Autor: P. Antonio Rivero | Fuente: Catholic.net | |||
La Iglesia celebra entero el misterio de Cristo, desde su nacimiento hasta su última y definitiva venida. | |||
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martes, 31 de diciembre de 2013
¿Qué es el Año Litúrgico?
Texto completo de la homilía del Santo Padre Francisco:
La visión bíblica y cristiana del tiempo y de la historia no es cíclica, sino lineal: es un camino que va hacia un cumplimiento. Un año que ha pasado, por lo tanto, no nos lleva a una realidad que termina sino a una realidad que se cumple, es un ulterior paso hacia la meta que está delante de nosotros: una meta de esperanza y una meta de felicidad, porque encontraremos a Dios, razón de nuestra esperanza y fuente de nuestra alegría.
Mientras el año 2013 llega a su final, recogemos, como en un cesto, los días, las semanas, los meses que hemos vivido, para ofrecer todo al Señor. Y preguntémonos, con coraje: ¿cómo hemos vivido el tiempo que Él nos ha donado? ¿Lo hemos usado sobre todo para nosotros mismos, para nuestros intereses, o hemos sabido gastarlo también en los otros? ¿Cuánto tiempo hemos reservado para “estar con Dios”, en la oración, en el silencio, en la adoración?
Y pensemos también en nosotros, ciudadanos romanos, pensemos en esta ciudad de Roma. ¿Qué ha sucedido este año? ¿Qué está sucediendo, y qué cosa sucederá? ¿Cómo es la calidad de la vida en esta Ciudad? ¡Depende de todos nosotros! ¿Cómo es la calidad de nuestra “ciudadanía”? ¿Hemos contribuido este año, en nuestra medida, a hacerla habitable, ordenada, acogedora? En efecto, el rostro de una ciudad es como un mosaico cuyas piezas son todos los que la habitan. Cierto, quien inviste una autoridad tiene mayor responsabilidad, pero cada uno es corresponsable, en el bien y en el mal.
Roma es una ciudad de una belleza única. Su patrimonio espiritual y cultural es extraordinario. Sin embargo, también en Roma hay tantas personas marcadas por miserias materiales y morales, personas pobres, infelices, sufrientes, que interpelan la conciencia no sólo de los responsables públicos, sino de cada ciudadano. En Roma tal vez sintamos más fuerte este contraste entre el entorno majestuoso y lleno de belleza artística, y el malestar social de aquellos a los que les cuesta más.
Roma es una ciudad llena de turistas, pero también colmada de refugiados. Roma está llena de gente que trabaja, pero también de personas que no encuentran trabajo o que desarrollan trabajos mal pagados y a veces indignos; y todos tienen el derecho de ser tratados con la misma actitud de acogida y equidad, porque cada uno es portador de dignidad humana.
Es el último día del año. ¿Qué haremos, como nos comportaremos en el próximo año, para hacer un poco mejor nuestra Ciudad? La Roma del nuevo año tendrá un rostro aún más bello si será más rica de humanidad, hospitalidad, acogida; si todos nosotros somos más atentos y generosos con quien está en dificultad; si sabemos colaborar con espíritu constructivo y solidario, para el bien de todos. La Roma del nuevo año será mejor si no habrá personas que la miran “desde lejos”, “en postales”, que miran su vida solamente desde el balcón, sin involucrarse en tantos problemas humanos, problemas de hombres y mujeres que al final… y desde el principio, lo queramos o no, son nuestros hermanos. En esta perspectiva, la Iglesia de Roma se siente comprometida a dar su propia contribución a la vida y al futuro de la Ciudad, ¡pero es su deber! Se siente comprometida a animarla con la levadura del Evangelio, a ser signo e instrumento de la misericordia de Dios.
Esta tarde concluimos el año del Señor 2013 agradeciendo y pidiendo perdón. Dos cosas juntas: agradecer y pedir perdón. Agradecemos por todos los beneficios que el Señor nos ha dispensado, y sobre todo por su paciencia y fidelidad, que se manifiestan en la sucesión de los tiempos, pero de modo particular en la plenitud del tiempo, cuando “Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer”,Gal 4, 4. Que la Madre de Dios, en cuyo nombre mañana iniciaremos un nuevo tramo de nuestro peregrinaje terrenal, nos enseñe a acoger al Dios hecho hombre, para que cada año, cada mes, cada día esté colmado de su eterno Amor. Así sea.
(Traducción de Griselda Mutual y Mariana Puebla – RV).
Concluimos el año del Señor 2013 agradeciendo...
Al término de la celebración el Obispo de Roma fue a la Plaza de San Pedro para detenerse en oración ante el Pesebre y saludar a los numerosos fieles y peregrinos allí reunidos.
En su homilía, el Papa comenzó recordando que el apóstol Juan define el tiempo presente de modo preciso: “Ha llegado la última hora”. Y explicó que esta afirmación - que se lee en la Misa del 31 de diciembre – significa que con la llegada de Dios en la historia estamos ya en los tiempos “últimos”, después de los cuales, el paso final, será la segunda y definitiva venida de Cristo.
Esta tarde, dijo el Papa al final de su homilía, concluimos el año del Señor 2013 agradeciendo y pidiendo perdón. Agradecemos por todos los beneficios que el Señor nos ha dispensado y, sobre todo, por su paciencia y fidelidad, que se manifiestan en la sucesión de los tiempos, pero de modo particular en la plenitud del tiempo, cuando “Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer”. Que la Madre de Dios, en cuyo nombre mañana iniciaremos un nuevo tramo de nuestro peregrinaje terrenal, nos enseñe a acoger al Dios hecho hombre, para que cada año, cada mes, cada día esté colmado de su eterno Amor.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
Texto completo de la homilía del Santo Padre Francisco:
El apóstol Juan define el tiempo presente en modo preciso: “ha llegado la última hora”, 1 Jn2, 18. Esta afirmación – que se lee en la Misa del 31 de diciembre – significa que con la llegada de Dios en la historia estamos ya en los tiempos “últimos”, luego de los cuales, el paso final será la segunda y definitiva venida de Cristo. Naturalmente aquí se habla de la calidad del tiempo, no de su cantidad. Con Jesús ha llegado la “plenitud” del tiempo, plenitud de significado y plenitud de salvación. Y no habrá más una nueva revelación, sino la manifestación plena de aquello que Jesús ha ya revelado. En este sentido estamos en la “última hora”, cada momento de nuestra vida es definitivo y cada acción nuestra está cargada de eternidad; de hecho, la respuesta que damos hoy a Dios que nos ama en Jesucristo, incide en nuestro futuro.
