jueves, 2 de enero de 2014

LECTIO DIVINA La gran preparación

INVOCATIO: El Señor manifestó su victoria


LECTIO: 1Jn 2,22-28. La promesa que Él nos hizo es ésta: la vida eterna. La unción (bautismal)

instruye y guía en todo. Sal 97,1-4. El Señor manifestó su victoria. Jn 1,19-28. Juan bautiza con agua, pero el Señor bautizará con el Espíritu.


MEDITATIO: Una mamá joven fue al Santísimo. Allí delante había una

niña.  Oraba con mucha devoción. La joven

con curiosidad se acercó a preguntarle la edad y qué cosas le decía a Diosito.

La niña tenía 6 años y pedía por su familia para tener una buena semana. La

madre le dijo si podría pedir por ella y la niña dijo que sí, cerró sus ojos y

empezó a murmurar entre dientes, luego al despedirse, la pequeña decía muy

despacio: te amo mucho. Es el don de la fe que el Señor concede a cada uno de

los bautizados. Pero muchos dirán haber sido bautizados y sin embargo quisieran

ser como esa chiquitina ante el Santísimo. La fe es un don que Dios infunde con

el bautismo como su regalo más precioso, pero se hace manifiesta por el

ejercicio de la virtud natural. La virtud prepara el don. Esta muchachita de 6

años ha tenido una gran preparación en su madre. La liturgia de hoy habla de la

potencia del bautismo y del gran preparador, Juan. El hombre sobre la tierra

vive constantemente en preparativos. Y los preparativos no son más que ensayos

y ejercicios. Sobre el planeta Tierra todo supone una preparación, un ensayo y

un acompañamiento: caminar, comer, hablar, leer, orar, amar. Los niños se

preparan para ir por primera vez a la escuela, se gradúan, se capacitan para el

trabajo, se entrenan para asumir una responsabilidad. Juan mereció ser el

último de los profetas de Israel y a la vez el precursor del Señor, la voz que

gritaba en el desierto la venida del Señor. Choca decirlo, pero esta vida es

sólo un ensayo de lo que viene, es preparar la otra, la verdadera, la eterna.

Ésta acabará; la otra seguirá sin fin. Ésta viene cargada de fatigas,

enfermedades, sufrimiento y muerte; la otra será descanso, salvación, alegría,

paz, en compañía del Vencedor de la muerte. El bautismo es una probadita de la

maravilla que el hombre ha de encontrar en el cielo. Lo dice la carta de Juan.

La vida eterna es la promesa. En el Antiguo Testamento, la promesa de Dios

estuvo largamente escondida en una tierra; las revelaciones del Nuevo

Testamento apuntan claramente a la Vida eterna. El derecho a ella se hace

entrega en el bautismo. La vida terrena en este marco de referencias aparece

como una preparación para lo que ha de venir. Alguien criticó severamente a los

cristianos por indicar la vida del más allá como la verdadera vida, aunque no

se ve ni se sabe nada de ella; mientras se refieren a esta vida tangible y

concreta como algo meramente transitorio. Así, lo que quiso ser una crítica, se

convierte hoy en una gran verdad. El hombre terrestre está programado por el

Creador para la vida eterna, para el Amor. Y esta vida es sólo el paso

preliminar del preámbulo del inicio del propedéutico de la eternidad. En muchos

escritos místicos, en efecto, la vida aparece como una peregrinación, como un

pasillo, un tránsito hacia la casa del Padre. Tal vez cabría nombrar a la vida

terrena como previda, lo que antecede, lo que prepara, la antesala, la gran

preparación. 


ORATIO: Niño de Belén, tú dedicaste

treinta años en el silencio y en lo escondido a preparar tu vida pública.

Enséñame el arte de prepararme para tu venida. Tú vienes a mí continuamente en

las luces de la conciencia, en las gracias actuales, en los sacramentos, en la

lectura de la Palabra, ayúdame a estar preparado siempre para ti, para acogerte

como al Huésped esperado, para aceptarte como al mejor de los amigos, para honrarte

como al Señor de los señores, para servirte como al Rey de reyes.


CONTEMPLATIO:  La gran preparación 


ACTIO: Ejercicios de Navidad. Juan dedicó toda la

vida a preparar la venida del Señor. Se prepara una graduación, una fiesta, una

recepción, un aniversario, una vacación. Tomar la vida como una preparación

requiere un gran sentido de programación. Programar la casa, la alimentación,

los estudios, el trabajo, la vida social. Una sugerencia para el inicio de año

nuevo es contar con un programa de estudios, de capacitación, de trabajo, de

vida espiritual y de apostolado.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario