INVOCATIO: Tú eres mi Padre, mi Dios, mi Roca
salvadora.
LECTIO: 2Sam 7,4-17. El Señor elevará al trono a uno de los descendientes de David. El le
construirá una casa y Dios le dará un trono para siempre. Sal 88,4-5.27-30.
Le aseguraré mi amor eternamente. Mc 4,1-20. Salió el sembrador a
sembrar y parte cayó en tierra rocosa, o en medio de espinas o al borde del
camino o en tierra muy buena.
MEDITATIO: Le aseguraré mi amor eternamente, dice el salmo. La clave de
lectura para un día tan ordinario como hoy es la seguridad en el amor. El amor
que prodiga una casa para vivir. Y el amor que se siembra en un campo pedregoso,
espinado, o al borde del camino. Todos los hombres de la tierra conocen la
promesa del amor. El pronunciamiento es siempre romántico, emotivo hasta las
lágrimas, sobrecogedor, alucinante. La puesta en práctica, con el tiempo, se
vuelve variopinta. A veces pierde brillo y color, pierde fuerza y entusiasmo,
se marchita, se debilita, se asfixia. A veces se mantiene y se incrementa como
la semilla que cae en tierra buena. A veces es tan segura como una casa
edificada sobre roca, como un hogar lleno de calor y apacible. El origen de la
creación del mundo y del hombre es el amor. Por más que los científicos se pierdan
en elucubraciones sobre el azar, sobre evoluciones cualitativas o explosiones
cósmicas, lo cierto es que hay un Dios enamorado del hombre y su promesa de
amor consta en las proporciones del universo, en los colores de la flora, en la
música de las aves, en el instinto salvaje de las fieras, en la impronta
inteligente y libre de los humanos. Pero todo esto sería poco sin la promesa de
una casa donde habiten juntos, sin la seguridad cierta de un amor que no
termina. ¿Quién puede prometer amor eterno? ¿Quién puede comprar un seguro de
amor? Las parejas jóvenes de recién
casados suelen haber asegurado antes la casa, las provisiones de un trabajo
estable, la planificación de la prole, las vacaciones merecidas. Pero también
hay matrimonios sin más plan y sin más seguro que el amor mismo. Y distancia de
años de la boda, siguen buscando casa, trabajo, alimento. Y mientras esté el
amor, el amor será su casa y su trabajo y su alimento. ¿Qué pasaría si faltara
el amor? La liturgia de hoy responde a esta pregunta. Dios nunca tuvo una
morada donde habitar con su pueblo. Anduvo errante, en tiendas de campaña,
hambriento y enfermo pero siempre con su Pueblo. Le aseguró un amor eterno y
ahí está y ahí sigue. Suscitó leyes y alianzas de amor, y eligió entre los más
cualificados profetas, jueces, reyes para guiar a su Pueblo a la tierra de
promisión, casa de naciones. Y su pueblo era su casa porque moraba en medio de
ellos. Y se manifestó a su pueblo de distintas maneras, en el viento de paz, en
el fuego contra el enemigo, en la columna de nube, en la tienda de encuentro y
sobre todo en su palabra. Y hablaba Yahvé con los profetas y jueces y reyes
para sembrar su palabra entre toda la gente. Y al final de los tiempos su
Palabra se hizo carne y acampó entre los hombres. Y la Palabra cayó parte al
borde de las vidas humanas y parte entre corazones espinados y parte en duras
cervices y parte en espíritus buenos, afables, generosos. Es la promesa del
amor eterno, es el seguro del amor. Garantizado de por vida, duradero, único.
Pero hay un pero. El amor es siempre entre dos. El seguro es para siempre de
allá para acá, y ¿de acá para allá?
ORATIO: Padre
santo, padre de amor, has estado conmigo desde siempre, me has asegurado un
amor para siempre, me has adornado con todas las bendiciones, y sobre todo con
el don de los dones, tu presencia amorosa. Perdona mi debilidad, disculpa mi
falta de correspondencia. No permitas que me aparte nunca de ti. Disipa mis
dudas, fortalece mis debilidades, asegura mi amor. Me sacaste de la nada y no
tengo derecho a queja ni protesta. No juegas conmigo a los dados. Mi historia
está firmada por ti y es historia de amor de ti. Gracias Señor mío, mi Dios.
CONTEMPLATIO: Un seguro en el amor
ACTIO: Ejercicio. El amor de Dios es seguro. ¿Cómo
asegurar el mío? ¿Cuáles son las mejores medidas de seguridad? 1. La promesa de
fidelidad y de perseverancia, en cada sacramento hay una promesa. En el
bautismo, en la confesión, en la Eucaristía, en el matrimonio, en el sacerdocio…
2. Renovar diariamente la promesa. 3. Fortificar la promesa con la oración y
con la vigilancia. Pedir la gracia de la perseverancia. Vigilar los peligros
del mundo y de la carne en especial los medios de comunicación. 4. Poner medios
prácticos para mantenerme en la promesa.
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