Introducción
Es un hecho que hoy día las
sectas pasan casa por casa y hacen una gran labor proselitista. Primero piden
muy sutilmente que los católicos los acompañen a orar con la Biblia, lo que no
tendría nada de malo, pero, con el pretexto de orar con la Biblia, lo que
realmente pretenden es arrebatarles a ustedes su fe Católica y hacer que se
cambien de Religión.
Y esto, en realidad, además de ser un proselitismo
barato, es una falta de respeto y de caridad hacia las personas que, no habiendo
tenido una mayor formación bíblica, los confunden con infinidad de citas
bíblicas, sacadas de su verdadero contexto, y tratan de hacerles ver que están
equivocados hasta convencerlos para que pasen a engrosar las filas de las
sectas.
Queridos hermanos: Ustedes tienen un gran tesoro que es su Fe
Católica heredada de sus padres y antepasados. Para darles una mano y fortalecer
su Fe Católica es que acaba de aparecer este trabajo que -con la debida
autorización- hoy hago llegar a sus manos. Es un libro muy sencillo y práctico,
en él que hallarán la respuesta adecuada a las principales interrogantes que nos
presentan las sectas.
El protestantismo que proviene de Alemania y de
Europa, en general, es bastante respetuoso hacia los católicos. Pero las sectas
provenientes de Estados Unidos y de otras partes de América Central suelen ser
muy atropelladoras y tratan de imponerse por la fuerza, asustando a la gente y
tergiversando textos bíblicos. Este libro, entonces, es para que no se dejen
engañar.
No es nuestro intento agudizar tensiones. Lo que aquí se
pretende es, con la Biblia en la mano, dar respuesta a las principales
dificultades que las sectas presentan a los católicos cuando pasan por sus
casas, dificultades que, bien mirado, no son reales sino sólo aparentes y que
muchas veces demuestran sólo fanatismo e ignorancia.
La Iglesia Católica
está por un sano ecumenismo y ojalá llegue el día en que se logre la tan
anhelada unión entre cristianos, pero, por mientras, hay que dar respuestas
concretas a las necesidades del momento.
Este trabajo está escrito en
forma de cartas del Párroco a sus feligreses. Su estilo es respetuoso y hasta
coloquial. Léanlo con el mismo espíritu en que fue escrito y Dios quiera que los
temas, leídos una y otra vez, les ayuden a comprender mejor su fe Católica y a
saber dar razón de su esperanza.
Consejos prácticos Para conservar su Fe
Católica
• Cuando un hermano evangélico le invite a orar o a
conversar con seriedad sobre la Biblia, naturalmente usted lo puede hacer,
siempre y cuando exista un clima de mutuo respeto y caridad. Pero sin polemizar
ni tomar actitudes anticristianas.
• Pero cuando lo inviten a orar o
estudiar la Biblia y usted descubre que su intención no es ésta, sino
arrebatarle su fe católica diga: -No me interesa, porque usted lo que quiere no
es orar o estudiar la Biblia conmigo, sino arrebatarme mi Fe.
• Cuando los
mormones les prometan dólares, viajes, o ayudas de cualquier tipo con tal que se
cambien a su religión, digan: Con la Fe no se juega.
• Cuando los Testigos
de Jehová les digan: «Cuando yo era católico tomaba, le pegaba a mi señora y
pasaba puro peleando...» contesten: Desde este mismo momento ya está usted
mintiendo porque si hacía todo esto es que «no era un verdadero católico».
•
Decía un católico: «Los evangélicos se pasan la mitad de su vida despotricando
contra los católicos... como si ellos fueran los únicos justos y perfectos. ¿Por
qué en vez de mirar tanto la paja ajena no reflexionan un poco sobre la viga de
su propio ojo?».
Ojalá que se vayan afinando diferencias y lleguemos a
una plena comunión de Fe y de Doctrina entre todos los seguidores de Cristo.
