2014-03-28 Radio Vaticana

Esta alegría tiene sus raíces en el encuentro personal con Cristo y en la acogida de su mensaje de misericordia. Este es un primer requisito para los evangelizadores, cuya misión es promover el encuentro del Señor con los hombres y mujeres a quienes han sido enviados.
“Queridos hermanos, su país ha pasado por un período difícil desde hace varios años, y tiene graves problemas socio-económicos. Ustedes han instado a toda la sociedad a que se ponga en marcha para construir un nuevo futuro. Yo sólo puedo animarles en este trabajo de reconstrucción en el respeto de los derechos y deberes de cada uno”.
Francisco insistió que para llevar acabo esta tarea es importante que mantengan relaciones constructivas con las autoridades de su país. La búsqueda de la unidad, la justicia y la paz es una responsabilidad para servir mejor a su pueblo, rechazando toda implicación en las querellas políticas a expensas del bien común. El Santo Padre exhortó a los obispos de Madagascar a vivir los valores de la cultura malgache iluminados desde el interior por el mensaje evangélico.
“Les animo a perseverar en su atención a los pobres, sosteniendo material y espiritualmente, a todos los que se consagran, especialmente a las congregaciones religiosas a quienes agradezco con todo mi corazón por su dedicación y por el testimonio auténtico que hacen del amor de Cristo por todos los hombres. También les invito a interpelar sin temor a toda la sociedad malgache, y especialmente sus líderes sobre el tema de la pobreza, que es en gran parte debida a la corrupción y a la falta de atención al bien común”.
El Pontífice habló también de la educación

La defensa de la familia; el diálogo constructivo con todas las comunidades de otras religiones, para favorecer el bien común; y una atención particular al discernimiento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, centraron el resto del discurso del Papa.
“La castidad y obediencia deben ser consideradas en alta estima, es su responsabilidad recordarlo constantemente; estas virtudes deben presentarse y ser vividas sin ambigüedades por los formadores en los seminarios y noviciados. Y lo mismo con respecto a los bienes temporales y la prudencia en su gestión. Un testimonio contrario en este ámbito es particularmente desastroso por el escándalo que provoca, especialmente ante una población que vive en la pobreza.
ER - RV
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