INVOCATIO: Este es aquel, cuyo poder permanece para
siempre.
LECTIO: 1Sam 1,1-8. Elcaná tiene dos mujeres, una es fértil, Peniná y la otra estéril, Ana. Sal 115,12-14.17-19.
Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza. Mc 1,14-20. El llamado de Simón y
Andrés, Santiago y Juan.
MEDITATIO: Existe una relación poderosa entre estas 3 palabras. Llamar,
existir, seguir. El recién estrenado Mesías decidió como primer acto de su vida
pasar una noche en oración y a la luz del alba llamar y fundar un grupo de
seguidores. Uno de los títulos acostumbrados en el Evangelio para el carpintero
de Nazaret es el de Maestro. En la antigüedad los grandes pensadores, como Pitágoras,
Academo o Aristóteles, formaban una academia y buscaban seguidores. Mientras se
formaba la academia de Platón en un jardín de Kolonos, aparece en Israel el
patriarca Elcaná con dos mujeres; una de nombre Ana, es estéril y sufre. Pero
Yahvé es un Dios de misericordia y la llama a la fertilidad y Ana se convierte
en la madre del profeta Samuel. La creación es un llamado de Dios a la existencia.
Dios al emitir la Palabra llama a la vida. Muchos años más tarde, en la plenitud de los
tiempos, un Nazareno acaba de llegar al mar de Galilea. Parece un tipo
instruido, habla con autoridad, tanto que el evangelista Juan lo identificará
como la Palabra, el Logos. La gente lo llama Rabboni, maestro, y del entorno
llama a unos cuantos para que lo sigan. Ningún ser humano en la historia de la
humanidad, de tener el papel de redimir el mundo, habría viajado al mar de
Galilea para elegir a doce pescadores. Jesús sí, porque de la nada Dios, creó
el cosmos, de la esterilidad de Ana, Dios llamó al profeta Samuel, y de la Sara
estéril y anciana, a Isaac, y de Isabel a Juan y de la otra Ana también estéril
llamó a María, la madre del Señor. De este modo el llamado es invitación al
ser, a la vida, a la fe, al amor, al seguimiento del Maestro en la academia de
la historia humana. Los llamó a
seguirle. Muchos identifican el llamado de Jesús con la vocación sacerdotal,
pero en el origen es una invitación a ir tras él. Y seguir a Jesús es la tarea
de todo cristiano sobre la faz de la tierra. Seguir sus huellas. Seguir su
estilo, su enseñanza, su mandato. Seguirlo. Casi dos mil años después, en la
Holanda del siglo XIX, Van Gogh pintaba los zapatos de un seguidor. ¿Seguir a
dónde, a quién, cuándo y cómo? Los zapatos no hacen preguntas, los zapatos se
calzan y siguen los pies de su apoderado. Así fue la invitación del Maestro a
los pescadores. No hicieron preguntas, dejaron las redes y los cachivaches y lo
siguieron. No tenían ni idea de lo que les esperaba. En la ribera del lago de
Galilea nació la Iglesia, la comunidad de los seguidores de Jesús. Los
apóstoles, los evangelizadores, los primeros cristianos, los mártires, los clérigos,
los misioneros, los bautizados, los laicos, los esposos, los profesionistas,
los doctores e ingenieros, cada uno llamado por su nombre y cada uno sin redes
y sin nada pero con un “aquí estoy”, y a lo largo de los siglos lo han seguido
a donde quiera que sea. Han sido de los suyos, han calzado zapatos de seguidor.
ORATIO: Señor Jesús, heme aquí, te
seguiré a donde quiera que sea. Calcaré la generosidad y la disponibilidad de
tus primeros seguidores. La materia prima no es un gran qué, pero te sigo, iré
tras tus huellas, a donde sea que me lleves. Me asusta un poco eso de la cruz,
pero contigo iré, si para allá te diriges.
CONTEMPLATIO: Zapatos de seguidor
ACTIO: Ejercicio. Recordar que para Dios llamar y
crear son sinónimos y llamar y seguir son correlativos. Agradecer el llamado a
la existencia, a la familia, a la fe, al matrimonio, a la vida consagrada, a
las cualidades personales. Orar, pedir generosidad para seguir a Jesús.
Descubrir a dónde quiere que lo siga. Poner a rendir a todo vapor las
cualidades dadas.
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