martes, 24 de diciembre de 2013

LECTIO DIVINA Plenitud de los tiempos

INVOCATIO: Se cumplió el tiempo establecido en el que

Dios envió a su Hijo a la tierra.


LECTIO: 2Sam

7,1-5.8-12.14. Estuve contigo donde

quiera que fuiste. Sal 24,4-5.8-10.14. Cantaré eternamente tu misericordia, Señor. Lc 1,67-79. Bendito sea el Señor Dios, porque ha visitado a su pueblo…


MEDITATIO: Se cumplió el tiempo, llegó el momento, ya está aquí. ¿Quién

no tiene la experiencia de un momento esperado? El atleta primero al pisar la línea

de meta. El estudiante al cumplir el último examen profesional. El novio al

tocar la puerta de su amada con un ramo de flores. La pareja feliz al alcanzar

los 50 años de amor consagrado alrededor de sus hijos, nietos y bisnietos. La

muchachita preñada al ver a su bebé recién nacido.  Es esta última experiencia la de María,

también compartida por la Trinidad Santa. Es la plenitud de los tiempos, el

instante anhelado desde siempre. La cultura griega dejó tres nombres para

identificar la calidad del tiempo. Cronos, Aidón, kairós. Cronos dicta con

precisión y detalle la cronología del tiempo, la crónica de los eventos, el

orden cronológico de las edades. Es rutinario y frío, nada es trascendente ni

hay nada especial o emocionante; para Cronos la sucesión de los momentos

termina en la medición impecable del cronómetro. Al lado de la flema de Cronos,

nació Aidón, el emperador de las edades, las etapas, las tradiciones. Y con él

aparecieron los bandos, los rangos, la calidad de los tiempos y las estaciones.

Aidón supo distinguir entre la primavera y el invierno, el antes y el post

meridiano, el alba y el atardecer, la mañana y la noche, y desfilaron con Aidón

las diferencias: el tiempo para descansar, para comer, para celebrar, para

trabajar, para estudiar, para enamorarse, para… Si para Cronos todos los

instantes son iguales, Aidón supo distinguir etapas y edades. El candor de la

infancia. La picardía de la pubertad. El dinamismo de la adolescencia. La turbulencia

de la juventud. La cordura de la adultez. La experiencia de la vejez. La

sabiduría de la ancianidad. No contento con todo esto sale en escena Kairós

vestido de gala y de Señor. Es el tiempo único, especial, soberano,

oportunista, singular, irrepetible. Una graduación, la marcha de un proyecto,

la publicación de un libro, la inauguración de un edificio, el arribo del milenio, un nuevo gobierno, el gran premio de la lotería, el primer lugar en el

rally. Para Cronos todos los segundos son idénticos, para Aidón hay etapas y

edades, para Kairós no hay dos momentos iguales. La Navidad es el kairós de

Dios. El momento preciso, el elegido desde toda la eternidad. Mientras los

emperadores romanos se emborrachan, mientras el cosmos sigue su ruta

tradicional, mientras las naciones lo ignoran, mientras Herodes se envenena de

envidia y de celos, llega la plenitud de los tiempos, nace el Mesías tan esperado en una cueva fría, y el instante único e inmortal lo festejan unos pastores. Es el kairós por excelencia, el gran regalo de Dios al mundo. Se

divisa una estrella en el firmamento y luego muchas más. Es un abeto inmenso

lleno de lucecillas y esferas. El ha estado todo el tiempo y cada segundo ha

sido especial. Pero hoy el cosmos canta su misericordia. Bendito porque ha visitado a su pueblo. Es navidad.


ORATIO: Padre de todos los tiempos,

gracias por este momento, gracias por la Navidad, gracias por enviar a tu Hijo

a Belén y a mi corazón. Ya llega el Señor de los ejércitos, el Mesías esperado,

el niño de Belén. Es conducido por el Espíritu Divino, lo visten unos paños de

algodón y lo reciben los brazos de María y unas pajas de heno y de cebada.

Quiera ser mi corazón esos paños, esos brazos, esas pajas. 


CONTEMPLATIO:  plenitud de los tiempos


ACTIO: Ejercicios varios para un Kairós. Navidad es

Profusión de alegría en cada segundo del reloj. No estés nunca tristes porque

Dios está a tu lado en cada instante de tu vida. Navidad es la estación del

regalo y del compartir. Dios regala a su hijo. El hombre qué regala? Regálalo

todo, vive al día. Haz felices a los demás dándoles todo, dándote a ti. Navidad

es tiempo de hospitalidad. Hospedar al amigo, al conocido, al familiar y

festejar. Hospedar también al desconocido, al necesitado, al pobre y tal vez al

enemigo, al que te ha ofendido, al que te ha trampeado y mentido. Hospedar es

perdonar y acoger. Dios se hospedó en una cueva porque no había otro lugar para

él. Hospédalo hoy en tu corazón.

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