lunes, 31 de marzo de 2014

“El corazón de nuestro Padre no se cansa de decirnos: ¡regresa!”


2014-03-28 Radio Vaticana
(RV).- (Con audio. Actualizado con video): Dios ama, “no sabe hacer otra cosa”. Lo subrayó el Papa Francisco en la Misa de esta mañana en la Casa de Santa Marta. El Papa reiteró que el Señor siempre nos espera y nos perdona, es “el Dios de la misericordia” que nos hace fiesta cuando regresamos a Él.
Dios tiene nostalgia de nosotros, cuando nos alejamos de Él. El Papa desarrolló su homilía partiendo del Libro del Profeta Oseas, en la primera Lectura. El Señor, observó, nos habla con ternura. También cuando “nos invita a la conversión” y si bien esta palabra nos “suena un poco fuerte”, evidenció, dentro de ella existe “una nostalgia amorosa de Dios”. Existe la exhortación del Padre que dice al hijo: “Vuelve, es hora de regresar a casa”:
“Es el corazón de nuestro Padre, Dios es así: no se cansa, ¡no se cansa! Y por tantos siglos ha hecho esto, con tanta apostasía, tanta apostasía del pueblo. Y Él regresa siempre, porque nuestro Dios es un Dios que espera. Desde aquella tarde en el Paraíso terrenal, Adán salió del Paraíso con una pena y también una promesa. Y Él es fiel, el Señor es fiel a su promesa, porque no puede renegar a sí mismo. Es fiel. Y así nos ha esperado a todos nosotros, a lo largo de la historia. Es el Dios que nos espera, siempre”.
El Santo Padre dirigió su pensamiento a la Parábola del hijo pródigo. El Evangelio de Lucas, recordó, nos dice que el padre ve al hijo de lejos porque lo esperaba. El padre, agregó, “subía al terraza todos los días a ver si el hijo regresaba. Esperaba. Y cuando lo vio, corrió” y “se le abalanzó al cuello”. El hijo había preparado las palabras que iba a decir, pero el padre no lo deja hablar: “Con el abrazo le tapó la boca”:
“Éste es nuestro Padre, el Dios que nos espera. Siempre. ‘Pero, padre, yo tengo tantos pecados, no sé si Él estará contento’. ‘¡Prueba! Si tú quieres conocer la ternura de este Padre, va hacia Él y prueba, luego me cuentas’. El Dios que nos espera. Dios que espera y también Dios que perdona. Es el Dios de la misericordia: no se cansa de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón, pero Él no se cansa. Setenta veces siete: siempre; adelante con el perdón. Y desde el punto de vista de una empresa, el balance es negativo. Él pierde siempre: pierde en el balance de las cosas, pero vence en el amor”.
Y esto, continuó, porque Él “es el primero que cumple el mandamiento del amor”. “El ama – dijo el Obispo de Roma – no sabe hacer otra cosa”. Y también “los milagros que Jesús hacía, con tantos enfermos – agregó – eran también un signo del gran milagro que cada día el Señor realiza con nosotros, cuando tenemos el coraje de alzarnos e ir hacia Él”. Y cuando pasa esto, afirmó Francisco, Dios hace fiesta. “No como el banquete de aquel hombre rico, que tenía en la puerta al pobre Lázaro”, advirtió, Dios “hace otro banquete, como el padre del hijo pródigo”:
“‘Porque tú florecerás como un lirio, es la promesa, ‘Te haré fiesta’. ‘Tus retoños se extenderán, su esplendor será como el del olivo y su fragancia como la del Líbano’. La vida de cada persona, de cada hombre, cada mujer, que tiene el coraje de acercarse al Señor, encontrará la alegría de la fiesta de Dios. Así pues, que esta palabra nos ayude a pensar a nuestro Padre, Padre que nos espera siempre, que nos perdona siempre y que hace fiesta cuando regresamos”. (RC-RV)

Quien tiene fe camina hacia las promesas de Dios, de lo contrario, es un “turista existencial”, dijo el Papa en su homilía


