INVOCATIO: Dios salva al que cumple su voluntad.
LECTIO: 1Mac 2,15-29. Matatías se niega obedecer al rey que manda ofrecer sacrificios a los ídolos. Sal 16. Dios salva al que cumple su voluntad. Lc 19,41-44. Jesús llora ante Jerusalén.
MEDITATIO: El llanto es una de las manifestaciones más peculiares y típicas del ser humano. Nace con el bebé y muere con el anciano. Es invitado de honor en el culmen de la alegría e intruso despreciable en el dolor. En la contienda, más potentes son las lágrimas de una mujer que la espada de un caballero. Se usa el llano para convencer y para compadecer. Es el rostro común del sufrimiento y la máscara tierna del engaño. Matatías se niega obedecer al tirano que le obliga ofrecer sacrificios a los ídolos e indignado, llora de coraje y mata al adversario para obedecer a su Dios. El caso de Matatías y de todos los que se oponen al rey en cuestiones de apostasía y desobediencia a Dios, plantea una pregunta importante: ¿Es moral defender los derechos de Dios, incluso al punto de matar? El llanto de Jesús, en cambio, está motivado por la compasión y el dolor ante una ciudad que rechaza al Mesías. No ha aprovechado la oprtunidad de su Dios. ¡Si tan sólo Jerusalén comprendiera lo que le puede conducir a la paz! Sólo ante Jerusalén y frente a la tumba de su amigo Lázaro, se ha mostrado a Jesús en lágrimas. Es llanto de dolor por el pecado de una ciudad que prefigura el mundo entero. Jesús llora por el pecador obstinado en la maldad. Llora porque en libertad creó al hombre y el hombre en libertad no ha querido saber de él. Llora porque su sangre derramada en la cruz caerá desperdiciada. Llora por los que en el mundo no querrán reconocer su divinidad. Llora por los que no aceptarán la invitación al Reino. Llorá por los que querrán entrar al banquete sin traje de boda. Llora por los que nunca serán bautizados, por los concebidos y no nacidos, por los casados en adulterio sin arrepentimiento, y sobre todo llora por los negligentes y por los perezosos. Llora por los sacerdotes infieles, por los que blasfeman contra él. Llora por los que desprecian los sacramentos y hacen del perdón la mejor burla. Llora por el panorama futuro que ven ya sus ojos de profeta. No quedará piedra sobre piedra. Llora por quienes harán de todo para hacer tropezar a los cristianos. Llora porque el pecado hará añicos al mundo, obra de sus manos. Llora por un amor desperdiciado. Llora por los enfermos y ancianos no atendidos, por los niños de la calle sin remedio, por los encarcelados con pura saña de castigo, por los hambrientos y sedientos abandonados a la suerte, por los desheredados, los huérfanos, los vagabundos y solitarios. Llora por los alcoholicos, los drogadictos y enfermos incurables, que han sido abandonados por la sociedad y echados al vecindario del olvido. Para todos hay lágrimas de Jesús y su llanto alcanza para todos y es el gesto más solidario y expresivo de todos los nacidos de Eva. Las lágrimas de Cristo anuncian la entrada en la pasión y muerte y vaticinan la victoria sobre todo pecado y miseria del hombre.
ORATIO: No llores más, Jesús, que tu llanto ata un nudo en la garganta. No llores más, que toda tu Iglesia te adora y te consuela. Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón llorará también hasta no descansar en ti. Construye en nosotros un corazón sensible para detectar tu cuerpo herido en los pesares de nuestro prójimo. Danos un corazón compasivo hasta las lágrimas para aliviar las heridas de tu cuerpo lastimado en los más necesitados de cariño en esta tierra.
ACTIO: Ejercicio de compasión. Construir un corazón sensible y atento a las necesidades del hermano. No es necesario ir a Calcuta ni a Biafra para aliviar el dolor de los hombres. La enfermedad y el pecado está a la vuelta de la esquina. Sal a la calle a ensayar misericordia. Hazte solidario con el vecino en necesidad. No pienses en el mundo entero. Ayuda a uno solo; llora con él, acompáñalo y procura su necesidad.
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