INVOCATIO: Señor, tú eres el camino, la verdad y la
vida.
LECTIO: Sant 5,1-6. Las riquezas se han echado a perder y los vestidos
están roídos por la polilla. El oro y la plata se han herrumbrado. Sal 48,14-20.
Felices los que tienen alma de pobres. Mc 9,38-40. Si la mano es ocasión de pecado, hay que cortarla. Más vale entrar manco a
la vida, que ir con dos manos al infierno.
MEDITATIO: La riqueza y la pobreza, la adultez y la niñez siempre han
sido polo de división entre los humanos. No hay nación ni ciudad en el mundo
que no refleje esta situación. Están los ricos y adinerados que presumen sus
propiedades, explotan el comercio, gozan de mansiones ostentosas, viajes por
doquier y comida suculenta; y están los pobres que prestan sus servicio a los
ricos, trabajan de sol a sol para un sustento modesto y cobijo indispensable en
las periferias de las grandes urbes. Y análogamente los mayores que someten y
abusan de los menores. Así como es hoy día, era también en tiempos de Santiago
apóstol. La desigualdad era escandalosa. Entonces la riqueza era de turno y se
encontraba alrededor del César. Todos ambicionaban el escalafón de simple
legionario a centurión, tribuno y cónsul, o cortesano por la vida lisonjera y
las prebendas de palacio. El imperio romano no cayó por las armas, sino por la
ambición, la envidia y la alcahuetería de la corte. Santiago es consciente de
esta vida inconsistente y pagana y no la quiere para los primeros cristianos.
Las riquezas se echan a perder, los vestidos suntuosos los roe la polilla, y
los metales preciosos sacan herrumbre. Los ricos acumulan más de lo que pueden
utilizar y lo aprovecha la polilla, mientras a los pobres no reciben
retribución adecuada para vivir. Santiago recordaría muy bien las palabras
radicales y extremas del Maestro. Si tu mano te sirve sólo para el mando y el
dominio sobre los pobres, córtatela. Y si tus pies sirven sólo para pisotear
los derechos elementales de los pobres, ampútalos. Y si tus ojos te llevan sólo
a la ambición insaciable de tener y al ansia egoísta de placer y disfrute,
sácatelos y échalos fuera de tu rostro. Más vale, en estos casos entrar manco,
cojo y ciego, al Reino de los cielos, que ser arrojado al fuego del infierno
con todas tus extremidades y ojos. El mensaje es radical y serio y severo y
exagerado y todo lo demás, pero LITERAL. El Carpintero de Nazaret sabría bien
lo que era un corte de serrucho en una mano o un piquete de cincel en el ojo. Y
dijo exactamente lo que quería decir, sin metáforas, sin alegorías, sin
remilgos. ¡Si la mano escandaliza, fuera con ella! Si bien Jesús expresó algo
radical, no parece que sus oyentes y futuros seguidores lo hayan tomado al pie
de la letra. De ser así, más de la mitad de los cristianos estarían mancos, o
ciegos o cojos y sobre todo “descorazonados”. Como si fuera poca la severidad
de estas expresiones, Jesús utiliza la imagen de la piedra de molino, para
condenar el abuso y el escándalo hacia los pequeños. Escandalizar a un menor es
desviarlo del camino de Dios. Por eso es preferible atarse una piedra de molino
al cuello antes que escandalizar. Una piedra de molino pesaba varias toneladas.
Hacer daño a un menor no es sólo el abuso carnal, también la explotación
laboral, la interrupción del embarazo, la pornografía infantil, el mercado de
juguetes y filmes inadecuados, el trato violento y el afamado bullying escolar.
ORATIO: Señor Jesús, hazme pobre como
fuiste tú. Que cada célula de mi cuerpo sea para darte gloria; que mis manos se
levanten para bendecir, como las tuyas; que mis pies te sigan paso a paso para
servir a los más necesitados; que mis ojos te vean a ti en cada ser humano y
miren las personas con el amor y la benevolencia con que tú las miras.
CONTEMPLATIO: Algo de radicalidad no hace daño
ACTIO: Ejercicios. 1. Pobreza. Bajar un par de
rayitas a la comodidad y riqueza, para donar al que no tiene. Bajar la compra
de ropa marca, la comida abundante y
exquisita, las comodidades superfluas de casa.
2. Tomar más en serio la palabra de Jesús. Abusar de la infinita
misericordia también es pecado. 3. Consideración a los pequeños. La mejor inversión
de la vida es la educación de los menores. Respetarlos como ángeles, cuidarlos
como demonios.
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