2014-03-31 Radio Vaticana
(RV).- (Con audio)  No vagabundear por la vida, incluida la del espíritu, sino ir derechos hacia la meta que para un cristiano quiere decir seguir las promesas de Dios, que jamás decepcionan. Es la enseñanza del Papa Francisco según las lecturas del día, y que explicó en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
Hay cristianos que se fían de las promesas de Dios y las siguen a lo largo de la vida. Hay otros cuya vida de fe se estanca y hay otros aún convencidos de progresar y que, en cambio, hacen sólo “turismo existencial”. El Papa hizo una distinción acerca de tres tipos de creyentes, que tienen el común denominador de saber que la vida cristiana es un itinerario, pero que son divergentes en el modo de recorrerlo o no recorrerlo de ninguna manera.
Ante todo, inspirándose en el pasaje de Isaías de la primera Lectura, Francisco explicó que Dios siempre “antes de pedir algo, promete”. Y añadió que su promesa es la de una vida nueva y la de una vida de “alegría”. Aquí, dijo, está “el fundamento principal de la virtud de la esperanza: confiar en las promesas de Dios” – sabiendo que Él jamás “decepciona” – puesto que la esencia de la vida cristiana es “caminar hacia las promesas”. Mientras después también están los cristianos que tienen “la tentación de detenerse”:
“¡Tantos cristianos detenidos! Tenemos tantos detrás que tienen una esperanza débil. Sí creen que existe el Cielo y que todo irá bien. Está bien que lo crean, ¡pero no lo buscan! Cumplen los mandamientos, los preceptos: todo, todo… Pero están detenidos. El Señor no puede hacer de ellos levadura en su pueblo, porque no caminan. Y esto es un problema: los detenidos. Después hay otros entre ellos y nosotros, que se equivocan de camino: todos nosotros algunas veces nos hemos equivocado de camino, esto lo sabemos. El problema no es equivocarse de camino; el problema es no regresar cuando uno se da cuenta de haberse equivocado”.
El modelo de quien cree y sigue lo que la fe le indica es el funcionario del rey descrito en el Evangelio, que pide a Jesús la curación de un hijo enfermo y no duda un instante en ponerse en camino hacia casa cuando el Maestro le asegura que la ha obtenido. Opuesto a este hombre, afirmó el Papa, es quizás, el grupo “más peligroso”, en el que están aquellos que “se engañan a sí mismos: los que caminan pero no hacen camino”:
“Son los cristianos errantes: giran, giran como si la vida fuera un turismo existencial, sin meta, sin tomar las promesas en serio. Aquellos que giran y se engañan, porque dicen: ‘¡Yo camino!’. No, tú no caminas: tú giras. Los errantes… En cambio, el Señor nos pide que no nos detengamos, que no nos equivoquemos de camino y que no giremos por la vida. Girar por la vida... Nos pide que miremos las promesas, que vayamos adelante con las promesas como ese hombre, como ese hombre: ¡ese hombre creyó en la palabra de Jesús! La fe nos pone en camino hacia las promesas. La fe en las promesas de Dios”.
“Nuestra condición de pecadores hace que nos equivoquemos de camino”, reconoció el Papa Francisco, si bien aseguró que: “El Señor nos da siempre la gracia de volver”:
“La Cuaresma es un tiempo hermoso para pensar si estoy en camino o si estoy demasiado quieto: conviértete. O si me he equivocado de camino: pero ve a confesarte y retoma el camino. O si soy un turista teologal, uno de estos que hacen el giro de la vida pero jamás dan un paso hacia adelante. Y pido al Señor la gracia de retomar el camino, de ponerme en camino, pero hacia las promesas”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).

El Papa y la cultura del encuentro frente a la cultura de la exclusión: sólo los que reconocen su fragilidad pueden construir relaciones fraternas