Esto sería maravilloso. Pero, por mientras, hay que ir con mucha cautela porque
algunos hermanos evangélicos que no trepidan en recurrir a proselitismos
desfasados para arrebatarles su fe Católica.
a) Los Libros de la Biblia
Hoy día vamos a
conversar sobre la Biblia: ¿Cuántos libros tiene la Biblia? ¿Qué diferencias hay
entre las Biblias católicas y las Biblias protestantes? La Biblia no es un solo
libro, como algunos creen, sino una biblioteca completa. Toda la Biblia está
compuesta por 73 libros, algunos de los cuales son bastante extensos, como el
del profeta Isaías, y otros son más breves, como el del profeta Abdías.
Estos 73 libros están repartidos de tal forma, que al Antiguo
Testamento (AT) le corresponden 46, y al Nuevo Testamento (NT) 27 libros.
De
vez en cuando suele caer en nuestras manos alguna Biblia protestante, y nos
llevamos la sorpresa de que le faltan siete libros, por lo cual tan sólo tiene
66 libros.
Este vacío se encuentra en el Antiguo Testamento y se debe a la
ausencia de los siguientes libros: Tobías, Judit, 1 Macabeos, 2 Macabeos,
Sabiduría, Eclesiástico y el de Baruc.
¿Por qué esta diferencia entre la Biblia católica y la
protestante?
Es un problema histórico-teológico muy complejo.
Resumiendo mucho, trataremos de contestar esta pregunta.
Primero vamos a
explicar cómo se formó la colección de libros sagrados del Antiguo Testamento
dentro del pueblo judío. Y luego veremos cómo los cristianos aceptaron estos
libros del A.T. junto con los libros del N.T. para formar la Biblia completa.
La antigua comunidad judía de
Palestina
En tiempos de Jesucristo, encontramos que en
Palestina el pueblo judío sólo aceptaba el A.T. Y todavía no habían definido la
lista completa de sus libros sagrados, es decir, seguía abierta la posibilidad
de agregar nuevos escritos a la colección de libros inspirados.
Pero desde
hacía mucho tiempo, desde alrededor de los años 600 antes de Cristo, con la
destrucción de Jerusalén y la desaparición del Estado judío, estaba latente la
preocupación de concretar oficialmente la lista de libros sagrados.
¿Qué
criterios usaron los judíos para fijar esta lista de libros sagrados? Debían ser
libros sagrados en los cuales se reconocía la verdadera fe de Israel, para
asegurar la continuidad de esta fe en el pueblo. Había varios escritos que
parecían dudosos en asuntos de fe, e incluso francamente peligrosos, de manera
que fueron excluidos de la lista oficial. Además aceptaron solamente libros
sagrados escritos originalmente en hebreo (o arameo). Los libros religiosos
escritos en griego fueron rechazados por ser libros muy recientes, o de origen
no-judío. (Este último dato es muy importante, porque de ahí viene después el
problema de la diferencia de libros.)
Así se fijó entonces una lista de
libros religiosos que eran de verdadera inspiración divina y entraron en la
colección de la Escritura Sagrada. A esta lista oficial de libros inspirados se
dará, con el tiempo, el nombre de «Canon», o «Libros canónicos».
La
palabra griega Canon significa regla , norma, y quiere decir que los libros
canónicos reflejan «la regla de vida», o «la norma de vida» para quienes creen
en estos escritos. Todos los libros canónicos de la comunidad de Palestina eran
libros originalmente escritos en hebreo-arameo.
Los libros
religiosos escritos en griego no entraron en el canon, pero recibieron el nombre
de «apócrifos», «libros apócrifos» (= ocultos), porque tenían doctrinas dudosas
y se los consideraba «de origen oculto».
En el primer siglo de
nuestra era (año 90 después de Cristo) la comunidad judía de Palestina había
llegado a reconocer en la práctica 39 libros como inspirados oficialmente.
Esta lista de los 39 libros de A.T. es el llamado «Canon de Palestina», o
«el Canon de Jerusalén».
