INVOCATIO: El ángel del Señor se apareció en sueños.
LECTIO: IJn 1,5;2,2. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos. Sal 123,2-5.7-8.
Nuestra ayuda está en el nombre del Señor. Mt
2,13-18. Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto.
MEDITATIO: Nada ni nadie podrá jamás consolar a una madre por el arrebato
prematuro de su hijo. La matanza de los inocentes prefigura y presagia el dolor
atroz que sufrirá la madre de Dios ante el patíbulo de la cruz. Todavía hay
llanto en las calles de Belén y luto denso en las moradas del cielo. Miles de
niños privados de la vida por la crueldad de un tirano, sufren de manera
anticipada la condición de Jesús,
rechazado por el planeta Tierra y condenado impunemente. Nada hay más sensible
a la opinión pública de hoy que la integridad de un niño. Y a la vez no hay
mayor causa humana que la muerte de los inocentes. Es la bandera que dirime las
urnas, la razón millonaria de la industria farmacéutica y la reforma sanitaria,
el tema de boga para levantar o callar a los líderes de opinión masiva. Y es
que ¡como no hablan! ¡como no se defienden! ¡como no aparecen en las comisiones
de derechos! ¡como no marchan con pancartas ni organizan huelgas de hambre!
¡como nadie escucha su gemido tras el puñal en el vientre asesino! Entonces es
una buena opción la muerte. Así le pareció a Herodes, no fuera que uno de esos
monstruos pequeños tuviera la osadía de arrebatarle la corona. Ya sucedía, en
la Esparta guerrera, la eliminación de las niñas y de los niños no aptos para
la guerra; y era práctica común, en tiempo de los Macabeos, arrojar a los niños
no queridos a la inmundicia de la Gehena. Y es de todos sabido que el mundo de
hoy tan avanzado y versátil desecha 46 millones de inocentes cada año. En cada
personita eliminada está escondido el Niño de Belén. Es constante en el
Evangelio el anuncio de la pasión y muerte del Señor. Así había de cumplirse la
Escritura, en el sacrificio capital de Uno por muchos y de muchos por Él.
Mueren millones de inocentes, mueren de hambre, mueren por enfermedad,
desnutrición. Mueren otros muchos sin haber nacido y la gente pone cientos de
versiones humanas, sociales y políticas. En el fondo regresa el drama de Belén
y la razón es única. Es Él. No mueren porque sí, por un embarazo no querido,
por una mal formación, por imposibilidad de sustento, por vergüenza, mueren
para dar gloria a Dios. No caen decapitados en las calles de Belén, ni en la
pestilencia de la Gehena, ni en los desperdicios de Esparta, ni en los deshechos
de las clínicas interruptoras de embarazos, no. Caen exánimes con el
Crucificado, a Él le pertenecen y Él abraza sus cuerpecillos indefensos y por
Él, con Él y en Él se elevan a la categoría de ofrenda sagrada, sacrificio
redentor, don propiciatorio que salva el mundo. Son muchas las lágrimas que
ruedan mejillas abajo. Es mucho el dolor y el desconsuelo, pero mucho mayor el
beneficio y el premio para el mundo entero. Cada muerte inocente es anexada al crucifijo
y se vuelve corredentora con Jesús nazareno, el Rey de los judíos. INRI.
ORATIO: Niño Jesús, merecedor de toda
bondad, de toda caricia y de toda oblación, acepta a los niños de Belén y a
todos los inocentes no nacidos, a los enfermos de muerte, a las víctimas del
hambre, la desnudez, la inanición. No permitas, Señor, que nada se desperdicie
pues tú creaste cada vida humana y cada corazón te pertenece. Ten piedad de
todos los seres humanos que han sido sacrificados en el pasado por religiones
confusas, por culturas sin alma, por actitudes barbáricas. Y deposita en mí el
don de la caridad y la bondad hacia todo ser humano, imagen de la Trinidad.
CONTEMPLATIO: Un INRI en las calles
ACTIO: Ejercicios de navidad. Pedir por las almas
del purgatorio. Pedir por la entronización de la bondad y la caridad en el
mundo. Hacer alguna de las obras de misericordia para fomentar el amor en mi
ambiente vital y laboral. Donar comida, ropa, libros a los orfanatorios, asilos
de niños y ancianos. Prestar tiempo para ayudar a las madres jóvenes con
problemas. Orar para que Dios suscite la virtud de la compasión en las madres
que piensan abortar.
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