significativo a este respecto que las instituciones civiles reconozcan hoy el papel de la Santa Sede como una autoridad espiritual y moral en el seno de la comunidad internacional y valoren de una manera positiva la presencia de la Iglesia católica en el contexto de la nación búlgara contribuyendo en el servicio y el bien común del país.
“Que los numerosos testimonios de valiente fidelidad a Cristo y a la Iglesia en períodos dramáticos y el camino recorrido en estas dos décadas de recuperada libertad -terminó diciendo el Papa Francisco al episcopado de Bulgaria- les llenen de gratitud al Señor y les inspiren confianza en su acción providencial en la historia. Al mismo tiempo el Papa instó a los obispos a un compromiso renovado y unido a la formación de los fieles, para promover una adecuada catequesis, así como una atención especial hacia la pastoral juvenil y vocacional, y la fraternidad sacerdotal, para que se favorezcan las condiciones para la maduración de la fe y para una generosa apertura a un horizonte misionero.
(ER RV)
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