La visión bíblica y cristiana del tiempo y de la historia no es cíclica, sino lineal: es un camino que va hacia un cumplimiento. Un año que ha pasado, por lo tanto, no nos lleva a una realidad que termina sino a una realidad que se cumple, es un ulterior paso hacia la meta que está delante de nosotros: una meta de esperanza y una meta de felicidad, porque encontraremos a Dios, razón de nuestra esperanza y fuente de nuestra alegría.
Mientras el año 2013 llega a su final, recogemos, como en un cesto, los días, las semanas, los meses que hemos vivido, para ofrecer todo al Señor. Y preguntémonos, con coraje: ¿cómo hemos vivido el tiempo que Él nos ha donado? ¿Lo hemos usado sobre todo para nosotros mismos, para nuestros intereses, o hemos sabido gastarlo también en los otros? ¿Cuánto tiempo hemos reservado para “estar con Dios”, en la oración, en el silencio, en la adoración?
Y pensemos también en nosotros, ciudadanos romanos, pensemos en esta ciudad de Roma. ¿Qué ha sucedido este año? ¿Qué está sucediendo, y qué cosa sucederá? ¿Cómo es la calidad de la vida en esta Ciudad? ¡Depende de todos nosotros! ¿Cómo es la calidad de nuestra “ciudadanía”? ¿Hemos contribuido este año, en nuestra medida, a hacerla habitable, ordenada, acogedora? En efecto, el rostro de una ciudad es como un mosaico cuyas piezas son todos los que la habitan. Cierto, quien inviste una autoridad tiene mayor responsabilidad, pero cada uno es corresponsable, en el bien y en el mal.
Roma es una ciudad de una belleza única. Su patrimonio espiritual y cultural es extraordinario. Sin embargo, también en Roma hay tantas personas marcadas por miserias materiales y morales, personas pobres, infelices, sufrientes, que interpelan la conciencia no sólo de los responsables públicos, sino de cada ciudadano. En Roma tal vez sintamos más fuerte este contraste entre el entorno majestuoso y lleno de belleza artística, y el malestar social de aquellos a los que les cuesta más.
Roma es una ciudad llena de turistas, pero también colmada de refugiados. Roma está llena de gente que trabaja, pero también de personas que no encuentran trabajo o que desarrollan trabajos mal pagados y a veces indignos; y todos tienen el derecho de ser tratados con la misma actitud de acogida y equidad, porque cada uno es portador de dignidad humana.
Es el último día del año. ¿Qué haremos, como nos comportaremos en el próximo año, para hacer un poco mejor nuestra Ciudad? La Roma del nuevo año tendrá un rostro aún más bello si será más rica de humanidad, hospitalidad, acogida; si todos nosotros somos más atentos y generosos con quien está en dificultad; si sabemos colaborar con espíritu constructivo y solidario, para el bien de todos. La Roma del nuevo año será mejor si no habrá personas que la miran “desde lejos”, “en postales”, que miran su vida solamente desde el balcón, sin involucrarse en tantos problemas humanos, problemas de hombres y mujeres que al final… y desde el principio, lo queramos o no, son nuestros hermanos. En esta perspectiva, la Iglesia de Roma se siente comprometida a dar su propia contribución a la vida y al futuro de la Ciudad, ¡pero es su deber! Se siente comprometida a animarla con la levadura del Evangelio, a ser signo e instrumento de la misericordia de Dios.
Esta tarde concluimos el año del Señor 2013 agradeciendo y pidiendo perdón. Dos cosas juntas: agradecer y pedir perdón. Agradecemos por todos los beneficios que el Señor nos ha dispensado, y sobre todo por su paciencia y fidelidad, que se manifiestan en la sucesión de los tiempos, pero de modo particular en la plenitud del tiempo, cuando “Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer”,Gal 4, 4. Que la Madre de Dios, en cuyo nombre mañana iniciaremos un nuevo tramo de nuestro peregrinaje terrenal, nos enseñe a acoger al Dios hecho hombre, para que cada año, cada mes, cada día esté colmado de su eterno Amor. Así sea.
(Traducción de Griselda Mutual y Mariana Puebla – RV).
Lectura Patrística
Caricia de ternura, recuerdo, respeto y cerca...
(RV).- (con audio) Francisco envió un mensaje recordando a las jóvenes víctimas del incendio que acabó con la vida de 194 personas, dejando 700 heridos, en un local de la capital argentina, conocido con el nombre de Cromañón. La tragedia ocurrió el 30 de diciembre de 2004 y en el noveno aniversario el Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Poli, sucesor de Jorge Mario Bergoglio, celebró la Santa Misa en la Catedral, en la que Mons. Lozano leyó el mensaje pontificio:
Texto completo del Mensaje del Papa a Mons. Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú y Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social (CEPAS):
«Querido hermano:
En estos días en que se renueva la esperanza no puedo olvidar a los chicos de Cromañón, a sus padres y a sus familiares. Sé que vos estás muy cercano a ellos y por eso te pido que les hagas llegar mi recuerdo y mi cercanía. Las heridas duelen y más todavía cuando no se tratan con ternura. Mirando a Jesús niño, todo ternura, pido para con todos ellos esta actitud: que sepamos tratar con cuidado y ternura todas las heridas. Están allí: no es posible esconderlas ni negarlas. Sólo una tierna caricia desde nuestro corazón, con silencio y respeto puede aliviar. Y como la máxima ternura es la de Dios pidámosle a Él que a cada uno les acerque su consuelo cálido de padre y nos enseñe a todos a no quedarnos solos sino a seguir buscando la compañía de los hermanos. A vos y a ellos les deseo una santa Navidad. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.
Y, por favor, no se olviden de rezar por mí.
