sábado, 28 de diciembre de 2013

LECTIO DIVINA Un INRI en las calles

INVOCATIO: El ángel del Señor se apareció en sueños.


LECTIO: IJn 1,5;2,2. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos. Sal 123,2-5.7-8.

Nuestra ayuda está en el nombre del Señor. Mt

2,13-18. Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto.


MEDITATIO: Nada ni nadie podrá jamás consolar a una madre por el arrebato

prematuro de su hijo. La matanza de los inocentes prefigura y presagia el dolor

atroz que sufrirá la madre de Dios ante el patíbulo de la cruz. Todavía hay

llanto en las calles de Belén y luto denso en las moradas del cielo. Miles de

niños privados de la vida por la crueldad de un tirano, sufren de manera

anticipada la condición  de Jesús,

rechazado por el planeta Tierra y condenado impunemente. Nada hay más sensible

a la opinión pública de hoy que la integridad de un niño. Y a la vez no hay

mayor causa humana que la muerte de los inocentes. Es la bandera que dirime las

urnas, la razón millonaria de la industria farmacéutica y la reforma sanitaria,

el tema de boga para levantar o callar a los líderes de opinión masiva. Y es

que ¡como no hablan! ¡como no se defienden! ¡como no aparecen en las comisiones

de derechos! ¡como no marchan con pancartas ni organizan huelgas de hambre!

¡como nadie escucha su gemido tras el puñal en el vientre asesino! Entonces es

una buena opción la muerte. Así le pareció a Herodes, no fuera que uno de esos

monstruos pequeños tuviera la osadía de arrebatarle la corona. Ya sucedía, en

la Esparta guerrera, la eliminación de las niñas y de los niños no aptos para

la guerra; y era práctica común, en tiempo de los Macabeos, arrojar a los niños

no queridos a la inmundicia de la Gehena. Y es de todos sabido que el mundo de

hoy tan avanzado y versátil desecha 46 millones de inocentes cada año. En cada

personita eliminada está escondido el Niño de Belén. Es constante en el

Evangelio el anuncio de la pasión y muerte del Señor. Así había de cumplirse la

Escritura, en el sacrificio capital de Uno por muchos y de muchos por Él.

Mueren millones de inocentes, mueren de hambre, mueren por enfermedad,

desnutrición. Mueren otros muchos sin haber nacido y la gente pone cientos de

versiones humanas, sociales y políticas. En el fondo regresa el drama de Belén

y la razón es única. Es Él. No mueren porque sí, por un embarazo no querido,

por una mal formación, por imposibilidad de sustento, por vergüenza, mueren

para dar gloria a Dios. No caen decapitados en las calles de Belén, ni en la

pestilencia de la Gehena, ni en los desperdicios de Esparta, ni en los deshechos

de las clínicas interruptoras de embarazos, no. Caen exánimes con el

Crucificado, a Él le pertenecen y Él abraza sus cuerpecillos indefensos y por

Él, con Él y en Él se elevan a la categoría de ofrenda sagrada, sacrificio

redentor, don propiciatorio que salva el mundo. Son muchas las lágrimas que

ruedan mejillas abajo. Es mucho el dolor y el desconsuelo, pero mucho mayor el

beneficio y el premio para el mundo entero. Cada muerte inocente es anexada al crucifijo

y se vuelve corredentora con Jesús nazareno, el Rey de los judíos. INRI.


ORATIO: Niño Jesús, merecedor de toda

bondad, de toda caricia y de toda oblación, acepta a los niños de Belén y a

todos los inocentes no nacidos, a los enfermos de muerte, a las víctimas del

hambre, la desnudez, la inanición. No permitas, Señor, que nada se desperdicie

pues tú creaste cada vida humana y cada corazón te pertenece. Ten piedad de

todos los seres humanos que han sido sacrificados en el pasado por religiones

confusas, por culturas sin alma, por actitudes barbáricas. Y deposita en mí el

don de la caridad y la bondad hacia todo ser humano, imagen de la Trinidad.


CONTEMPLATIO:  Un INRI en las calles 


ACTIO: Ejercicios de navidad. Pedir por las almas

del purgatorio. Pedir por la entronización de la bondad y la caridad en el

mundo. Hacer alguna de las obras de misericordia para fomentar el amor en mi

ambiente vital y laboral. Donar comida, ropa, libros a los orfanatorios, asilos

de niños y ancianos. Prestar tiempo para ayudar a las madres jóvenes con

problemas. Orar para que Dios suscite la virtud de la compasión en las madres

que piensan abortar. 

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