lunes, 4 de noviembre de 2013

LECTIO DIVINA Aire de familia

INVOCATIO: A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los confines del orbe su mensaje.

 

LECTIO: Ef 2,19-22. Ya no son forasteros sino de casa. Sal 18,2-5.Bendeciré al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mis labios. Lc 6,12-19. Pasó la noche orando y escogió a doce de ellos y los llamó apóstoles. Venían a oírlo y a que los curara.

 

MEDITATIO: En los tiempos de Jesús, el pueblo judío tenía un sentido férreo de pertenencia a una raza de elegidos. El resto de los mundos no contaba. Los extranjeros y los forasteros, para ellos, eran el resto de los habitantes del planeta Tierra. Cuando Pablo escribe a los romanos, está en este contexto. La venida de Jesús cambió la ley de extranjería y el mandato de ir a bautizar por todo el mundo, convertía al extranjero en uno de casa y al pagano en un ciudadano del Reino y al desconocido en un miembro de la familia. En efecto el bautizado asume un apellido de casta, un aire de familia. Todo el que profesa la religión del carpintero de Nazaret se apoya y erige sobre el cimiento de los apóstoles y profetas. El bautismo no es sólo un poco de agua sobre la cabeza y una untada de crisma sobre la coronilla, no. Esto de bautizarse lleva cola. Es un asunto serio. Es titulación de profeta, apóstol, hijo, evangelizador, mensajero, seguidor y lo que es más, no hay manera de quitarlo, ni de echarse para atrás. El maestro está en oración hasta el alba. ¡A ver quién es el guapo que se atreva a vaciar la oración del Señor Jesús, cuando lleva de rodillas toda la noche para pronunciar el nombre y título de apóstol! Eligió a los que él quiso y entre los afortunados, resultó cada bautizado. Había dos de nombre Simón y dos de nombre Judas. Simón como quiera, pero Judas… Desde entonces, como no fuera por el Tadeo, a nadie le ha apetecido llamarse como el traidor sacrílego y suicida, mercader desventurado. Judas es su nombre y Judas recibió al igual el nombramiento de apóstol. Todo bautizado, en automático se vuelve apóstol. Es como nacer mellizos en serie. No dos, ni tres, sino toda una horda. ¡Vaya por Dios! Judas, el Tadeo sí se la creyó; el otro, el Iscariote, no, como no se la cree el cristiano de hoy. ¡Ay, a poco! Yo, ¿apóstol? Yo, ¿ir por todo el mundo predicando el Evangelio? Neh. Eso es de curas y monjas. Y lo mío es administración de empresas, diseño de interiores o comunicación institucional. ¿Y qué se supone que habría de hacer un apóstol? Exactamente lo mismo que hizo Jesús cuando, al amanecer, bajó de la montaña santa de la oración y se puso a anunciar el evangelio, curar las enfermedades y expulsar los malos espíritus. Anunciar, lo que es anunciar, aquí la empresa no anuncia evangelios pero sí seguros de autos, artículos de limpieza, cigarrillos y lo que se le ocurra al cliente. En curar enfermedades se han declarado incompetentes; mejor será acudir a un profesional. Y lo de expulsar espíritus inmundos da miedo. Suena a película de terror y la gente prefiere los thrillers; en época de muertos, el Halloween es sólo una fiesta de fantasía y de imaginación. La seriedad de Simón y Judas Tadeo no va con las usanzas de la civilización moderna. Como quiera que sea, para el Halloween se precisa el disfraz. El bautismo de Jesús te hace apóstol hecho y derecho. Y te confiere un aire de familia, un gemelazgo sin necesidad de disfraces.

 

ORATIO: Señor Jesús, qué admirable es el don del bautismo. Me has hecho profeta, rey y apóstol. Te pasaste de la raya. Quiero anunciar que el amor existe por encima de todo odio y resentimiento; que existe la misericordia por encima del pecado más horrendo. Quiero curar heridas, ser bálsamo de corazones rotos y afligidos, aliviar el dolor, mitigar el sufrimiento y la soledad. Aquí estoy, Señor. ¡Envíame! 

 

CONTEMPLATIO:  Aire de familia Image and video hosting by TinyPic

 

ACTIO: Ejercicio de toma de conciencia del don predilecto del bautismo. Hacen falta apóstoles convencidos. Se echa en falta cristianos que sepan hacerla de cristianos. Por el bautismo se aprende el idioma del amor. Gritar el amor, sanar el amor, purificar el amor, premiar el amor. Que rija e impere el amor de Jesús en el mundo. Es la misión del bautizado. Toma tu título, descubre qué día te bautizaron, pasa una noche en oración como Él y empieza a ejercer.  

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