2014-03-29 Radio Vaticana
(RV).- (Actualizado con video. Audio)  El Papa Francisco, el sábado, se reunió en el Aula Pablo VI con más de 6 mil fieles de varios países del Movimiento Apostólico Ciegos, que promovió este encuentro con ocasión de la Jornada del compartir. Junto a ellos también participaron la Pequeña Misión de los sordomudos. Francisco les dirigió unas palabras y reflexionó sobre el tema del evento: “Testigos del Evangelio para una cultura del encuentro”.
“De hecho, para ser testigos del Evangelio, debemos haber encontrado a Él, a Jesús. Quién lo conoce realmente, se convierte en su testigo. Al igual que la mujer samaritana -lo leíamos el domingo pasado- esta mujer que se encuentra con Jesús, habla con Él, y su vida cambia”.
La samaritana regresa con su pueblo y les dice que quizá ha conocido al Mesías.
“Testigo del Evangelio es aquel que ha encontrado a Jesucristo, que lo ha conocido, o mejor dicho, se sintió conocido por Él, re-conocido, respetado, amado, perdonado, y este encuentro lo tocó profundamente, lo llenó de una nueva alegría, un nuevo sentido de la vida”.
La samaritana es un ejemplo claro, dijo el Papa, del tipo de persona con quien Jesús le gustaba encontrarse para hacerla testigo: personas marginadas, excluidas, despreciadas. Como la samaritana, que lo era por ser mujer y ser samaritana, pueblo despreciado por los judíos.
“Pero pensemos en las tantas personas que Jesús quiso conocer, especialmente personas marcadas por la enfermedad y la discapacidad, para sanarlas y restituirles la dignidad plena. Es muy importante que precisamente estas personas se convierten en testigos de una nueva actitud, que podemos llamar la cultura del encuentro”.
Jesús rechaza la concepción “blasfema” que consideraba la ceguera un castigo divino. Y devolviéndoles la vista, dice el Papa, “los convierte en testigos de Jesús y de su obra que es Obra de Dios, de la vida, del amor, de la misericordia”. Mientras que los jefes de los fariseos, juzgaban a Jesús y sus ciegos como "pecadores", el hombre ciego curado, con desarmante simplicidad, defiende a Jesús y profesa su fe en Él, y también comparte su destino: Jesús y él vienen excluidos.
“Aquí están las dos culturas opuestas. La cultura del encuentro y la cultura de la exclusión, del prejuicio. La persona enferma o discapacitada, desde su fragilidad, desde su límite, puede convertirse en testigo del encuentro: el encuentro con Jesús, que se abre a la vida y la fe; y el encuentro con el otro, con la comunidad. De hecho, sólo aquellos que reconocen su fragilidad, sus límites pueden construir relaciones fraternas y solidarias en la Iglesia y en la sociedad”.
“Gracias por haber venido”, les ha dicho el Papa a los miembros del Movimiento de ciegos y a la Misión de sordomudos, “déjense encontrar por Jesús: solo Èl conoce verdaderamente el corazón del hombre y solo Él puede liberarlo de la cerrazón y del pesimismo estéril y abrirlo a la vida y a la esperanza”.
ER - RV

Mensaje del Papa a los obispos de Bolivia


2014-03-30 Radio Vaticana
(RV).- El Papa Francisco, a través de su Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, envió un mensaje a los obispos de Bolivia reunidos, en su 97 Asamblea Plenaria, en Cochabamba hasta el primero de abril, animándoles a “acoger con gozo el Evangelio de Jesucristo. El Papa Francisco agradeció cordialmente el mensaje, enviado en nombre de la Conferencia Episcopal Boliviana, por el presidente Mons. Oscar Aparicio Céspedes, en el que se manifiesta el afecto filial y la firme adhesión del episcopado de ese país al sucesor de San Pedro.
El Sumo Pontífice ha apreciado mucho este elocuente gesto de comunión eclesial -escribe el cardenal Parolin- y, en su oración, pide a Dios “invocando la intercesión de María Santísima, que ayude a los pastores y fieles bolivianos a acoger con gozo el Evangelio de Jesucristo, en donde siempre hallarán luz e inspiración para afrontar las vicisitudes cotidianas con fe y caridad, así como para edificar una sociedad cada vez más fraterna y justa, más esperanzada y solidaria”.
Con estos sentimientos, el Santo Padre suplica que recen por él y los frutos de su servicio a la Iglesia universal y, como prensa de copiosas gracias celestiales, les imparte complacido la implorada bendición apostólica, que de corazón hace extensiva a los queridos hijos e hijas de Bolivia.
ER - RV

El Papa y la cultura del encuentro frente a l...

El Papa y la cultura del encuentro frente a la cultura de la exclusión: sólo los que reconocen su fragilidad pueden construir relaciones fraternas
(RV).- (Actualizado con video. Audio) El Papa Francisco, el sábado, se reunió en el Aula Pablo VI con más de 6 mil fieles de varios países del Movimiento Apostólico Ciegos, que promovió este encuentro con ocasión de la Jornada del compartir. Junto a ellos también participaron la Pequeña Misión de los sordomudos. Francisco les dirigió unas palabras y reflexionó sobre el tema del evento: “Testigos del Evangelio para una cultura del encuentro”. 