Fraternalmente,
Francisco»
(CdM - RV)
Y la Palabra se hizo carne
Juan 1, 1-18. Navidad. Tenemos un tesoro que nadie puede igualar: El Niño recién nacido que duerme en un pesebre, en la ciudad de Belén. Autor: P. Juan Gralla | Fuente: Catholic.net | |
Del santo Evangelio según san Juan 1, 1-18 En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.» Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado. Oración introductoria Gracias, Señor, por esta Navidad. Creo que te hiciste niño para redimirme y mostrarme el amor de Dios Padre. Hoy, como aquellos pastores de Belén, me anuncias la gran noticia: «hoy ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor», ilumina mi oración para saber contemplar este maravilloso misterio de amor. Petición Dame la gracia de ir a tu encuentro en esta oración, con las mismas disposiciones que tuvieron los pastores: humildad y apertura Meditación del Papa Francisco En muchos ámbitos de la vida confiamos en otras personas que conocen las cosas mejor que nosotros. Tenemos confianza en el arquitecto que nos construye la casa, en el farmacéutico que nos da la medicina para curarnos, en el abogado que nos defiende en el tribunal. Tenemos necesidad también de alguien que sea fiable y experto en las cosas de Dios. Jesús, su Hijo, se presenta como aquel que nos explica a Dios. La vida de Cristo -su modo de conocer al Padre, de vivir totalmente en relación con él- abre un espacio nuevo a la experiencia humana, en el que podemos entrar. La importancia de la relación personal con Jesús mediante la fe queda reflejada en los diversos usos que hace san Juan del verbo "creer". Junto a "creer que" es verdad lo que Jesús nos dice, san Juan usa también las locuciones "creer a" Jesús y "creer en" Jesús. "Creemos a" Jesús cuando aceptamos su Palabra, su testimonio, porque él es veraz. "Creemos en" Jesús cuando lo acogemos personalmente en nuestra vida y nos confiamos a él, uniéndonos a él mediante el amor y siguiéndolo a lo largo del camino.(S.S. Francisco, encíclica Lumen fidei n. 18).. Reflexión ¿Quién es el Niño que acaba de nacer? ¿Es el "hijo del artesano"? San Juan empieza su narración de la vida de Jesús diciendo su auténtico origen: ya existía desde el principio de los tiempos. La Palabra eterna habitaba junto a Dios, era Dios; por ella tuvo lugar la Creación. En estas líneas se desvela poco a poco el misterio de Dios que ha querido, por amor gratuito hacia cada uno de nosotros, hacerse hombre y nacer de una mujer. De esta manera tan maravillosa se ha hecho posible lo imposible: el ser humano, en su limitación, ha podido ver a Dios, hablar directamente con Él, compartir la misma comida, escucharle y seguir sus pasos. En este Misterio único, inexplicable y gratuito hemos podido contemplar "la gloria de Dios" y hemos conocido su auténtico rostro. Y todos los que creemos en Él hemos sido iluminados por la Luz verdadera, y se nos ha concedido ser hijos de Dios. Los cristianos tenemos un tesoro que nadie puede igualar. Y ese tesoro debe llenar por completo nuestra vida, porque nuestra felicidad sólo puede colmarse con el Absoluto, con Dios, con ese Niño recién nacido que duerme en un pesebre, en la ciudad de Belén. Propósito Con una alegre creatividad, celebrar la Navidad con auténtico espíritu cristiano. Diálogo con Cristo Jesús, contemplar el misterio de la Navidad me confirma el gran amor que tienes por cada uno de nosotros. Me doy cuenta de que Tú viniste al mundo para amar y para enseñarme a amar. Ayúdame a vivir como Tú en la entrega generosa y delicada a los demás, que mi actitud sea como la de los pastores, que corra presuroso a procurar el bien en todos y en cada uno de los miembros de mi familia. |
lunes, 30 de diciembre de 2013
LECTIO DIVINA El curriculum vitae del Mesías
INVOCATIO: Nos ha amanecido un día sagrado; una gran
luz ha bajado a la tierra.
LECTIO: IJn 2,12-17. Si alguna ama al mundo, no está en el amor del Padre. Sal 95,7-10.
Alégrese el cielo, goce la tierra Lc 2,36-40. El niño crecía en edad y se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios le
acompañaba.
MEDITATIO: Lleva más tiempo
preparar las cosas que hacerlas, capacitarse que realizar; así es con el
Mesías. Pensado desde toda la eternidad, enviado en la plenitud de los tiempos,
al planeta Tierra, formado en Nazaret 30 años y en plena acción sólo 3.
Cualquiera diría que la Trinidad no tiene buenos conocimientos de planeación
estratégica. ¡Qué desperdicio de tiempo! 30 años recluido en el silencio, la
contemplación, la ordinariedad de una aldea. ¿Qué diría una multinacional con
un curriculum así? Nombre: Jesús. Edad:
30 años. Origen: Belén de Judá. Profesión: carpintero y campesino. Habilidades:
comunicación, medicina alternativa. Lenguas: Arameo, algo de griego y latín
clásicos. Grados académicos: casilla en blanco. Religión: Judía. Expertise: 20
años en el pueblo como ayudante en el taller de su padre; conocimientos de
agricultura y geografía, medicina natural. ¿Quién le dará trabajo a este pobre
aldeano? Viste con decencia pero muy austero y rudimentario. No tiene
domicilio, se dedicará a enseñar a la gente sencilla en aulas improvisadas
cuanto aprendió en 30 años al lado de su madre, otra aldeana. También dedicará
tiempo para recorrer los poblados en la rivera del lago de Genesaret para
ejercer sus dotes curativas y quiroprácticas. Este hombre no ha ido a la
escuela pero mucho tiene que decir y hacer después de 30 años de preparación en
el taller de Nazaret. Le quedan 3 años de vida. En ese tiempo se han de cumplir
todas las profecías y palabras del antiguo testamento. Toda la Escritura se
refiere a su persona y a su misión. Cualquiera diría que con esa preparación sin escuela, sin títulos,
sin licenciaturas ni especialización alguna, los atuendos de Mesías le quedarán
muy grandes. ¿Qué tendrá lo silencioso, o contemplativo, lo sencillo, lo
pequeño para que todo un Dios se refugie tanto tiempo allí? ¿No habría prisa
por salvar, curar, enseñar? ¿No hubiera sido mejor invertir los tiempos? Unos
tres o cuatro de preparación –es el tiempo que dura una carrera universitaria-
y luego 30 o 40 de misión? La estrategia de arriba es rara, deja al hombre de
hoy perplejo y pensativo. ¿Será que el hombre del siglo XXI no tiene tiempo
para esas nimiedades? ¿Será que no valora la preparación pausada y comedida
para la vida? ¿Será que el silencio y la vida contemplativa ya no van con el
dinamismo y el espíritu comunicativo y extrovertido del mundo de hoy? Que una
muchacha joven y guapa se meta de monja contemplativa para el resto de la vida,
sin volver a pisar el exterior del convento, hoy se considera absurdo y propio
de la edad media. Para los estándares de allá arriba, la decisión y proporción
fue así, tal cual: 90% de preparación, 10% de acción. Por cada hora de
predicación, por cada hora de curaciones, 9 de silencio, 9 de oración. Una para
los hombres, nueve para Dios.
ORATIO: Niño Jesús, ayúdame a
entender tus proporciones. Mi instinto me empuja al ruido, a la acción, a la
pantalla. Pero te veo allí, en Belén y en Nazaret, recogido, ocupado en las
cosas pequeñas, sencillas y cotidianas, lejos de lo ostentoso, del lujo, del
bullicio de las ciudades.., y entonces estoy seguro que mi instinto es erróneo.
¿Qué tendrá lo pequeño? Si desdeñaste el palacio, el renombre, los dineros, es
porque hiciste de lo sencillo, lo pobre y escondido la cátedra más brillante.
