INVOCATIO:
LECTIO: Sab 18,14-16;19,6-9. Dios se presenta en forma de prodigios asombrosos para salvar al Pueblo elegido.Sal 104,2-3.36-37.42-43. Recuerden las maravillas que hizo el Señor. Lc 18,1-8.Parábola del juez inicuo. En la oración, Dios está siempre presente y hará justicia a todos sin tardar.
MEDITATIO: Si se hiciera una encuesta en el planeta tierra sobre cuál es y dónde pone el hombre su seguridad, ¿qué respuestas habría? La familia, el dinero, el poder, un país tranquilo, una vigilancia pagada. La seguridad apunta hacia el hombre mismo y sus recursos, mientras el Libro de la Sabiduría quiere convencer al ser humano de las seguridades y certezas que vienen de lo alto. Ayer una niña me preguntaba cómo hace Dios para atender a tanta gente a la vez: problemas, súplicas, alabanzas, diálogos, disculpas. La Sabiduría de Dios está en todas partes, es fuerza restauradora y victoriosa frente a los adversarios del hombre. Así actuaba ante las tribulaciones del pueblo errante de los judíos. La Sabiduría irrumpe con alegría en quienes se ven liberados del pecado y de la muerte. La Sabiduría está presente en todas partes y a todas horas. Se evidencia en lo pequeño y en lo grande, en lo insignificante y en lo portentoso. No hace acepción de personas y está igual con el rico y el pobre, el poderoso y el indefenso, el efusivo y el tímido. La Sabiduría, en una palabra, es presencia disponible. No tiene turnos, ni accesos complicados; no se necesita rellenar formularios, ni presentar documentos de identidad; está allí presente, para el que lo quiera y desee. Pero no es presencia judiciaria, ni inquisitoria. Es una presencia amable, amiga, amorosa para quien la siente. Es inadvertida, misteriosa, respetuosa para quien no quiere pasar por persignado. ¿De dónde sale todo esto? De la Liturgia, de la experiencia y de la oración. Seguramente no existe una sola persona, de cualquier época, sobre el planeta Tierra, que no haya anhelado alguna vez palpar de forma sensible al Altísimo. El catecismo de Ripalda tenía razón: Dios está en todas partes, camina al lado del hombre. Existe, es y está. Para unos puede pasar como genérico e invisible, para otros caballero y respetuoso, para otros cercano, sensible, presente. Es la otra cara de la oración del hombre: un Dios en el mostrador siempre alerta y atento. La oración abre las puertas de los aposentos divinos. La oración hace a Dios accesible e inmediato. La oración hace a Dios presente en el alma. Y el alma es de cada cuerpo pero no ocupa lugar ni necesita dormir. En el Evangelio, el Señor Jesús expone el caso parabólico de un juez inicuo, que al final atiende a una pobre mujer para quitarse de en medio la insistencia e inoportunidad. No así Dios, no así. El, dice Jesús, atiende a sus elegidos día y noche y les hace justicia inmediatamente. La maravilla del mundo civilizado tiene un gran inconveniente: entre tanta versatilidad y lindeza pierde de vista a Dios y lo hace inaccesible. El retiro de lo mundano, el ejercicio del espíritu, el clima de la oración lo acerca y lo hace presente.
ORATIO: Padre mío que estás en los cielos, yo sé que si tú estás aquí presente, todo está bajo control y en paz. Ayúdame a recordar que tú estás conmigo en todo momento y en medio de cualquier situación en mi vida. Que entienda que incluso si intentara, no podría evitarte. Que sea consciente de ti sobre todo cuando la dificultad me asalta y cuando la oscuridad cubre mi mundo y cuando la enfermedad toca mi puerta. (RSSM)
ACTIO: Ejercicio de oración presencial. La oración es una actividad de la persona y necesita un tiempo y un espacio. El propósito de hoy es dedicar un tiempo diario y hacer un espacio en la jornada. El mejor lugar y el tiempo preferido han de ser dedicados a orar y encontrarse con Dios. En este tiempo y en este lugar tomar consciencia de que en entonces y ahí está Dios presente. Su presencia es amor que cuida, protege y da seguridad. Es riqueza para mi necesidad. Es grandeza para mi pequeñez. Es amabilidad para mi rudeza. Es fuerza para mi debilidad. Es gracia y misericordia para limpiar mi pecado. Es paz para mi agitación. Es certeza para mi confusión.
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