“De hecho, para ser testigos del Evangelio, debemos haber encontrado a Él, a Jesús. Quién lo conoce realmente, se convierte en su testigo. Al igual que la mujer samaritana -lo leíamos el domingo pasado- esta mujer que se encuentra con Jesús, habla con Él, y su vida cambia”.

La samaritana regresa con su pueblo y les dice que quizá ha conocido al Mesías. 

“Testigo del Evangelio es aquel que ha encontrado a Jesucristo, que lo ha conocido, o mejor dicho, se sintió conocido por Él, re-conocido, respetado, amado, perdonado, y este encuentro lo tocó profundamente, lo llenó de una nueva alegría, un nuevo sentido de la vida”.

La samaritana es un ejemplo claro, dijo el Papa, del tipo de persona con quien Jesús le gustaba encontrarse para hacerla testigo: personas marginadas, excluidas, despreciadas. Como la samaritana, que lo era por ser mujer y ser samaritana, pueblo despreciado por los judíos.

“Pero pensemos en las tantas personas que Jesús quiso conocer, especialmente personas marcadas por la enfermedad y la discapacidad, para sanarlas y restituirles la dignidad plena. Es muy importante que precisamente estas personas se convierten en testigos de una nueva actitud, que podemos llamar la cultura del encuentro”.

Jesús rechaza la concepción “blasfema” que consideraba la ceguera un castigo divino. Y devolviéndoles la vista, dice el Papa, “los convierte en testigos de Jesús y de su obra que es Obra de Dios, de la vida, del amor, de la misericordia”. Mientras que los jefes de los fariseos, juzgaban a Jesús y sus ciegos como "pecadores", el hombre ciego curado, con desarmante simplicidad, defiende a Jesús y profesa su fe en Él, y también comparte su destino: Jesús y él vienen excluidos.

“Aquí están las dos culturas opuestas. La cultura del encuentro y la cultura de la exclusión, del prejuicio. La persona enferma o discapacitada, desde su fragilidad, desde su límite, puede convertirse en testigo del encuentro: el encuentro con Jesús, que se abre a la vida y la fe; y el encuentro con el otro, con la comunidad. De hecho, sólo aquellos que reconocen su fragilidad, sus límites pueden construir relaciones fraternas y solidarias en la Iglesia y en la sociedad”.

“Gracias por haber venido”, les ha dicho el Papa a los miembros del Movimiento de ciegos y a la Misión de sordomudos, “déjense encontrar por Jesús: solo Èl conoce verdaderamente el corazón del hombre y solo Él puede liberarlo de la cerrazón y del pesimismo estéril y abrirlo a la vida y a la esperanza”.

ER - RV

viernes, 28 de marzo de 2014

El Papa exhorta a los obispos de Madagascar a vivir los valores de su cultura iluminados por el Evangelio

2014-03-28 Radio Vaticana
(RV).- (audio)  Antes de mediodía, el Santo Padre Francisco recibió a los miembros de la Conferencia Episcopal de Madagascar en Visita ad Limina. Una ocasión que el Papa aprovechó para agradecer la vitalidad de esta Iglesia africana abocada al Océano índico, “por su valentía y perseverancia en la evangelización”. “Saber que este trabajo lo realizan en circunstancias difíciles, dijo el Papa, "nos permite mantener la alegría ante una misión tan exigente como la suya"
Esta alegría tiene sus raíces en el encuentro personal con Cristo y en la acogida de su mensaje de misericordia. Este es un primer requisito para los evangelizadores, cuya misión es promover el encuentro del Señor con los hombres y mujeres a quienes han sido enviados.
“Queridos hermanos, su país ha pasado por un período difícil desde hace varios años, y tiene graves problemas socio-económicos. Ustedes han instado a toda la sociedad a que se ponga en marcha para construir un nuevo futuro. Yo sólo puedo animarles en este trabajo de reconstrucción en el respeto de los derechos y deberes de cada uno”.
Francisco insistió que para llevar acabo esta tarea es importante que mantengan relaciones constructivas con las autoridades de su país. La búsqueda de la unidad, la justicia y la paz es una responsabilidad para servir mejor a su pueblo, rechazando toda implicación en las querellas políticas a expensas del bien común. El Santo Padre exhortó a los obispos de Madagascar a vivir los valores de la cultura malgache iluminados desde el interior por el mensaje evangélico.
“Les animo a perseverar en su atención a los pobres, sosteniendo material y espiritualmente, a todos los que se consagran, especialmente a las congregaciones religiosas a quienes agradezco con todo mi corazón por su dedicación y por el testimonio auténtico que hacen del amor de Cristo por todos los hombres. También les invito a interpelar sin temor a toda la sociedad malgache, y especialmente sus líderes sobre el tema de la pobreza, que es en gran parte debida a la corrupción y a la falta de atención al bien común”.
El Pontífice habló también de la educación y de los considerables esfuerzos que se realizan, y del bien que hacen las escuelas católicas a los jóvenes y a sus familias a través de su acción evangelizadora. También se debe garantizar que el mayor número posible de niños, incluso entre las familias más pobres puedan ser educados. El Papa invitó a trabajar para que haya una presencia cristiana en el mundo de la educación contribuyendo así a formar a las generaciones más jóvenes en los valores evangélicos y humanos.
La defensa de la familia; el diálogo constructivo con todas las comunidades de otras religiones, para favorecer el bien común; y una atención particular al discernimiento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, centraron el resto del discurso del Papa.
“La castidad y obediencia deben ser consideradas en alta estima, es su responsabilidad recordarlo constantemente; estas virtudes deben presentarse y ser vividas sin ambigüedades por los formadores en los seminarios y noviciados. Y lo mismo con respecto a los bienes temporales y la prudencia en su gestión. Un testimonio contrario en este ámbito es particularmente desastroso por el escándalo que provoca, especialmente ante una población que vive en la pobreza.
ER - RV