La comunidad
judía de Alejandría
Simultáneamente existía una comunidad judía en
Alejandría, en Egipto. Era una colonia judía muy numerosa fuera de Palestina,
pues contaba con más de 100.000 israelitas. Los judíos en Egipto ya no entendían
el hebreo, porque hacía tiempo habían aceptado el griego, que era la lengua
oficial en todo el Cercano Oriente. En sus reuniones religiosas, en sus
sinagogas, ellos usaban una traducción de la Sagrada Escritura del hebreo al
griego que se llamaba «de los Setenta». Según una leyenda muy antigua esta
traducción «de los Setenta» había sido hecha casi milagrosamente por 70 sabios
(entre los años 250 y 150 antes de Cristo).
La traducción griega
de los Setenta conservaba los 39 libros que tenía el Canon de Palestina (canon
hebreo), más otros 7 libros en griego. Así se formó el famoso «Canon de
Alejandría» con un total de 46 libros sagrados.
La comunidad judía
de Palestina nunca vio con buenos ojos esta diferencia de sus hermanos
alejandrinos, y rechazaban aquellos 7 libros, porque estaban escritos
originalmente en griego y eran libros agregados posteriormente.
Era una realidad que, al tiempo del nacimiento del cristianismo,
había dos grandes centros religiosos del judaísmo: el de Jerusalén (en
Palestina), y el de Alejandría (en Egipto). En ambos lugares tenían autorizados
los libros del A.T: en Jerusalén 39 libros (en hebreo- arameo), en Alejandría 46
libros (en griego).
Los primeros
cristianos y los libros sagrados del A.T.
El cristianismo nació
como un movimiento religioso dentro del pueblo judío. Jesús mismo era judío y no
rechazaba los libros sagrados de su pueblo. Además los primeros cristianos
habían oído decir a Jesús que El no había venido a suprimir el A.T. sino a
completarlo (Mt. 5, 17). Por eso los cristianos reconocieron también como libros
inspirados los textos del A.T. que usaban los judíos.
Pero se vieron en
dificultades. ¿Debían usar el canon breve de Palestina con 39 libros, o el canon
largo de Alejandría con 46 libros?
De hecho, por causa de la
persecución contra los cristianos, el cristianismo se extendió prioritariamente
fuera de Palestina, por el mundo griego y romano. Al menos en su redacción
definitiva y cuando en los libros del N.T. se citaban textos del A.T. (más de
300 veces), naturalmente se citaban en griego, según el Canon largo de
Alejandría.
Era lo más lógico, por tanto, que los primeros
cristianos tomaran este Canon griego de Alejandría, porque los mismos
destinatarios a quienes debían llevar la palabra de Dios todos hablaban griego.
Por lo tanto, el cristianismo aceptó desde el comienzo la versión griega del
A.T. con 46 libros.
La reacción de los
judíos contra los cristianos
Los judíos consideraban a
los cristianos como herejes del judaísmo. No les gustó para nada que los
cristianos usaran los libros sagrados del A.T. Y para peor, los cristianos
indicaban profecías del A.T. para justificar su fe en Jesús de Nazaret. Además
los cristianos comenzaron a escribir nuevos libros sagrados: el Nuevo
Testamento.
Todo esto fue motivo para que los judíos resolvieran
cerrar definitivamente el Canon de sus libros sagrados. Y en reacción contra los
cristianos, que usaban el Canon largo de Alejandría con sus 46 libros del A.T.,
todos los judíos optaron por el Canon breve de Palestina con 39 libros.
Los
7 libros griegos del Canon de Alejandría fueron declarados como libros
«apócrifos» y no inspirados. Esta fue la decisión que tomaron los responsables
del judaísmo en el año 90 después de Cristo y proclamaron oficialmente el Canon
judío para sus libros sagrados.
Los cristianos, por su parte, y
sin que la Iglesia resolviera nada oficialmente, siguieron con la costumbre de
usar los 46 libros como libros inspirados del A.T. De vez en cuando había
algunas voces discordantes dentro de la Iglesia que querían imponer el Canon
oficial de los judíos con sus 39 libros. Pero varios concilios, dentro de la
Iglesia, definieron que los 46 libros del A.T. son realmente libros inspirados y
sagrados.