CONTEMPLATIO: El curriculum vitae del Mesías
ACTIO: Ejercicios de navidad. Ajustar las
proporciones. 9 x 1. Más oración pide el Niño de Belén. Mayor espíritu
contemplativo exige el Nazareno. Más dedicación a Dios. Programar el día de
modo que Él se lleve lo mejor de mi tiempo, la ofrenda de todos mis estudios y
actividades. No es mucho lo que El pide…
El Paraíso en la tierra
Mateo 2, 13-15. 19-23. Fiesta de la Sagrada Familia Ciclo A. ¡Qué hermosas son esas familias católicas en donde reina la paz, la armonía y el amor entre todos!
Autor: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Mateo 2, 13-15. 19-23
Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle." El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo. Muerto Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: "Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño." El se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea, y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret; para que se cumpliese el oráculo de los profetas: "Será llamado Nazoreo".
Oración preparatoria
Señor, en mi oración del día de hoy en el que recordamos a la Sagrada Familia, te ofrezco toda mi vida, mi libertad y mi voluntad. Soy tuyo, a Ti me entrego con todo lo que soy y lo que tengo. Que tu gracia me permita escuchar tu voluntad para que mi testimonio de vida convierta y dé esperanza a mi familia.
Petición
Señor, te pido por mi familia, dale un amor fuerte. Acrecienta mi confianza en Ti y ayúdame a poner todas mis ilusiones en santificarme para alcanzar la gloria eterna.
Meditación del Papa Francisco
En el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó el oficio a Jesús. ¿Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia?
Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio; y eso es lo que Dios le pidió a David, como hemos escuchado en la primera Lectura: Dios no quiere una casa construida por el hombre, sino la fidelidad a su palabra, a su designio; y es Dios mismo quien construye la casa, pero de piedras vivas marcadas por su Espíritu (...)
En los Evangelios, san José aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura. (S.S. Francisco, 19 de marzo de 2013).
Reflexión
Un buen hogar siempre estará donde el camino esté lleno de paciencia, donde la almohada esté llena de secretos y el perdón esté lleno de rosas. Estará donde el puente se halle tendido para pasar, donde las caras estén dispuestas para sonreír, las mentes activas para pensar y las voluntades deseosas para servir.
Un buen hogar siempre estará donde los besos tengan vuelo, y los pasos mucha seguridad; donde los tropiezos tengan cordura, y los detalles significación; donde abunde la ternura y el respeto en el trato diario; donde el deber sea gustoso, la armonía contagiosa y dulce la paz.
Un buen hogar siempre estará donde el crecimiento sea por el mismo tronco y el fruto por la misma raíz; donde la navegación sea por la misma orilla y hacia el mismo puerto; donde la autoridad se haga sentir y, sin miedos ni amenazas, llene la función de encauzar, dirigir y proteger; donde los abuelos sean reverenciados, los padres obedecidos y los hijos vigilados.
Un buen hogar siempre estará donde el fracaso y el éxito sean de todos; donde disentir sea intercambiar y no guerrear; donde la formación junte los eslabones y la oración forme la cadena; donde las pajas se pongan con el alma y los hijos se calienten con amor; donde el vivir esté lleno de sol y el sufrir esté lleno de fe.
Un buen hogar siempre estará en el ambiente donde naciste, en el huerto donde creciste, en el molde donde te configuraste y el taller donde te puliste. Y muchas veces será el punto de referencia y la credencial para conocerte, porque el hogar esculpe el carácter, imprime rasgos, deja señales, marca huellas indelebles. Con buenos hogares se podría salvar al mundo, porque ellos tocan a fondo la conducta de los hombres, la felicidad de los pueblos y la raíz de la vida.
Aunque hay excepciones, ese hogar primero, ese "hogar tronco", nunca se pierde: ¡te lo llevas en el alma! Nunca se oscurece; queda en las luces que te alumbran el camino. Y nunca se lo lleva el viento; queda prendido en tu raíz. De ese hogar salen las grandes alas que te permiten volar y hacerte águila. Del hogar salen los principios fuertes que enmarcan tu figura para hacerte gigante. Del hogar sale esa fuerza de la fe que resplandece para hacerte estrella.
¡De ahí salen obras maestras! Porque ahí se gestan los grandes valores del mundo, ahí se incuban las almas de resistencia, de temple y de fe. De ahí salen los grandes conductores de la humanidad, ¡y los grandes seguidores de Cristo! El hogar, hoy en día, es una prioridad, pues, como la buena tierra, ¡da lo que le siembran!
No recuerdo dónde encontré este texto, pero me parece una maravillosa meditación para celebrar hoy a la Sagrada Familia, modelo y prototipo de todas las familias cristianas. Esto es lo que debería ser cada familia. Si cada hogar católico tuviera estas cualidades, el mundo sería mucho más bello, más justo y más humano.
¿Cómo te imaginas tú a aquella familia de Nazaret, compuesta por Jesús, María y José? ¡Qué almas tan exquisitas, de tanta elevación humana y moral, y tan santas! Aun en medio de la sencillez de lo ordinario, su vida estaría, sin duda, permeada de fe, de dulzura, de amor, de comprensión, de obediencia, de servicio y de oración. ¡De verdad que sería un verdadero paraíso en la tierra!....
El Evangelio de hoy se complace en presentarnos reiteradamente la obediencia y la disponibilidad de José a la voluntad de Dios, expresada a través del mensaje del ángel. José, como padre y esposo, era también el guardián y protector de la Virgen Madre y del Niño Jesús. ¡Qué inmensos tesoros quiso confiar Dios a la humildad y a la sencillez de este gran hombre! Y por ello supo ser también digna cabeza de esta Sagrada Familia.
Todos los padres y esposos cristianos deberían esforzarse sinceramente por imitar a este "varón justo" -como llama el Evangelio, sencillamente, san José-. Y entonces, estoy seguro, su autoridad sería mucho más dulce y llevadera, y sus familias más hermosas, más piadosas, más serenas y risueñas. Yo he conocido muchos hogares así, por fortuna, y son una auténtica bendición de Dios para toda la humanidad.
¡Qué hermosas son esas familias católicas en donde reina la paz, la armonía y el amor entre todos! Y no digo que no tenga que haber esas normales desaveniencias que se dan en todo núcleo humano. Negarlo sería caer en un angelismo ingenuo e idealista. Pero, en medio de esos avatares, son maravillosos esos hogares en los que se palpa a Dios, se vive el Evangelio y se trata de vivir como aquella familia de Nazaret.
El Papa Pablo VI, cuando visitó Tierra Santa en enero de 1964, dirigió una hermosa alocución en el lugar que vio crecer a Jesús. Y, hablando de las principales enseñanzas de la Sagrada Familia, decía: "Que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irreemplazable que es su pedagogía, y lo fundamental e incomparable que es su función en el plano social".