“El corazón de nuestro Padre no se cansa de decirnos: ¡regresa!”, el Papa el viernes en Santa Marta


2014-03-28 Radio Vaticana
(RV).- (Con audio. Actualizado con video): Dios ama, “no sabe hacer otra cosa”. Lo subrayó el Papa Francisco en la Misa de esta mañana en la Casa de Santa Marta. El Papa reiteró que el Señor siempre nos espera y nos perdona, es “el Dios de la misericordia” que nos hace fiesta cuando regresamos a Él.
Dios tiene nostalgia de nosotros, cuando nos alejamos de Él. El Papa desarrolló su homilía partiendo del Libro del Profeta Oseas, en la primera Lectura. El Señor, observó, nos habla con ternura. También cuando “nos invita a la conversión” y si bien esta palabra nos “suena un poco fuerte”, evidenció, dentro de ella existe “una nostalgia amorosa de Dios”. Existe la exhortación del Padre que dice al hijo: “Vuelve, es hora de regresar a casa”:
“Es el corazón de nuestro Padre, Dios es así: no se cansa, ¡no se cansa! Y por tantos siglos ha hecho esto, con tanta apostasía, tanta apostasía del pueblo. Y Él regresa siempre, porque nuestro Dios es un Dios que espera. Desde aquella tarde en el Paraíso terrenal, Adán salió del Paraíso con una pena y también una promesa. Y Él es fiel, el Señor es fiel a su promesa, porque no puede renegar a sí mismo. Es fiel. Y así nos ha esperado a todos nosotros, a lo largo de la historia. Es el Dios que nos espera, siempre”.
El Santo Padre dirigió su pensamiento a la Parábola del hijo pródigo. El Evangelio de Lucas, recordó, nos dice que el padre ve al hijo de lejos porque lo esperaba. El padre, agregó, “subía al terraza todos los días a ver si el hijo regresaba. Esperaba. Y cuando lo vio, corrió” y “se le abalanzó al cuello”. El hijo había preparado las palabras que iba a decir, pero el padre no lo deja hablar: “Con el abrazo le tapó la boca”:
“Éste es nuestro Padre, el Dios que nos espera. Siempre. ‘Pero, padre, yo tengo tantos pecados, no sé si Él estará contento’. ‘¡Prueba! Si tú quieres conocer la ternura de este Padre, va hacia Él y prueba, luego me cuentas’. El Dios que nos espera. Dios que espera y también Dios que perdona. Es el Dios de la misericordia: no se cansa de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón, pero Él no se cansa. Setenta veces siete: siempre; adelante con el perdón. Y desde el punto de vista de una empresa, el balance es negativo. Él pierde siempre: pierde en el balance de las cosas, pero vence en el amor”.
Y esto, continuó, porque Él “es el primero que cumple el mandamiento del amor”. “El ama – dijo el Obispo de Roma – no sabe hacer otra cosa”. Y también “los milagros que Jesús hacía, con tantos enfermos – agregó – eran también un signo del gran milagro que cada día el Señor realiza con nosotros, cuando tenemos el coraje de alzarnos e ir hacia Él”. Y cuando pasa esto, afirmó Francisco, Dios hace fiesta. “No como el banquete de aquel hombre rico, que tenía en la puerta al pobre Lázaro”, advirtió, Dios “hace otro banquete, como el padre del hijo pródigo”:
“‘Porque tú florecerás como un lirio, es la promesa, ‘Te haré fiesta’. ‘Tus retoños se extenderán, su esplendor será como el del olivo y su fragancia como la del Líbano’. La vida de cada persona, de cada hombre, cada mujer, que tiene el coraje de acercarse al Señor, encontrará la alegría de la fiesta de Dios. Así pues, que esta palabra nos ayude a pensar a nuestro Padre, Padre que nos espera siempre, que nos perdona siempre y que hace fiesta cuando regresamos”. (RC-RV)

