martes, 7 de enero de 2014

LECTIO DIVINA ¿Cuánto vale un Dios?

 

INVOCATIO: Que todos los reyes de la tierra le rindan

homenaje y le sirvan todas las naciones.




LECTIO: 1Jn 3,22-4,6. Su mandamiento es éste: que creamos en su Hijo Jesucristo y nos amemos los

unos a los otros. Sal 2,7-8.10-12. Te daré las naciones como herencia. Mt 4,12-17.23-25. Se

estableció en Cafarnaúm. Le llevaban a todos los enfermos y los curaba. Le

seguían grandes multitudes. 




MEDITATIO:  He aquí el mesianismo

en pleno. Por parte del hombre creer en el nombre de Jesús y amar al prójimo,

por parte del Mesías establecerse en el mundo, curar de toda enfermedad y

arrastrar grandes multitudes de todas partes hacia el amor. En una ocasión,

cuenta la leyenda, que se acercó un hombre apuesto y bien vestido a un sitio de

empeño. Las cosas no iban bien en sus negocios pero no quería desprenderse de

nada. Presuroso le dijo al tendero: “vengo a empeñar a Dios”. Toda la tienda se

quedó helada; el principal se rascó la cabeza y preguntó qué querría a cambio.

El hombre había visto unas tierra hermosas en venta. Pidió su preció y salió

para comprar. Inesperadamente, las cosas sin Dios no van y las tierra

languidecieron y le daban sólo cardos y cosechas miserables. Furioso regresó a

la tienda por su Dios. Llevaba en el bolsillo para pagar. El principal le dijo

que al minuto de su partida, un tal Jesús había saldado cuentas y para obtener

a su Dios habría de ir al Sr. Cura a pedir perdón de rodillas. El cura abrió la

Biblia y citó: “Este es el remedio: que creas en el nombre de Jesús y ames

entrañablemente a tu prójimo. El mesianismo no se da sin la colaboración del

hombre. No se puede imponer la redención a nadie. Jesús se ha cansado de gritar

la conversión. Ha curado a todos los enfermos y afligidos de toda dolencia:

endemoniados, incrédulos, epilépticos, ateos, paralíticos, soberbios,

cancerosos y un largo etc. Muchos insisten en empeñar a Dios a cambio de bienes

materiales. El empeño y la venta de Dioses es el mejor negocio, dicen. No creen

en el nombre de Jesús y por eso, precisamente por eso lo empeñan y entra en el

corazón la increencia y la incredulidad. El Nazareno se ha limitado a decir que

sin Él el hombre no consigue nada, no puede nada, no hace nada y cuando el dice

nada se refiere a nada. Hay que extorsionar dice el narco y el mundo estará en

las manos… Hay que portarse mal dicen los adolescentes y habrá diversión para

rato. Hay que dar pan y circo dicen los políticos y la gente estará contenta.

Mientras tanto se levanta la voz repetida del Mesías en las plazas, en los oratorios,

en los templos y en las conciencias: “conviértanse, porque el Reino de los

Cielos está cerca”. Y el único mandamiento es creer en Él y amar al prójimo. No

hay más que decir. El Nuevo Testamento es nuevo porque interpreta el Antiguo y

manifiesta el querer último de Dios. Jesús, el Mesías, es la Palabra que el

Padre pronuncia para el mundo. ¿Cuánto vale un Dios empeñado en el monte de

piedad? Vale para Dios toda la sangre del Hijo en la cruz porque Él ha saldado

cuentas. Vale para el hombre un acto de arrepentimiento y conversión. Sin Él,

nada. Con Él, toda su herencia.


ORATIO: Niño Jesús, ¡lo que daría una

mujer para darte un paseo en carriola! ¡Lo que daría un abuelo por cargarte en

sus brazos y hacerte caricias! Dame, te ruego, una fe a toda prueba. Que nunca

más te empeñe y te cambie por los caprichos de mi razón, por los deseos

innobles de mi corazón. Dame un amor puro y desinteresado para amarte a ti en

el servicio y prestancia a mis prójimos. Jesús, creo en ti; Jesús, espero y  confío en ti; Jesús, te amo.


CONTEMPLATIO:  ¿Cuánto vale un Dios? 


ACTIO: Ejercicios de navidad. Hacer un acto de fe

delante de una imagen del Niño Jesús. Creer en Él, creerle a Él y creer por Él.

Actos de conversión en tiempo de Navidad por medio de la formulación de

propósitos para el año nuevo. Propósito de hacer más oración, propósito de

frecuentar más los sacramentos, propósito de interesarme más por los demás.

Colaborar en el servicio para mantener la casa limpia y en orden. Ser el

primero en servir la mesa, levantar los platos. Ser el primero en asear la

propia habitación. 

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