Ninguno del ser humano como vos se pudo ver; que a otros los dejan caer y después les dan la mano.
Mas vos, Virgen, no caíste como los otros cayeron, que siempre la mano os dieron con que preservada fuiste.
Yo, cien mil veces caído; os suplico que me deis la vuestra, y me levantéis porque no quede perdido.
Y por vuestra concepción, que fue de tan gran pureza, conserva en mí la limpieza del alma y del corazón,
para que de esta manera suba con vos a gozar del que solo puede dar vida y gloria verdadera. Amén. |
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