El Papa asiste a la tercera predicación de Cuaresma del Padre Cantalamessa

(RV).- (Con audio)  Esta mañana a las 9.00, en la capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico del Vaticano, el Papa Francisco asistió a la tercera predicación de Cuaresma del Padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia.
El tema general de la predicación que está afrontando el Padre Cantalamessa es “Sobre las espaldas de los gigantes. Las grandes verdades de nuestra fe, contempladas con los Padres de la Iglesia Latina. Y en esta ocasión su meditación se centró en “Ambrosio y la presencia real de Cristo en la Eucaristía”.
¿Por qué, entonces, elegir a Ambrosio como maestro de fe de un tema sacramentario como es el de la Eucaristía sobre el cual queremos meditar hoy?, se preguntó el Padre Cantalamessa. Y explicó que el motivo es que Ambrosio, más que ningún otro, contribuyó a la afirmación de la fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía y puso las bases de la futura doctrina de la transustanciación.
De hecho en el De sacramentis escribe:
«Este pan es pan antes de las palabras sacramentales; cuando interviene la consagración, de pan pasa a ser carne de Cristo [...] ¿Con qué palabras se realiza la consagración y de quién son estas palabras? [...] Cuando se realiza el venerable sacramento, el sacerdote ya no usa sus palabras, sino que utiliza las palabras de Cristo. Es la palabra de Cristo la que realiza este sacramento».
Y citó el otro escrito, Sobre los misterios, en que el realismo eucarístico es todavía más explícito, puesto que dice:
«La palabra de Cristo que pudo crear de la nada lo que no existía, ¿no puede transformar en algo diferente lo que existe? No es menos dar a las cosas una naturaleza del todo nueva que cambiar lo que tienen (...). Este cuerpo que producimos sobre el altar es el cuerpo nacido de la Virgen. (...) Es, ciertamente, la verdadera carne de Cristo que fue crucificada, que fue sepultada; es, pues, verdaderamente el sacramento de su carne (...). El mismo Señor Jesús proclama: “Esto es mi cuerpo”. Antes de la bendición de las palabras celestes se usa el nombre de otro objeto, después de la consagración se entiende cuerpo».
Sabemos, dijo el Predicador de la Casa Pontificia al concluir, que quien ha firmado un compromiso tiene luego el deber de honrar la propia firma. Esto quiere decir que, al salir de la Misa, debemos hacer también nosotros de nuestra vida un regalo de amor al Padre y para los hermanos. Debemos decir también nosotros, mentalmente, a los hermanos: «Tomen, coman; éste es mi cuerpo». Tomen mi tiempo, mis capacidades, mi atención. Tomen también mi sangre, es decir, mis sufrimientos, todo lo que me humilla, me mortifica, limita mis fuerzas, mi propia muerte física. Quiero que toda mi vida sea, como la de Cristo, pan partido y vino derramado por los otros. Quiero hacer de toda mi vida una Eucaristía.
(María Fernanda Bernasconi – RV).