La familia cristiana -como recordaba el Concilio Vaticano II- es una "iglesia doméstica", pues en ella se nace no sólo a la vida física, sino también, en cierto modo, a la vida de la gracia. Ella es como la puerta de ingreso a la fe y a la vida eterna, pues son los padres cristianos quienes acercan a sus hijos al bautismo, los encaminan a los sacramentos y les propician una auténtica educación en la fe y en el amor a Dios.
Además, el hogar es el nido en donde el infante, el niño, el joven y el hombre maduro encuentran siempre comprensión, indulgencia, fortaleza, apoyo, amor desinteresado y puro, y una santa elevación hacia las cosas eternas.
Propósito
En el fondo, todos seguimos siendo un poco niños toda la vida y, por ello mismo, profundamente necesitados del calor de una familia. Que en el corazón de María, de Jesús y de José encontramos ese tesoro que anhela nuestra alma. Y es lo que también nosotros, como cristianos, hemos de dar a los demás, a ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret.
domingo, 29 de diciembre de 2013
El dogma de la infalibilidad papal
Veremos qué es y que no es la infalibilidad papal, y en qué casos se puede aplicar, además del hecho de que estuvo siempre presente en la tradición viva de la Iglesia, y no es un invento modernista. Autor: Christian | Fuente: apologia21.com | |
MITO: En 1870 el Papa decidió que era infalible y su opinión irrefutable. Desde entonces los católicos creen que el Papa nunca se equivoca. Si en algún tema el Papa cambia de postura, entonces está demostrando por pura paradoja que su infalibilidad es pura ficción. "Bienaventurado eres, Simón Bar-Joná, porque no te ha revelado eso la carne y la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro (Petros), y que sobre esta piedra (petra) edificaré Mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a ti daré la llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares sobre la tierra, será también atado en los cielos; y todo lo que desatares sobre la tierra, será también desatado en los cielos". (Mateo 16:17-19)En el original griego, "petra" es piedra, más exactamente "roca grande", y al igual que en castellano es sustantivo femenino. A Simón no le puede dar un nombre femenino así que lo masculiniza y le llama "Petros", o sea, exactamente la misma palabra pero cambiada de género puesto que cambia el género de la cosa nombrada, algo de fácil comprensión para un hablante de español. Pero aunque este pasaje se escribió originalmente en griego, las palabras dichas por Jesús fueron en arameo, y en ese idioma la palabra para piedra es "kepha" (por eso se le llama también Simón-Cefás) no varía, así que lo que Jesús dijo originalmente es "Tú eres Kepha y sobre esta kepha edificaré mi Iglesia". (Si desea profundizar más en esta cuestión puede consultar nuestro artículo: ¿De dónde sacan los católicos que Pedro fue el primer Papa?) Otro pasaje, palabras que Jesús le dijo a Pedro durante la Última Cena: "Simón, Simón, mira que Satanás va tras de vosotros para zarandearos, como trigo: Más yo he rogado por ti a fin de que tu fe no perezca; y tú, cuando te conviertas, confirma a tus hermanos" (Lucas 22:31-32)Cuando Jesús resucitado se aparece a Pedro, perdona sus tres negaciones con otras tantas bendiciones que señalan su futura función: "apacienta mis corderos... apacienta mis corderos... apacienta mis ovejas" (Juan 21:15-17)Pedro es el pastor, los cristianos los corderos, la verdad el alimento que nos debe dar. Y que Jesús no tenía ninguna intención de dejar a su Iglesia abandonada a sus propios recursos, sino que pensaba sostenerla y ayudarla a conservar la fe por siempre, lo vemos en este otro pasaje: "A mí se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra. Id pues, e instruid a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándolas a observar todas las cosas que yo os he mandado. Y estad ciertos que yo estaré siempre con vosotros, hasta la consumación de los siglos" (Mateo 28:18-20)Esta guía doctrinal vendrá del Espíritu Santo: "Y yo rogaré al Padre, y os daré otro Consolador, para que esté con vosotros eternamente, el Espíritu de Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve, ni le conoce; pero vosotros le conoceréis, porque morará con vosotros, y estará dentro de vosotros... Mas el Consolador, el Espíritu Santo, que mi Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo, y os recordará cuantas cosas os tengo dichas" (Juan 14:16-17,26).Los protestantes interpretan este pasaje como que Dios nos concedió a todos la inspiración necesaria para entender e interpretar correctamente las Escrituras. En tal caso no hay más que mirar su situación para ver que no ha sido así: cada protestante tiene capacidad para variar la doctrina y crear su propia iglesia (por eso hay miles de ellas). Los católicos creemos que sólo el Papa recibe esta ayuda cuando se trata de interpretar la doctrina, por eso nuestra Iglesia sigue siendo Una, Santa[1], Católica (= universal) y Apostólica. PARTE 1 LA INFALIBILIDAD DE LA IGLESIA Y SU MANIFESTACIÓN A TRAVÉS DEL PAPA La Iglesia, desde el principio, ha considerado que se pueden hacer declaraciones oficiales infalibles en asuntos de doctrina de dos maneras: mediante concilios católicos (universales) y mediante declaraciones papales (preferentemente dentro de un concilio y arropado por él). La infalibilidad que Jesús garantiza a su Iglesia ("os lo enseñará todo") cristaliza en su cabeza visible, el papa, de forma que sólo hay una voz, sólo hay una fe, sólo hay una doctrina (sólo una libre de error, claro). Esta promesa se da, como vimos, "hasta la consumación de los siglos", así que no se limita a Pedro, sino a todos sus sucesores. Jesús promete enviar a su Iglesia el Espíritu Santo para que la mantenga libre de error; no para que no exista la herejía, sino para que la Iglesia sepa librase de ella y sobreviva. No dijo Jesús que las puertas del infierno no se acercarían a la Iglesia, sino que no "prevalecerían" contra ella, o sea, que en la lucha contra el mal y el error, la Iglesia saldría siempre victoriosa, intacta. Desde el principio, los cristianos estaban convencidos de que el Espíritu Santo velaba por su Iglesia y evitaba que las doctrinas erróneas (que enseguida proliferaron) pudieran triunfar y asentarse dentro. Para ello, desde el mismo inicio organizaron concilios donde discutir las diferencias que surgían, convencidos de que en esos concilios el Espíritu les ayudaría a establecer la verdad (véase en Hechos el Concilio de Jerusalén que organizaron los apóstoles). Pero junto a los concilios vemos desde el principio la autoridad mayor que muestra Pedro y luego sus sucesores. Los protestantes señalan que en el Concilio de Jerusalén no fue