¿Qué pasó con la
Reforma?
En el año 1517 Martín Lutero se separó de la Iglesia
Católica. Y entre los muchos cambios que introdujo para formar su nueva iglesia,
estuvo el de tomar el Canon breve de los judíos de Palestina, que tenía 39
libros para el A.T. Algo muy extraño, porque iba en contra de una larga
tradición de la Iglesia, que viene de los apóstoles. Los cristianos, durante más
de 1.500 años, contaban entre los libros sagrados los 46 libros del A.T.
Sin embargo, a Lutero le molestaban los 7 libros escritos en lengua
griega y que no figuraban en los de lengua hebrea.
Ante esta situación los
obispos de todo el mundo se reunieron en el famoso Concilio de Trento y fijaron
definitivamente el Canon de las Escrituras en 46 libros para el A.T. y en 27
para el N.T.
Pero los protestantes y las muchas sectas nacidas de
ellos, comenzaron a usar el Canon de los judíos palestinos que tenían sólo 39
libros del AT.
De ahí vienen las diferencias de libros entre las Biblias
católicas y las Biblias evangélicas.
Los
libros canónicos
Los 7 libros del A.T. escritos en griego han
sido causa de muchas discusiones. La Iglesia Católica dio a estos 7 libros el
nombre de «libros deuterocanónicos».
La palabra griega «deutero»
significa Segundo. Así la Iglesia Católica declara que son libros de segunda
aparición en el Canon o en la lista oficial de libros del A.T. porque pasaron en
un segundo momento a formar parte del Canon.
Los otros 39 libros del A.T.,
escritos en hebreo, son los llamados «libros protocanónicos».
La palabra
«proto» significa «Primero», ya que desde el primer momento estos libros
integraron el Canon del A.T.
Qumram
En el año 1947 los arqueólogos descubrieron en Qumram
(Palestina) escritos muy antiguos y encontraron entre ellos los libros de Judit,
Baruc, Eclesiástico y 1 de Macabeos escritos originalmente en hebreo, y el libro
de Tobías en arameo. Quiere decir que solamente los libros de Sabiduría y 2 de
Macabeos fueron redactados en griego. Así el argumento de no aceptar estos 7
libros por estar escritos en griego ya no es válido. Además la Iglesia Católica
nunca aceptó este argumento.
Consideraciones finales
Después de
todo, nos damos cuenta de que este problema acerca de los libros, es una
cuestión histórico-teológica muy compleja, y con diversas interpretaciones y
apreciaciones. Con todo, es indudable que la Iglesia Católica, respecto a este
punto, goza de una base histórica y doctrinal que, muy razonablemente, la
presenta como la más segura.
Sin embargo, desde que Lutero tomó la decisión
de no aceptar esta tradición de la Iglesia Católica, todas las iglesias
protestantes rechazaron los libros Deuterocanónicos como libros inspirados y
declararon estos 7 libros como libros «apócrifos».
En los últimos
años hay, de parte de muchos protestantes, una actitud más moderada para con
estos 7 libros e incluso se editan Biblias ecuménicas con los Libros
Deuterocanónicos.
En efecto, han ido comprendiendo que ciertas
doctrinas bíblicas, como la resurrección de los muertos, el tema de los ángeles,
el concepto de retribución, la noción de purgatorio, empiezan a aparecer ya en
estos 7 libros tardíos.
Por el hecho de haber suprimido estos
libros se dan cuenta de que hay un salto muy grande hasta el N.T. (más o menos
una época de 300 años sin libros inspirados). Sin embargo estos 7 libros griegos
revelan un eslabón precioso hacia el N.T. Las enseñanzas de estos escritos
muestran una mayor armonía en toda la Revelación Divina en la Biblia.
Por
este motivo, se ven ya algunas Biblias protestantes que, al final, incluyen
estos 7 libros, aunque con un valor secundario.
