jueves, 5 de diciembre de 2013

LECTIO DIVINA El don de piedad

INVOCATIO: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

 

LECTIO: Is 26,1-6.Confiad siempre en el Señor porque Él es la roca perpetua. Sal 117,1.8-9.19-21.25-27 ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Mt 21,24-27.No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad del Padre.

 

MEDITATIO: Se va el Adviento, rico en espiritualidad y enseñanza. El Adviento espera la Navidad y la Navidad trae muchos regalos. La liturgia habla hoy del don de piedad.  Mucha gente piensa que la piedad es como un club de persignados y beatos. Otros creen que la piedad es un amuleto para Curas y monjas. Otros, más lanzados, aseguran que a la piedad es una enfermedad seria. Sin embargo el don de piedad sana el corazón de toda aspereza, dolencia y rigidez y lo abre al cariño, a la ternura hacia Dios. Quien lo tiene reconoce en Dios a un verdadero Padre y actúa en consecuencia. Amar a Dios como a un padre, confiar en Él como en una madre, obedecer a Dios como a un Amo y Señor, agradecer a Dios como al bienhechor más grande.  La cristología en alguna de sus partes estudia los títulos cristológicos, como maestro, salvador, mesías, redentor, señor. El don de piedad abraza a Jesús bajo uno de estos títulos y lo toma en serio. Así, no hay nada que el don de piedad no pueda conseguir; ningún depravado que no pueda convertir, nada perdido que no pueda encontrar, nada estropeado que no pueda reparar, porque con Dios como amigo y aliado todo, absolutamente todo es posible. En el cántico triunfal de Isaías, Dios invierte la situación derribando a la ciudad encumbrada y haciendo de los piadosos y humildes una ciudad fuerte: doblegó a los habitantes de la altura y a la ciudad elevada. El Señor siempre favorece a los que confían en Él, de ahí les viene su firmeza y su fuerza. La piedad no es otra cosa que el descubrimiento del Amigo con mayúscula. Y por el amigo se da la vida y con el amigo hay confianza entrañable y en el amigo hay siempre compañía para la soledad y consejo para el desconcierto. Por eso no todo el que dice: “Señor, Señor”, entrará al Reino de los cielos. No se trata de decir palabras bonitas, componer oraciones llenas de ternura, sino de cumplir el plan de Dios. Muchos se asombrarán en el último día, cuando descubran que el Señor se hacia sus amigos de verdad. Y no necesariamente a los que iban a Misa, a quienes estaban en todas las procesiones, encuentros de fe y retiros espirituales. Entonces, ¿cómo conseguir la piedad genuina, si el don de Dios es gratuito, es inmerecido, es incondicional? Los regalos también se piden y los dones se preparan. El ejercicio de la piedad, prepara el don del Espíritu Santo. Al amigo hay que frecuentarlo, buscarlo, acompañarlo, ganarlo. Después el don de piedad hará todo lo demás, hará que las cosas del amigo sean como construir sobre roca.

 

 ORATIO: Yo te alabo, Señor y te bendigo. ¡Que te alaben todas las naciones,
que te bendigan todos los pueblos!
Pues sólido es tu amor hacia nosotros,
tu lealtad dura para siempre. Construye en mí, Dios mío, el edificio de la piedad sólida, humilde y perdurable para siempre. Una sola cosa te pido, que te ame con corazón de amigo.


CONTEMPLATIO:  el don de piedadImage and video hosting by TinyPic


ACTIO: Preparación para recibir el don de piedad. Lo primero es pedirlo, pedirlo con insistencia y querer ser uno de los amigos de Dios, querer ser “una persona piadosa”. Abrir un tiempo especial para “tratar” con Dios todos los días, de preferencia el mejor tiempo, cuando haya paz interior y exterior. Hacer un programa de vida espiritual para descubrir qué espera el Señor de mí y cazar la expectativa de Dios con mi propia realidad. Buscar a Dios como Padre, como amigo, como Señor para sentirme amado, bendecido y protegido por él. No habrá mejor preparación que esta…

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