Pedro el protagonista, sino Pablo, con lo cual cuestionan su papel de líder. Esto no es correcto, Pablo no fue el líder del concilio, sino quien planteó la cuestión que allí se trataba, o sea, quien llevó el problema buscando una solución. Quien presidió el concilio tampoco fue Pedro, sino Santiago, pues era él el jefe de la Iglesia de Jerusalén. Pero si leemos la descripción del concilio en Hechos 15 vemos que solo se recogen dos discursos, primero el de Pedro, que ofrece la solución que luego será aprobada, y luego el de Santiago, que comunica la decisión del concilio y la justifica haciendo referencia a Pedro y el razonamiento por él expuesto. Por tanto lo que vemos en el concilio es, más allá de las formas en sí, a Pedro liderando las decisiones y siendo el punto de referencia, aunque no el dictador que decide al margen de los demás. Con concilio o sin él, un Papa debe estar arropado por la Iglesia, no actuar al margen de ella, y en ese sentido el Concilio de Jerusalén marcó el modelo a seguir. Eso mismo lo vemos en posteriores concilios, donde el patriarca de Roma tiene un peso especial y su opinión es respetada por todos. La lapidaria frase "Pedro habló por boca de León" recoge un buen ejemplo temprano de esta primacía. El Concilio de Calcedonia (año 451) se reunió para decidir sobre el monofismo (la creencia de que Jesús era sólo Dios, no hombre) que se estaban extendiendo por oriente. Tras los debates, el patriarca romano, San León Magno, ratificó el credo de Nicea y declaró las nuevas ideas herejes. Tras su declaración, toda la asamblea (suponemos que excepto los herejes) dijo la famosa alocución: "Esta es la fe católica. Pedro habló por boca de León". Las definiciones dogmáticas de este concilio han sido reconocidas desde entonces como infalibles tanto por la actual Iglesia Católica como por la actual Iglesia Ortodoxa (las dos ramas en que quedó dividida la Iglesia original). En el ejemplo de Calcedonia, que no fue la excepción sino la norma, hablamos de 630 padres conciliares, de los cuales sólo cinco eran del patriarcado romano, y aún así, su autoridad fue por todos aceptada como la principal. También vemos que el Papa no actuó imponiendo su voluntad en contra del sentir mayoritario, al contrario, recogió y dio forma sólida a ese sentir, y vemos también cómo la Iglesia en su conjunto consideraba infalible la doctrina que se aclaraba y fijaba (que no inventaba) en esos concilios. Todos los dogmas de antes y ahora son declaraciones formales de algo que ya existía en la Iglesia, no ideas nuevas innovadoras que cambian la doctrina. Como vimos en el ejemplo anterior, la creencia en la infalibilidad de la Iglesia ya estaba establecida desde siempre, y el papel de Pedro y sus sucesores como cabezas de esa Iglesia también, aunque es cierto (y en esto las épocas pueden variar en uno u otro sentido) que a lo largo de los siglos el papel del Papa fue adquiriendo cada vez más relevancia y focalización. Esto se puede considerar deseable o un exceso, pero no un error doctrinal o una ruptura con la tradición. Precisamente el tener una sola voz es una de las grandes bazas de nuestra Iglesia y la garantía de unidad. Así pues, en contra del mito, El Papa ni antes ni ahora actúa como un individuo dotado de poderes especiales que le sitúan por encima de la Iglesia, sino que está dotado para funcionar como catalizador, purificador y condensador de las ideas de esa Iglesia. El Papa no es un dictador doctrinal que impone sus ideas, es la cabeza visible y única que asume y difunde con una sola voz la doctrina de toda la Iglesia. Si un Papa se inventara una doctrina y pretendiera imponerla en contra del sentir general de la Iglesia, entonces tendríamos que admitir que "las puertas del infierno" han prevalecido contra la Iglesia, y eso todos los cristianos estamos de acuerdo en que no es posible. PARTE 2 ¿QUÉ NO ES LA INFALIBILIDAD PAPAL? Muy por el contrario de lo que piensan muchas personas, la infalibilidad no significa que el Papa esté divinamente inspirado. Los Apóstoles y los Evangelistas recibieron este don, y sus escritos son aceptados como palabra inspirada por Dios. Más la Iglesia no afirma que el Papa esté inspirado, o que reciba alguna revelación divina, estrictamente hablando. Así, el Concilio Vaticano I (el mismo que proclamó este dogma) declara: "Porque el Espíritu Santo no les fue prometido a los sucesores de Pedro, a fin de que ellos propaguen una nueva doctrina revelada, sino que, bajo la asistencia del Divino Espíritu, puedan preservar incólume, y explicar con toda fidelidad la revelación o depósito de la fe, trasmitido por los apóstoles".Por tanto el Papa no puede (ni mediante declaración dogmática ni ninguna otra) poner, quitar o modificar doctrinas de fe. Su misión es sólo preservarla y transmitirla tal como nos llegó desde los apóstoles y mantenerla libre de error. Es muy deseable que el papa, como cabeza más visible de la Iglesia, sea hombre de grandes virtudes y refleje en su vida los valores cristianos. Pero no es esa su función, su función es la de ser guardián de la fe, y si él como persona es un santo o un escandaloso pecador, eso tendrá consecuencias terribles para las relaciones públicas de la Iglesia, pero no para su integridad. Aún así, como es de esperar, la mayoría de los papas han sido poseedores de grandes virtudes: De los 30 primeros papas, 29 murieron mártires por defender su fe (verdad es que los historiadores modernos ponen en duda algunos casos, pero ello seguiría dejando un porcentaje abrumador). De los 260 papas que ha habido, 69 han pasado a considerarse santos por sus grandes virtudes cristianas. Sólo 6 de ellos han sido de vida depravada (6 de 260!). Pero incluso algunos consideran que esos 6, o aunque fuese uno solo, son suficientes para no creer que los papas sean elegidos por inspiración del Espíritu Santo. A los que piensan así (católicos y no católicos) habría que recordarles que el mismo Jesús eligió directamente a sus 12 representantes y de ellos 1 fue Judas, que le traicionó (1 de 12). Con un poco de sana broma podríamos añadir que la Iglesia ha mejorado la proporción con mucho (pero mejor no lo decimos porque si alguien no capta la ironía del comentario podría considerarlo blasfemo). Y aún así, esas 6 ovejas negras del papado son un gran punto a nuestro favor, pues aunque hicieron mucho daño a la Iglesia en muchísimos aspectos, el Espíritu Santo, que les había elegido por alguna razón, hizo que a nivel doctrinal mantuvieran limpia y clara la fe de la Iglesia. Ni uno sólo de ellos causó el menor daño a la doctrina, incluso algunos lucharon eficazmente por limpiarla de algunas nuevas herejías. Esto prueba que el Espíritu se asegura de que el papa, en