domingo, 26 de enero de 2014

LECTIO DIVINA



Misión


INVOCATIO: El Señor es mi luz y mi salvación


LECTIO: Is 8,23-9,3. El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz. Sal 26,1-4.13-14.

El Señor es mi luz y mi salvación. 1Cor 1,10-14.16-17. Los primeros cristianos no pueden estar divididos porque Cristo murió por

todos. Cristo envió a Pablo a anunciar esta buena noticia. Mt

4,12-23. Jesús llamó a los primeros discípulos para que

colaboren en la misión redentora.


MEDITATIO: En la actualidad cualquier empresa presenta en pocas líneas su

misión y su visión para que los clientes tengan muy claro su propósito y

orientación. Las lecturas de hoy podrían traducirse en un esquema empresarial y

responder a la pregunta de cuál es la misión y visión de la Iglesia según la

mente de su Fundador. El hombre había sido creado en amistad con Dios, con

belleza sin igual pues reflejaba la imagen de Dios. Pero por el pecado, perdió

su brillo y su luz. Es entonces que el Creador decide la redención, para lo

cual habrá necesidad de enviar a su mismo Hijo, en calidad de Mesías redentor.

El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz. El evangelista Mateo

aplica el oráculo de Isaías a la venida de Jesús al mundo. Y el nazareno al

iniciar su ministerio define su misión y visión. La misión de Jesús es salvar a

todos los hombres. ¿Cómo? Llamando a cada uno por su nombre; iluminando su

vida, su camino y su dignidad; invitándolos a colaborar en el anuncio de la

buena noticia. La visión es obtener una comunidad de seguidores unida, santa,

universal, misionera. Se esperaba otra misión y otra visión del Mesías descrito

en el antiguo testamento. Se esperaba una acción guerrera que pisoteara a los

enemigos de Israel, se esperaba la exaltación de la nación judía como el único

pueblo elegido de Dios. Pero el Mesías llegó sin ínfulas, sin armas, sin túnicas

elegantes. Todas las vicisitudes que sufre el pueblo estuvieron esperando a un

Mesías humilde y manso. Y no se instaló en la gran Jerusalén, sino en la

Galilea de los gentiles, donde había griegos y paganos. Toda la historia

veterotestamentaria quería llegar al llamado de todos los hombres y no a un

solo pueblo. En Israel estaba prefigurada toda la humanidad y en el amor por

Israel el amor universal del Señor. Y no vino el Mesías a ser servido sino a

servir, a salir en busca de las ovejas perdidas, las enfermas, las hambrientas

de su palabra. Todo el Antiguo testamento estuvo preparando el talante

misionero y apostólico del Mesías. Y no inició el Mesías armando un gran

ejército para destrozar a los enemigos de Israel, sino más bien invitando a los

de profesión más simple e iletrada: a los pescadores del lago de Tiberíades. Toda

la historia sagrada atestigua que Dios preparaba algo grandioso con medios

simples: el desierto, las tiendas de campaña, el pastoreo de las ovejas. El

resultado es una Iglesia donde caben todos, donde no hay compartimentos

especiales, donde todos son necesarios y todos son llamados por nombre y donde

todos han de hacer apostolado. Cristo sigue llamando en la calle y en los

talleres mecánicos y en las oficinas de gobierno y en la empresa pequeña,

mediana y grande y en las aulas de escuela y universidad. Y a todo ser humano

le da el título de apóstol, evangelizador y misionero.




ORATIO: Señor

Jesús, has venido a mi orilla, me has llamado por mi nombre, has iluminado mi

senda. Dejaré mis redes para ir tras tus huellas. Elevaré mi voz para anunciar

la buena nueva. Iré, como tú, a encender corazones, curar al enfermo, visitar

al encarcelado, instruir a la multitud, vestir al desnudo y dar de comer al

hambriento.   




CONTEMPLATIO:  misión 





ACTIO: Ejercicio. Llamar, iluminar, invitar. La

misión es de todos. Unir, santificar, misionar. La visión es de todos. Mucho

por hacer, mucho por dar testimonio, mucho por anunciar. Escribir con mis

palabras la misión y visión que tengo como cristiano y apóstol en el mundo de

hoy.






                        

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