lunes, 16 de septiembre de 2013

Se cura a domicilio o por correo

LECTIO DIVINA
 
Se cura a domicilio o por correo
 
INVOCATIO: Oye la voz de mi plegaria, Señor.
 
LECTIO 1Tim 2, 1-8. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Sal 27, 2. 7-9. Oye la voz de mi plegaria cuando clamo hacia ti. Lc 7, 1-10. Jesús cura al sirviente del centurión.
 
MEDITATIO: La carta a Timoteo es una de las llamadas “cartas pastorales”, porque Pablo escribe para dar orientaciones a quienes serán los futuros obispos de la Iglesia naciente. El proyecto es ambicioso y el lema también: Dios quiere que todos los hombres se salven. Y todos es todos. Los griegos y los romanos, judíos y paganos, hombres y mujeres, libres y esclavos, creyentes y ateos, buenos y malos, ricos y pobres, enfermos y sanos, niños y ancianos, católicos y cristianos y toda la retahíla de etcéteras: budistas, musulmanes, mormones, testigos de Jehová, y con ellos toda la familia de la gente de mal vivir: los bandidos, los rateros, las rameras y los narcos. Vaya, Timoteo la tiene clara. Todavía no hay ni templos levantados, ni comunidades, ni un Dios que no sea Venus o Apolo. La máxima de Pablo no ha dejado de resonar en sus oídos: Dios quiere que todos los seres humanos se salven. Y si le apuras el paquete incluye todas las sociedades, las familias y las mascotas. ¿De dónde sacó Pablo esta tarea titánica? Tal vez del Maestro, no tanto porque lo haya dicho, pero es lo que hacía. En tiempos de Jesús hasta las piedras confesaban el nombre de Dios. La escena evangélica de hoy es testigo elocuente del celo apostólico del Señor Jesús. Ya ni come, ni bebe por darse a la tarea de enseñar y curar, amaestrar las multitudes, darles de comer, echar demonios, divertir a los niños y sanar a sus enfermos. Las curaciones de Jesús en sus tiempos, son como mágicas. No usa medicina, ni ungüentos ni potaje alguno. Alguna vez lodo o saliva. La más de las veces por imposición de las manos. Cura con golpes de vista. En esta ocasión, mientras Jesús está sumergido en sus tareas, llegan los principales de la Sinagoga de Cafarnaúm, para recomendar a un centurión romano, uno de los pocos amigos de Roma en toda la comarca. Debió ser un caso muy raro y de excepción. Los centuriones romanos eran tipos rudos, nada amables con los judíos. Pero este centurión no sólo era amigo de los judíos, también les había construido la sinagoga. El hijo del capataz venido de Roma estaba enfermo. El evangelio a veces pinta a Jesús como muy celoso de su parcela, vino sólo a los hijos de Israel; pero otras veces le da por agarrar monte o por meterse con paganos. La misión del Padre es clara: salvar a todos. La tentación es fuerte: curar al hijo de un romano. Lo sorprendente es que a Jesús no llega ni el hijo enfermo, ni el padre. La curación se hace sin ver al enfermo y sin tocarlo. Sanación por correo, de palabra, por recomendación, por envío, por intercesión. A posta o sin querer, el Señor ha inaugurado el prototipo de todas las curaciones futuras. Ya lo había dicho Él y le tomaron la palabra: “Pide y se te dará, llama y se te abrirá”. No estaría nada mal que los humanos de estos lares, releyeran los evangelios cuando la enfermedad toca a su puerta. En medio de tantas tecnologías tan avanzadas, se les olvida echar un vistazo al cielo. El mensaje es claro: Dios quiere que todos se salven. Se cura a domicilio o por correo. Basta pedirlo, es gratis. Se cura todo tipo de cáncer y sida. El Médico no necesita ni ver ni tocar.
 
ORATIO: Señor mío y médico mío. Una vez más toco tu puerta. Tu amigo ha vuelto a enfermar. No quiero medicinas, no quiero curaciones por correo. Te quiero a ti. Quiero verte, Doctor. Esa será mi mejor medicina. Que me impongas las manos y disipes mi mal. Quiero sentir tu presencia, no quiero la soledad. A diferencia del Centurión, te digo: sí es necesario que vengas bajo i techo. Ven, Señor Jesús. Echa fuera mi rutina, hazme compañía. Si quieres que todo el mundo se salve, ven a salvarme.
 
 
CONTEMPLATIO:  Se cura a domicilio o por correo
 
 
 
ACTIO: Ejercicio de petición y deseo.  “Pidan y se les dará”. Una de las formas más bellas de oración es pedir. Dios es Padre providente y le encantan las listas de pedidos. Para pedir es preciso querer. Y querer es desear. Desear al Señor, querer su gracia, pedir su medicina. Todo ser humano cojea de algo. Pide, pide con insistencia, pide a todas horas, pide en todos los lugares. Formula tu petición al amanecer y repítelo a lo largo del día. La oración de petición obra milagros.

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