su misión de guardián de la doctrina, mantenga su infalibilidad, pero a nivel humano, cada Papa tiene que luchar con sus propias tentaciones igual que los demás, no posee a ese nivel ningún privilegio que le haga las cosas más fáciles. Y yendo mucho más atrás y atacando al mismo primer papa, Pedro, los hay que dicen que Pedro dio muestras de muy poca infalibilidad doctrinal cuando fue capaz de negar a Cristo tres veces. Ante esto podemos decir por un lado que lo que hizo Pedro en las negaciones no fue una declaración doctrinal, sino mentir por miedo a que le mataran (con lo que sería un asunto de impecabilidad, no de infalibilidad), y si esto no basta, hay que recordar que Pedro fue "nombrado papa" más tarde, cuando Jesús ya había resucitado, por tanto en esos momentos todavía no era Papa ni había recibido del Espíritu Santo en Pentecostés la prometida infalibilidad. Los protestantes a menudo mencionan también el famoso conflicto entre Pedro y Pablo mencionado por Pablo en su carta a los gálatas, conflicto que probablemente fue posterior al mencionado Concilio de Jerusalén. El concilio había decidido que los cristianos no necesitaban sujetarse a la Ley de Moisés. Pedro fue a Antioquía, donde estaba Pablo, y allí comía con los cristianos de origen pagano (algo considerado impuro por los judíos). Pero llegaron de Jerusalén unos cristianos judaizantes que no veían eso con buenos ojos, y por alguna razón (por evitar censuras o evitar conflictos) Pedro dejó de comer con los de origen pagano y muchos cristianos de origen judío le imitaron. Pablo, justamente, reprende a Pedro en público por su conducta acomodaticia. Pero esto no es una prueba de que Pedro cae en el error doctrinal, simplemente es un ejemplo de los defectos de todos los seres humanos, incluido el papa, incluido San Pedro (solo Jesús estuvo libre de defectos). El hecho de que Pablo reprendiera a Pedro públicamente tampoco significa un desprecio a su papel de líder y menos aún es la prueba de que Pedro no era líder de nada. Si Pedro o un Papa son hallados en una conducta reprensible, hasta el más "insignificante" de los cristianos católicos tiene perfecto derecho a levantar su voz y reprenderlo, pues con ello no se pone en cuestión su papel vicario sino que simplemente se pone en evidencia su debilidad humana y su falta de cohesión. En el Concilio de Jerusalén Pedro mostró las cualidades que debe mostrar un Papa (sobre todo en asuntos doctrinales). Pablo no se inventó una doctrina nueva y le convenció de ella a Pedro, Pablo razonó y aclaró a Pedro que lo que él proponía (que los gentiles no necesitaban sujetarse a la ley de Moisés) se derivaba directamente del espíritu de la doctrina de Jesús, y razonó por qué. Sólo después de escuchar a Pablo y a los demás, tomó Pedro la decisión, también basándose en inferencias sobre las Escrituras, y tras su declaración, el asunto quedó zanjado, no por imposición de Pedro, sino porque su decisión fue reconocida correcta por todo el concilio (lo cual vemos por el discurso oficial de Santiago, el que presidía). Ahí tenemos a un papa, no a un dictador ni a un iluminado líder carismático. (por eso le llaman "su santidad") El título de "su santidad", independientemente de que nos guste ahora más o menos, es simplemente un título honorífico, no indica que sea realmente santo, de lo contrario todos los papas pasarían automáticamente a ser declarados santos tras su muerte, y la mayoría no lo son. La santidad depositada en el Papa se refiere más bien al cargo que representa como vicario de Cristo, no a él como persona humana. Es la santidad del Espíritu Santo que protege su función y la santidad de Jesús, al que representa, lo que reconocemos al llamarle "su santidad". Pero tampoco tiene ningún fundamento quienes dicen que el Papa (además de ser el anticristo) se cree, o intenta hacer creer, que es santo y perfecto. El Papa reconoce tener las mismas debilidades a que están sujetos todos los demás hombres. Todas las mañanas al principiar la Misa, dice humildemente al pie del altar: "Yo pecador me confieso a Dios todopoderoso... que pequé gravemente en pensamiento, palabra y obra". Asimismo, al ofertorio de la Misa, ora: "Recibe Padre santo, Dios omnipotente y eterno, esta Hostia inmaculada, que yo indigno siervo tuyo, te ofrezco por mis innumerables pecados, ofensas y omisiones". Definitivamente, no parecen estas palabras de una institución, el papado, que se considera libre de pecado. Los no católicos se escandalizan de que un ser humano pueda arrogarse el don de la infalibilidad, que sólo pertenece a Dios, y lo declaran blasfemia. Pero el asunto a veces queda englobado en algo mucho peor: en muchos blogs protestantes he leído repetidamente la acusación de que los católicos "adoran" al Papa (y a la Virgen, y a los santos, incluso a las imágenes y reliquias) en lugar de adorar sólo a Dios, por lo que somos idólatras y en realidad no somos cristianos (!!). Esto es un grave error de apreciación, cualquier católico se escandalizaría si su parroquia organizara un acto para "adorar al papa". Sólo se adora a Dios, punto. Lo que los protestantes no entienden (los ortodoxos sí) es lo que nosotros llamamos "venerar". Venerar es mostrar un profundo respeto, amor y devoción por algo que nos acerca a Dios de una u otra forma. Una imagen nos puede ayudar a conectar psicológica y emocionalmente con lo sagrado, por eso se puede venerar, los santos (incluida la más santa de los santos: María) nos acercan a Dios con su ejemplo y su intercesión, por eso se pueden venerar. Pero la veneración es un acto tan religioso como humano. Una persona puede venerar a sus padres porque los ama y respecta profundamente, un patriota puede venerar a su país, y un enamorado puede sentir una total veneración por la foto de su amada que tiene puesta en el salón (no porque ame a la foto, sino porque al mirarla se siente más cerca de su amada, la siente más presente) y nadie les puede acusar de idólatras por ello. Cuando alguien nos acusa de idolatría por rezar y emocionarnos ante una imagen es como si alguien acusara de adulterio al marido que, estando su esposa ausente, se emociona y habla con su retrato al irse a dormir. Y volviendo al tema concreto del papa, los católicos, que le consideramos representante (vicario) de Cristo en la Iglesia, le veneramos y respetamos porque representa a Jesús, no por sus propios méritos. PARTE 3 ¿QUÉ ES REALMENTE LA INFALIBILIDAD PAPAL Y CUÁNDO ES EL Papa INFALIBLE? En 1870 El Concilio Vaticano I (reunión de obispos, teólogos, etc) declaró el dogma de la Infalibilidad papal con las siguientes palabras: "El Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra (= con autoridad), esto es, cuando en el ejercicio