INVOCATIO: Levanten la cabeza, se acerca vuestra
liberación.
LECTIO: Mal 3,1-4.23-24. Yo les voy a enviar a Elías, el profeta, antes que
llegue el Día del Señor, grande y terrible. Sal 24,4-5.8-10.14.
Todos los senderos del Señor son amor y
fidelidad. Lc 1,57-66. Su nombre es Juan…; porque la mano del Señor estaba
con él.
MEDITATIO: Nace el mayor de los profetas aunque cualquiera en el Reino de
los cielos es mayor que él. “Yo envío a mi mensajero para que prepare el camino
delante de mí”. En la larga lista de profetas y justos de Israel, Juan “el
Bautista” nació 6 meses antes del Mesías para prepararle el camino por medio de
su voz y su ejemplo. El profeta Malaquías describe plásticamente en qué ha de
consistir el envío del mensajero precursor. Preparador del camino, fuego
fundidor y lejía de batanero; fuego que purifica como al oro en el crisol,
lejía que lava y blanquea a los que ofrecen sacrificios al Señor. Será grande y
terrible, todo lo ha de reconciliar, pues hará volver el corazón de los padres
a los hijos y de los hijos a los padres.
La misión conciliadora coincide en el Evangelio con la tarea de allanar
los caminos, enderezar las sendas para el Mesías próximo a llegar. “Su nombre
es Juan”, escribe Zacarías en una tablilla, delante de los parientes y amigos. El
ángel por indicación divina, había dado este nombre que en hebreo significa
“Dios es favorable”. Dios favorece la vida, el disfrute, la risa, y en
definitiva la salvación. Dios es favorable a su pueblo y en él simboliza y
descarga su favor al planeta entero, a todos los continentes, a todos los
países, a todas las ciudades, poblados, aldeas, rancherías. Dios es favorable a
la humanidad, Dios concede su favor a todos: los lleva de la mano hacia la
tierra de paz y de justicia. Todo esto se escribe con este nombre: ¡Juan!
Y
todo esto anuncia el último de los profetas antes de la venida del Salvador. Preparar
el camino con la palabra y la acción, con la voz y el ejemplo, con el anuncio y
la vida. Juan es como una campana que
resuena por doquier. “Una voz grita en el desierto, preparen los caminos del
Señor” que ya viene a regir la Tierra con justicia, a los pueblos con rectitud.
Y Juan es también un ejemplo intachable de vida y de virtud. Juan iba vestido
de piel de camello, se ceñía con un cinturón de cuero y se alimentaba de saltamontes
y miel silvestre. Su predicación violenta con signos de intolerancia, de fuego
abrasador y rigidez hacía que la gente viniera a él para ser bautizada en el
Jordán. Juan bautizaba en el río Jordán y la gente se arrepentía de sus pecados
enmendaba su vida. Arrepentimiento y conversión serán los dos pilares de la
predicación de Juan para movilizar al pueblo de Dios para la venida del Mesías.
Sorprenderá y mucho que el Mesías cambie completamente la imagen, el tono y las
formas. La celebración de la Natividad del Mesías no es sino un encanto de
ternura, de cariño y compasión.
ORATIO: Padre del cielo, en vísperas
del nacimiento de tu Hijo, te pido que allanes mis caminos y endereces mi corazón
para recibirlo como a mi Dios, mi Señor, mi Amigo y Redentor.
CONTEMPLATIO: Anunciar a Cristo
ACTIO: Anunciar a Cristo: todo un programa de vida
para cualquier cristiano, sin importar su estado. Anunciarlo y replicarlo en la
casa, en la oficina, en la calle, en el coche, en las vacaciones, en el
descanso, en todas partes. Fue la tarea de Juan y es la tarea del cristiano
inmerso en un mundo secular. El seguidor de Cristo evidencia quién es en su
forma de hablar y conducirse. Un buen propósito es purificar el lenguaje y
abstenerse de palabras que no diría Jesús. Otro sería purificar la conducta de
comportamientos y adicciones incompatibles con el cristianismo. El sello
distintivo es el amor. En esto los conocerán, en que se aman unos a otros como
Cristo los ha amado.
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