INVOCATIO: El les será favorable y tendrá misericordia de Uds.
LECTIO Esd 9, 5-9. Aunque los judíos se han hecho culpables, Dios ha iluminado sus ojos y les ha dado un respiro en medio de la esclavitud. Tob 13, 2-4d. 5. 8. El les será favorable y tendrá misericordia de Uds. Lc 9, 1-6. Jesús da a sus discípulos todo poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios, proclamar el Reino y sanar a los enfermos.
MEDITATIO: La esperanza es lo último que se pierde. Esdras entona una oración penitencial, reconocimiento de la maldad del pueblo, la deportación babilónica y el retorno al lugar santo para levantar la casa de Dios. El tono es de lamentación y de esperanza, de ruina y júbilo, pues Dios ha sacado a su pueblo de la marginación a la predilección, de la servidumbre a la libertad. La plegaria de Esdras narra cómo muy a pesar de las culpas probadas del pueblo, Dios se pone de su parte y derrama su misericordia. En unos cuantos renglones se revive la amargura y sequedad del desierto para culminar con un canto de alabanza al Dios liberador. Cualquiera diría que estaba todo perdido. Muchos vivieron la amargura de la deportación y en ella murieron. Pero Dios descubrió su poder de liberación y les mostró su rostro compasivo y les hizo ver que Él está presente en la dificultad más pendiente para salvarlos de la ruina, para reconducirlos a la luz, para restaurar sus murallas abatidas. En el fondo el mensaje es Dios nunca abandona. La experiencia del abandono en la vida del hombre es común. El niño de la calle, falta pan y agua, la quiebra de pareja, papá se ha ido, no hay trabajo, el salario no alcanza, lo dejó la novia. La palabra del Señor trasmitida por Esdras es de conforto y esperanza. El está ahí en todo el proceso, en la cumbre y en el abismo, en la bonanza y en el huracán, en tiempos de abundancia y de sequía, en la salud y en la enfermedad, en la comitiva de amigos y en la soledad depresiva; Él no falta a la cita ni en el éxito ni en la desventura. Y en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo único a salvar al mundo. Y en este gran contexto de contrastes y presencias de Dios, aparece Jesús en escena. Convocó a los doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y curar toda suerte de enfermedades. Aquí está, de nuevo, el signo: Dios no abandona. Es tal el ansia que tiene de sanar, restaurar, salvar, intervenir en las contingencias de este mundo, que se reduplica en los discípulos. No hace falta dinero, ni provisiones, ni instrumentación alguna. Él suple, Él escoge las palabras del predicador, Él extiende la mano del que cura, Él interviene en la expulsión de los malos espíritus. Él lleva la batuta. Él no abandona jamás. El hombre del siglo XXI, acostumbrado al aplauso, al bienestar y al mundo fácil, tiene que descubrirlo a Él en el desamparo, la estrechez y la trabazón. A veces evidente, otras camuflado, Dios está ahí.
ORATIO: Señor, ¿cómo saber que eres tú cuando la enfermedad y el fracaso tocan mi puerta?¡Qué fácil es seguirte la pista en las cumbres! ¡Qué difícil en la cañada oscura, en la penumbra, en medio del temporal! Hazme sentir tu presencia, no me importa lo que venga, sólo quiero saber que estás tú. Si tú eres mi pastor, nada me falta.
CONTEMPLATIO: No abandona
ACTIO: Ejercicio de confianza. Ejercicio para tiempos difíciles: confiar. Confiar cuando se pierde la partida. Confiar cuando los dineros no alcanzan. Confiar cuando los amigos se han ido. Confiar cuando has emigrado por amor. Confiar cuando no hay remedio. Confiar desde lo pequeño, fiarse de corazón. Repetir a porfía a lo largo de la jornada: ”Jesús confío en ti”
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