INVOCATIO: Señor, yo confío en tu misericordia
LECTIO: Sant 4,1-10. Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. El que es amigo del mundo se hace enemigo de Dios. Sal 54,7-11.23. Confía tu suerte al Señor. Mc 9,30-37. Jesús enseña la humildad. El que quiera ser el primero que sea el último. El que recibe a un pequeño, recibe a Jesús.
MEDITATIO: El capítulo 4º de la carta de Santiago es una severa advertencia contra los criterios mundanos del imperio de Roma. Los primeros cristianos, pioneros del Evangelio no pueden contaminarse con tal mentalidad, donde la envidia y la ambición consiguen sus deseos al precio de muerte y difamación. Lo peor de este caso es que quien ya abrazó la fe cristiana por el bautismo y anda cortejando el perfil vulgar de Roma, torna su corazón adúltero y convenenciero. El que así entabla amistad con el mundo, se hace enemigo de Dios. ¿Qué diría Santiago hoy del planeta Tierra? El mundo sigue siendo hostil al fe porque ahí todo se vale con tal de asegurar una posición: codicia, envidia, trampa, soborno, tráfico de influencias, gratificaciones, adulación. Mientras tanto se envía la fe católica y sus remilgos a la sacristía, al domingo, y a los tiempos muertos tan escasos como raquíticos. Santiago debió recordar muy bien eso de los puestos de banquete y dignidades cuando Jesús atravesaba la Galilea y los seguidores de Jesús, apenas confesado Mesías y Señor, se acaloraban en discusiones para ver quién ocuparía los lugares de honor en el futuro Reino de Israel. Jesús les aseguraba que el Hijo del hombre, el que Pedro había declarado Hijo del Dios vivo, sería entregado a la cruz. Algunos de los discípulos no entendían ni jota, otros habían visto el patíbulo del calvario por encima de las murallas de Jerusalén y no les cabía en la sien que su Maestro pudiera ser uno de “esos”, otros, como Pedro, francamente protestaban porque Él, el primero entre los nacidos de mujer, no podría acabar como el último criminal aborrecido por Roma… En estos y otros pensamientos estaba cada uno de los doce, cuando escucharon al Maestro decir: “El que quiera ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”. Los discípulos sacaron a relucir el cobre. El maestro venga a hablar de servicio, de humildad, de ayuda a los demás, y ellos agrapados a los criterios del mundo, visualizando dignidades, cargos y opulencia. Claro, se imaginaban el Reino de Cristo al estilo del imperio de Roma, donde un día se montaba un banquete para el César con todos sus cónsules, tribunos y concubinas, y el otro también. No está mal luchar por una carrera profesional, estudiar concienzudamente, trazar metas ambiciosas para el futuro, pero siempre en orden al bien de la familia. Y para lograr la estabilidad familiar, económica y social, cobrada por el esfuerzo, el interés, el buen aprovechamiento del tiempo, se precisa mucha humildad y espíritu de servicio. Está muy claro que para el Carpintero de Nazaret, ser el primero, ser Hijo del Altísimo, ser Mesías, significó nacer en una cueva, gastar todo su tiempo en el arte de enseñar y curar y terminar sus días colgado de una cruz. En el cielo, el primero va al último.
ORATIO: Señor Jesús, manso y humilde de corazón, ayúdame a contemplar tu ejemplo de abajamiento y postración en el servicio alegre a los demás, para que surja en mi corazón el deseo de imitarte y no ser más que uno más en la familia eclesial que te sirva con amor, dedicación y alegría.
CONTEMPLATIO: En el cielo, el primero va al último
ACTIO: Ejercicios. Humildad. No se trata de irse al rincón. Sino de poner al servicio de los demás todas las cualidades y bendiciones que Dios me dio. Mi inteligencia es para iluminar y enseñar a los demás y no para presumir. Mi corazón es para rodear de cariño y servicio a los demás y no para agradarme a mí mismo. Mis palabras son para alabar las bondades de los demás y expresar sus aciertos y éxitos y no para la propia lisonja y honra. Para el cristiano es un mandamiento “ser el primero en todo”. El primero en el servicio a los demás, el primero en saludar, sonreír, promover al otro y ocupar los últimos lugares en sociedad. Ejemplos: Escoge la peor oficina de trabajo para que los demás tengan lo mejor. Escoge el último lugar en un restaurante para que todos se sienten donde les apetezca. Escoge en el cine el lugar con peor visibilidad para que los demás tengan lo mejor. Escoge pasar al avión, al coche, al tren al final de todos. Escoge servir la mesa, iniciar las comidas al final y levantarte antes para recoger. Invita al personal de servicio a sentarse a la mesa y servir tú.
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