La confesión debe ser una experiencia de perdón y misericordia, no de condena


Ciudad del Vaticano, 28 marzo 2014 (VIS).-El Papa Francisco ha recibido esta mañana en el Aula de las Bendiciones a seiscientos participantes en el curso anual del foro interno de la Penitenciaría Apostólica. Desde hace un cuarto de siglo ese dicasterio ofrece, sobre todo a los sacerdotes recién ordenados y a los diáconos, ese curso para contribuir a la formación de buenos confesores.
En su discurso el Santo Padre ha invitado a los presentes a atesorar la experiencia adquirida para ayudar cada vez más a la Iglesia y a los confesores a desempeñar “el ministerio de la misericordia, que es tan importante” y ha reflexionado con ellos sobre tres puntos claves de la confesión.
En primer lugar -ha dicho- el protagonista del ministerio de la reconciliación es el Espíritu Santo. El perdón que el sacramento confiere es la vida nueva transmitida por el Señor Resucitado a través de su Espíritu...Por lo tanto, estáis llamados a ser siempre “hombres del Espíritu Santo, testigos y anunciadores, alegres y fuertes, de la resurrección del Señor”. El Obispo de Roma les ha invitado a acoger a los penitentes “no con la actitud de un juez y tampoco con la de un simple amigo, sino con la caridad de Dios... El corazón del sacerdote es un corazón que se conmueve...Si es verdad que la tradición indica el papel doble de médico y de juez de los confesores, no hay que olvidar que cómo médico está llamado a curar y como juez a absolver”.
Si la Reconciliación transmite la vida nueva del Resucitado y renueva la gracia bautismal -ha explicado abordando el segundo aspecto- vuestra tarea es entonces la de darla generosamente a los fieles. Un sacerdote que no se dedica a esta parte de su ministerio... es como un pastor que no se preocupa por las ovejas que se han perdido...¡La misericordia es el corazón del Evangelio¡ Es la buena nueva de que Dios nos ama, de que ama siempre al pecador y con este amor lo atrae hacia sí y lo invita a la conversión. No olvidemos que, a menudo, a los fieles les cuesta trabajo confesarse, sea por motivos prácticos, sea por la dificultad natural de confesar a otro hombre los pecados propios. Por eso es necesario trabajar sobre nosotros mismos, sobre nuestra humanidad, para que no representemos nunca un obstáculo sino para que favorezcamos siempre el acercamiento a la misericordia y al perdón.. ¡La confesión no es un tribunal de condena, sino una experiencia de perdón y misericordia!”.
Por último, Francisco, se ha referido a las dificultades que, con frecuencia, encuentra la confesión. “Las razones son tantas, sea históricas como espirituales. Sin embargo, sabemos que el Señor quiso regalar este don inmenso a su Iglesia, ofreciendo a los bautizados la seguridad del perdón del Padre. Por eso es muy importante que en todas las diócesis y comunidades parroquiales se preste mucha atención a la celebración de este sacramento de perdón y salvación. Es importante que en todas las parroquias los fieles sepan cuando pueden encontrar disponibles a los sacerdotes: cuando hay fidelidad, se ven los frutos”.

Cómo se llega a ser sacerdote En la audiencia...

Cómo se llega a ser sacerdote En la audiencia el Papa habla del sacramento del Orden

No existen billetes en venta para llegar a ser sacerdote. Se «entra» en el sacerdocio sólo por iniciativa del Señor. Él «llama a cada uno de los que Él quiere que llegue a ser sacerdote». Como siempre, con una eficaz imagen el Papa Francisco explicó el miércoles 26 de marzo, por la mañana, a los fieles presentes en la plaza de San Pedro para la audiencia general, «cómo se llega a ser sacerdote». Es más «si alguno de vosotros —dijo dirigiéndose a los jóvenes en la plaza— ha sentido esta cosa en el corazón, es Jesús quien la puso allí. Cuidad esta invitación y rezad para que crezca y dé fruto en toda la Iglesia».

La «cosa» a la que se refería el Papa son «las ganas de llegar a ser sacerdotes, las ganas —explicó él mismo— de servir a los demás en las cosas que vienen de Dios». Un deseo que se debe alimentar con la oración. Esa oración que nunca deben descuidar ni siquiera los obispos, los sacerdotes, los diáconos. Porque «un obispo que no reza», que «no escucha la Palabra de Dios», que «no celebra todos los días, que no va a confesarse regularmente, y el sacerdote mismo que no hace estas cosas, a la larga pierde la unión con Jesús y llega a ser una mediocridad que no hace bien a la Iglesia», afirmó. Por ello, exhortó, «debemos ayudar a los obispos y a los sacerdotes a rezar, a escuchar la Palabra de Dios que es el alimento cotidiano, a celebrar cada día la Eucaristía y a confesarse habitualmente»: una tarea «muy importante» porque «concierne precisamente a la santificación de los obispos y sacerdotes»

Concluido el ciclo de reflexiones sobre los sacramentos «que juntos constituyen el misterio de la iniciación cristiana», esta mañana el Papa se centró en el Orden y anunció que la próxima catequesis será sobre el matrimonio. Orden y matrimonio, precisó, en efecto, son «dos grandes caminos a través de los cuales el cristiano puede hacer de la propia vida un don de amor, siguiendo el ejemplo y en el nombre de Cristo, y así cooperar en la edificación de la Iglesia».

