INVOCATIO: Sé para mí un baluarte donde me encuentre a
salvo
LECTIO: Sant 1,12-18. Feliz el hombre que soporta la prueba, recibirá la corona de la vida. Sal 93,12-15.18-19.
El Señor no abandona a su pueblo. Mc 8,14-21. Cuidarse de la levadura de los fariseos y de Herodes.
MEDITATIO: Santiago exhorta a los primeros cristianos a soportar toda
prueba, persecución y adversidad, porque los escollos y vicisitudes son
condición inseparable del cristiano en un mundo secular. Están en el mundo pero
no son del mundo. Son de Cristo, del amor de Dios. Nada puede frenar a un
corazón que ama. Nada. Ni el hambre, ni la desnudez, ni la calumnia, ni el
tiempo, ni la muerte. El amor es más fuerte. Los primeros cristianos desperdigados
por todo el imperio romano sufren persecución, cárcel, tortura, martirio. Lo
único que podía dar sentido a la vida en un mundo hostil y agresivo que pedía
su cabeza, era la esperanza. Felices quienes soportan la prueba porque les espera
la corona de la vida que el Señor prometió a los que lo aman. Es el amor que se
abre paso frente a los obstáculos y trabas que pone el mundo. Uno se pregunta
por qué Roma tenía tanto odio y repulsa a unos cuantos extranjeros alucinados
por un tal Jesús. ¿Por qué los romanos veían una amenaza y un peligro para el
imperio en un puñado de pescadores, enamorados de un Carpintero de Nazaret? Había
una desproporción, sin embargo el instinto les decía que el amor auténtico que
mostraban los cristianos sin letras ni recursos, habría de derribar los muros
de la moral incoherente y depravada del vasto imperio de Roma. Unos años atrás,
Jesús montado en una barca y después de haber saciado el hambre de cuatro mil,
sin contar a las mujeres y a los niños, advierte a los discípulos que tengan
cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes. Los rudos y
analfabetas pescadores no entendieron ni jota y pensaban en las barras de pan
que habían olvidado en tierra. La levadura de los fariseos y la de Herodes se
refería al influjo que en ellos podían tener las falsas creencias religiosas y
el poder civil corrompido. Si entonces era peligroso, en el siglo XXI lo es
más. No es difícil caer en la lisonja del Tarot, lo divertido de la güija, la
curiosidad de la invocación de espíritus, la prueba de otras formas de
ocultismo, la fascinación de las sectas y sus falsas promesas. Tampoco resulta
extraño que los ciudadanos de un mundo informatizado y consumista caigan en las
redes engañosas del poder civil dispuesto a legislar a favor del consumo de
droga, las uniones de hecho y toda interrupción de embarazo, mientras desfalca sus
arcas con impuestos y prebendas. En este planeta toca vivir, no hay otro. En
esta Tierra están los cristianos, pero no son ni pertenecen a ella. Pueden ser
absorbidos por la levadura de los fariseos y de Herodes si se dejan agarrar por
los tentáculos de la concupiscencia, madre del pecado. La única arma que puede
reivindicar su pertenencia y destino es la esperanza firme en la corona de la
vida y el amor apasionado a toda prueba. Es una buena costumbre que la
religiosa en las bodas de plata o de oro de sus votos religiosos, recibe del
ministro una corona de flores, símbolo del caudal de amor que Jesús ha
depositado en su corazón durante toda la vida. Lo menos que se puede hacer es
coronar esa belleza de amor verdadero, capaz de renunciar al mundo, a la
familia, a los amigos para entregarse al Carpintero de Nazaret como los
primeros cristianos.
ORATIO: Dios mío, te complaces en
habitar en corazones sencillos, ayúdame a vivir de modo que mi corazón sea para
ti una morada de tu agrado. Que ninguna prueba me arredre, que ninguna calumnia
me haga vacilar, que ninguna humillación me haga declinar o quererte menos. Si
la cruz te complace, venga la cruz sobre mis hombros, con tal de tenerte en mi
corazón.
CONTEMPLATIO: La corona de la vida
ACTIO: Ejercicios. 1. Vigilancia contra la levadura
del mundo, la falsa religión y la falsa moral. Vigilar para no caer por las
modas, las posturas seculares de la opinión pública, lo políticamente correcto.
2. Conciencia clara de mi fe basada en Cristo, mi Señor y Redentor que entregó
la vida por mí y por mí resucitó. 3. Cultivar la Esperanza segura en medio de
las pruebas del mundo. La esperanza está basada en la promesa de la vida
eterna. 4. Cultivo de la amistad con Jesús a toda prueba. La amistad de Cristo no es cosa de la otra
vida. El vive en mí por la gracia y por la gracia me ama.
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