de su oficio de pastor y maestro de todos los cristianos, en virtud de su suprema autoridad apostólica, define una doctrina de fe o costumbres como que debe ser sostenida por toda la Iglesia, posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de fe y costumbres. Por esto, dichas definiciones del Romano Pontífice son en sí mismas, y no por el consentimiento de la Iglesia[2], irreformables." (Constitución dogmática Pastor Aeternus, Cap 4) O sea, no se declara que todo lo que dice el Papa sea infalible, sólo lo es cuando hace una declaración formal en ciertas condiciones. El propio Catecismo de la Iglesia (-891) nombra tres condiciones que deben reunirse para que una definición pontificia sea ex cathedra: 1- El Papa debe hablar "como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos". (o sea, debe dirigirse a y hablar en nombre de la Iglesia universal, no por cuenta propia expresando su opinión personal) 2- El Papa "proclama por un acto definitivo la doctrina". (Cuando el Papa claramente expresa que la doctrina es definitiva, no puede cambiar) 3- El Papa habla "en cuestiones de fe y moral" (por tanto no es infalible si habla de ciencia, política, economía, deportes o lo rico que está el repollo) La misión de la Iglesia, y por tanto del papa, es la de preservar pura y sin contaminación la doctrina original cristiana tal como nos fue entregada por los apóstoles, y ninguna declaración ni dogma puede añadir o quitar nada a la doctrina original, sólo clarificarla y preservarla. El Papa no es el autor de la Revelación, sino su infalible intérprete y expositor. No tiene autoridad para quebrantar la ley divina o cambiar un solo ápice de la Escritura. Sus funciones se limitan a trasmitir incólume la fe a través de los siglos. A esto se añade, en la práctica, que el Papa se convierte en portavoz y árbitro de la voz de la Iglesia, pero no puede usar su infalibilidad para oponerse a ella. Dicho de otro modo, el Papa puede "fijar" una doctrina que es aceptada por la mayoría, incluso tomar partido cuando hay conflicto de opiniones, pero si pretendiese imponer a la Iglesia algo nuevo, algo que la Iglesia no cree... bueno, ya lo comentamos anteriormente, las puertas del infierno no pueden prevalecer contra la Iglesia así que esta situación se considera imposible. Total, que teniendo en cuenta todo lo que hay que tener para que una declaración papal se considere infalible, sólo se ha invocado oficialmente dicha infalibilidad en dos declaraciones papales, las declaraciones de los dos últimos dogmas marianos (la Inmaculada Concepción, 1854 y la Asunción, 1950), que son al fin y al cabo creencias aceptadas ya por la Iglesia primitiva (los mismos ortodoxos comparten estas creencias aunque las rechazan como dogmas porque no aceptan la autoridad del papa). Esto no quiere decir que con anterioridad no se considerasen infalibles declaraciones formales hechas por papas o concilios, pero vemos que estrictamente hablando, tras la declaración del dogma en 1870 sólo una vez el Papa ha usado esta infalibilidad para afirmar como dogma algo que la Iglesia siempre había ya creído. Juan Pablo II, por poner un ejemplo, fue Papa durante 27 y gobernó la Iglesia estupendamente bien sin necesidad de usar ni una sola vez la prerrogativa de infalibilidad. Pero puede que la cuestión no sea tanto si la Iglesia (en concilio o en su cabeza, el papa) es infalible como si realmente era necesario y conveniente declararlo dogma. Al fin y al cabo, la Iglesia llevaba 19 siglos asumiendo que el Espíritu Santo la libraba de todo error, y nunca había sido necesario crear un nuevo dogma oficial en torno a ello. Francis Simons, obispo de Indore, escribió: "En general los teólogos aceptan que sólo dos definiciones doctrinales de los papas reúnen con seguridad las condiciones requeridas para ser infalibles: las que se refieren a la inmaculada concepción de María y a su asunción en cuerpo y alma al cielo. Ambas definieron lo que ya era aceptado en la Iglesia de un modo general. Es, pues, difícil creer que realmente urgiesen o fuesen necesarias semejantes definiciones. Una prerrogativa que quizá sólo se ha usado dos veces en 1.900 años, y aún entonces únicamente para definir unas doctrinas que no precisaban con urgencia una definición infalible, difícilmente puede ser una prerrogativa necesaria." Un católico no puede negar la infalibilidad pero es una opinión respetable pensar, como este obispo, que no era necesario proclamarlo como dogma. Aún así, su afirmación de que esa prerrogativa "sólo se ha usado dos veces en 1.900 años" es ambigua y confusa. Si se interpreta como que la declaración de un Papa sólo ha sido infalible en dos ocasiones, es falso. Como hemos visto anteriormente, desde el principio Pedro y sus sucesores han hablado con infalibilidad en numerosas ocasiones. Lo que ocurre es que al transcurrir de los siglos, la doctrina de la Iglesia ha ido siendo fijada y cada vez era menos necesario el uso de la infalibilidad. Lo que sí es cierto es que, tal como se definió el dogma de la infalibilidad y las condiciones para su cumplimiento, sólo se ha utilizado esta manera concreta de proclamar una doctrina infalible en dos ocasiones. Muchos opinan que si esta verdad no se hubiera convertido en dogma, la reconciliación de las diferentes iglesias cristianas sería más fácil, otros opinan que sin proclamar alto y claro esta verdad, precisamente en estos nuevos tiempos de acercamiento y diálogo -y de relativismo- se correría el serio peligro de "negociar" verdades de fe para buscar un compromiso, y la verdad es innegociable. Se puede considerar que la declaración del dogma fue conveniente o inconveniente, pero no es correcto decir que esta verdad fue "inventada" en 1870, la creencia de que el Espíritu Santo mantenía a su Iglesia libre de error (a través del Papa o de los concilios) la encontramos bien asentada desde el principio. Y en cuanto al enfoque puramente apologético, no podemos esperar que un no-católico acepte que el Papa es infalible en alguna circunstancia, pero al menos sí podemos intentar hacerle entender qué significa realmente esta creencia para que no sigan repitiendeo de buena fe aquell falsedad de que los católicos creen que el Papa "nunca se equivoca" en lo que dice. -------------------------------------------------- [1] "Santa" es por su carácter sagrado, por pertenecer a Dios, no porque sus miembros sean todos santos. En otras palabras la Iglesia es santa aunque sus miembros somos todos pecadores. [2] "Y no por el consentimiento de la Iglesia" significa que la autoridad del Papa no proviene de un acuerdo adoptado por la Iglesia cediéndosela, sino que proviene de Dios. |
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