En especial el Orden, «en los tres grandes grados del episcopado, presbiterado y diaconado, es el sacramento —explicó— que habilita para el ejercicio del ministerio confiado por el Señor Jesús a los apóstoles, de apacentar su rebaño». Una misión, especificó, que se debe realizar con amor, porque los pastores que no sirven con amor «se equivocan».

miércoles, 26 de marzo de 2014

“Los ordenados son puestos a la cabeza de la...

“Los ordenados son puestos a la cabeza de la comunidad como servidores, como lo hizo y lo enseñó Jesús”: el Papa en la catequesis
(RV).- (Con audio) El sacramento del Orden fue el tema de la catequesis del Papa Francisco este miércoles. Ante una Plaza de San Pedro repleta de fieles y peregrinos, el Obispo de Roma recordó que aquellos que son ordenados son puestos a la cabeza de la comunidad como servidores, como lo hizo y lo enseñó Jesús. “Hemos tenido ya oportunidad de remarcar que los tres Sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y de la Eucaristía constituyen juntos el misterio de la ‘iniciación cristiana’, un único grande evento de gracia que nos regenera en Cristo y nos abre a su salvación. Es esta la vocación fundamental que acomuna a todos en la Iglesia, como discípulos del Señor Jesús. Hay después dos Sacramentos que corresponden a dos vocaciones específicas: se trata del Orden y del Matrimonio. Ellos constituyen dos grandes caminos a través de los cuales el cristiano puede hacer de la propia vida un don de amor, sobre el ejemplo y en el nombre de Cristo, y así cooperar a la edificación de la Iglesia.” Refiriéndose al sacramento del Orden, el Santo Padre precisó que ayuda a los ministros ordenados a amar apasionadamente a la Iglesia, dedicando todo su ser y su amor a la comunidad, que no han de considerarla de su propiedad, sino del Señor. Cuando no se alimenta el ministerio ordenado con la oración, la escucha de la Palabra, la celebración cotidiana de la Eucaristía y la recepción frecuente del sacramento de la Penitencia se termina perdiendo el sentido auténtico del propio servicio y la alegría que deriva de una profunda comunión con el Señor. Terminando su catequesis el Papa pidió a todos rezar por los ministros ordenados de su Iglesia, “en particular por aquellos que se encuentran en dificultad o que necesitan recuperar el valor y la frescura de su vocación.” (RC-RV)

Resumen de su catequesis y saludo del Papa en nuestro idioma (Audio)  
Queridos hermanos y hermanas:
La catequesis de hoy está centrada en el sacramento del Orden, que comprende tres grados: el episcopado, el presbiterado y el diaconado. El que recibe este sacramento ejerce la misión confiada por Jesús a sus Apóstoles y prolonga en el tiempo su presencia y su acción como único y verdadero Maestro y Pastor. ¿Qué significa esto concretamente en las vidas de aquellos que son ordenados? Quienes son ordenados son puestos a la cabeza de la comunidad como servidores, como lo hizo y lo enseñó Jesús. El sacramento les ayuda también a amar apasionadamente a la Iglesia, dedicando todo su ser y su amor a la comunidad, que no han de considerarla de su propiedad, sino del Señor. Por último, han de procurar reavivar el don recibido en el sacramento, concedido por la Oración y la imposición de manos. Cuando no se alimenta el ministerio ordenado con la oración, la escucha de la Palabra, la celebración cotidiana de la Eucaristía y la recepción frecuente del sacramento de la Penitencia se termina perdiendo el sentido auténtico del propio servicio y la alegría que deriva de una profunda comunión con el Señor. Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México, Argentina y otros países latinoamericanos. Invito a todos a rezar al Señor por los ministros ordenados de su Iglesia, en particular por aquellos que se encuentran en dificultad o que necesitan recuperar el valor y la frescura de su vocación. Pidamos también para que no falten nunca en nuestras comunidades pastores auténticos, según el Corazón de Cristo. Muchas gracias.