martes, 19 de noviembre de 2013

Justicia restaurativa

INVOCATIO: Tú, Señor, eres mi escudo; nada temeré porque tú me sostienes.
 
LECTIO: 2Mac 6,18-31. Eleazar prefiere morir, antes que ser deshonesto y hacer lo que desagrada a su Señor. Sal 3,2-7. El Señor me sostiene; es mi escudo y mi gloria. Lc 19,1-10. Zaqueo, jefe de publicanos, encuentra a Jesús, que ha venido a salvar lo que se había perdido.
 
MEDITATIO: Si algo en el mundo cojea y se sostiene con torpeza es la justicia. En el mundo la justicia persigue que la ley se cumpla, y persigue a los agresores para recluirlos. No hay apenas restauración del daño que causa el delito. Pero la justicia de Dios es restaurativa. Allí donde parece no haber remedio, Dios repara; donde no hay esperanza, Dios cura; donde no hay nada que hacer, Dios renueva. Al cielo están llamados todos. La Escritura de hoy muestra que ningún hombre, por más horrendo y criminal, queda excluido de la restauración de Jesús. El encuentro de Zaqueo con Jesús, es la prefiguración de la restauración de todo hombre herido por el pecado. El nombre de Zaqueo significa “hombre purificado, vuelto a la inocencia”. Un personaje interesante en frasco pequeño como las fragancias. Era jefe de publicanos y un famoso recaudador de impuestos en Jericó. El oficio de publicano en tiempo de Jesús era codiciado en secreto por el lucro, pero implicaba traición, trampa, robo al inocente y entrega al invasor. Zaqueo es un ofensor. Agobiado por su conciencia se trepa en un sicómoro para ver al Juez y al Maestro; había un gentío y él era bajo de estatura. No tuvo reparo en hacer el ridículo frente a una muchedumbre, que se hace testigo de la maldad y de la conversión de Zaqueo. Jesús, lo llama por su nombre y le dice lo mismo que dirá al buen ladrón. “HOY he de hospedarme contigo”. Has obrado con maldad, pero baja del árbol, baja de tu postura y conducta delictiva. “Hoy ha llegado la salvación a tu casa”. Jesús representa la víctima ofendida, la ley quebrada, el amor herido. Se ha hecho encontrar por Zaqueo para devolverle la pureza de su nombre, para perseguir la reconciliación. El Sicómoro es como una higuera silvestre; en la Palestina de entonces era el símbolo nacional de la paz, la reconciliación. Simboliza la herramienta de mediación en un conflicto. Zaqueo, encaramado en el Sicómoro, está dispuesto a donar la mitad de sus bienes y a restituir el doble a quien ha robado. Las brevas silvestres se han tornado en frutos de restauración.  Es éste el evangelio, la buena nueva para toda rehabilitación del mal en el mundo. Programa restaurador y justiciero de una verdadera acción penitenciaria. El Evangelio de Jesús es justicia que restaura y no cárcel que condena. Jesús ha venido a rescatar y salvar lo perdido, no a privar de libertad y condenar. La aplicación puntual de este pasaje sería suficiente para suprimir todas las cárceles del mundo y adoptar la postura de Jesús que busca al perdido para rescatarlo y salvarlo. La justicia que no restaura, no es justicia, es una mera aplicación de la ley. El Evangelio de Jesús es justicia que restaura con entrañas de misericordia, todo mal y todo pecado.
 
ORATIO: Señor, has venido a rescatar y a salvar lo que estaba perdido. Qué gratificante oír estas palabras. Yo estoy perdido si tú no vienes en mi búsqueda. Sálvame, Señor, para salvar a otros. Restáurame para llevar restauración. Justifícame para justificar. No hay nada perdido que tú no puedas salvar, nada estropeado que no puedas restaurar, nadie sin remedio que no puedas acoger.
 
CONTEMPLATIO:  Justicia restaurativaImage and video hosting by TinyPic
 
ACTIO: Ejercicio de restauración en el amor. La compasión de Cristo salva. Ayuda a salvar al criminal mostrando acogida y aceptación. La misericordia de Cristo perdona. Perdonar de corazón las ofensas. La caridad de Cristo restaura todo daño en el mundo. Buscar al desviado, escucharlo, comprenderlo, aconsejarlo, motivarlo. Ir a buscarlo en el reclusorio, orar por él, interesarse por él. Entrar en su mundo es el mejor programa restaurativo. Porque restaura en la caridad.
   

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