Quiera Dios que
llegue pronto el día en que los protestantes den un paso más y los acepten
definitivamente con la importancia propia de la Palabra de Dios, para volver a
la unidad que un día perdimos.
b) ¿Cómo estudiar la Biblia?
Hoy día en muchas
familias católicas encontramos la Biblia como el libro sagrado de la casa. Ojalá
que pronto llegue el día que cada católico sea un asiduo lector de la Escritura
Sagrada.
Pero muchos que comienzan a leerla, después de algunos
capítulos la dejan de lado por no comprender casi nada. Dicen que leer la Biblia
les resulta difícil. Es un libro tan largo y a veces difícil, especialmente para
uno que sabe poca historia y poca geografía, y no tiene costumbre de ubicar lo
que lee en su propio contexto.
También se da el caso de católicos
que, comienzan a leer la Biblia, y se dejan llevar por interpretaciones
parciales, caprichosas y fanáticas que poco a poco lo llevan a uno a adherir,
por mero sentimentalismo, a algunas de las muchas sectas bíblicas ya existentes,
apartándose, por ignorancia, de la Iglesia Católica.
Y no faltan los que
quieren leer toda la Biblia sin alguna explicación; o toman la Biblia como un
juego de naipes abriendo el libro al azar, o saltando por aquí o por allá y
piensan que Dios automáticamente les comienza a hablar. Es un riesgo muy grande;
es como jugar a la suerte.
Para evitar estos peligros, no basta leer la
Biblia con fe y devoción. Hay que juntar la fe, la oración y la devoción con el
estudio. Leer la Biblia sin una adecuada preparación es tentar a Dios. Hay que
prepararse para leerla. Si no, puede suceder cualquier cosa. La historia de
nuestra fe es así.
Queridos hermanos, esta carta tiene como
finalidad introducirnos en el estudio de la Biblia. Hoy, más que nunca, debemos
tener una cierta preparación para iniciar una lectura seria de la Biblia. Para
muchos, la Biblia sigue siendo un hermoso libro cerrado que adorna nuestra
biblioteca. El problema es: ¿cómo leer, cómo comenzar con este libro? Siempre ha
sido difícil la iniciación a la lectura de la Biblia. Exige de nosotros
paciencia, humildad, serenidad y una cierta disciplina intelectual.
En esta carta vamos a indicarles algunos consejos prácticos para
comenzar el estudio de la Biblia.
Las
mejores BibliasMuchas personas se preguntan cómo conseguir una
buena edición moderna de la Biblia Católica.
Hoy existen muy buenas
Biblias católicas; les recomendamos la Biblia de Jerusalén, la de la Casa de la
Biblia y otras.
Da pena ver gente ansiosa de conocer la Biblia y lo hace
con ediciones demasiado antiguas, incluso incompletas, sin introducciones, ni
comentarios; o con ediciones de bolsillo que está bien para llevarlas a un paseo
pero no para hacer estudios serios con ellas.
Una Biblia de uso personal
Conviene que
cada persona tenga su propia Biblia en la que libremente vaya subrayando los
textos más importantes o más significativos en relación con nuestra vida de fe,
con nuestro seguimiento de Cristo, con nuestra vida de oración, de
evangelización, etc. E incluso uno va poniendo anotaciones personales,
inquietudes originadas de la propia reflexión y experiencia pastoral, apuntes
tomados de cursillos, retiros, libros... Sólo así se aprenden las cosas, y con
gusto.
Conocer bien la propia
Biblia
Es decir, antes de estudiar el texto sagrado,
hay que echar un vistazo general a la edición de su Biblia; ver qué dicen los
editores sobre el manejo del libro, ver cómo se citan los libros, qué
introducciones hay, qué notas, mapas, o temas especiales, etc... Esto puede
ahorrar mucho tiempo y trabajo. No hay por qué anotar en cuadernos o papelitos
cosas que ya están muy bien puestas en las notas más importantes.
Así por
ejemplo, la Biblia Latinoamericana pone una especie de introducción muy buena,
titulada: «¿Qué hubo en el mundo antes de la Biblia?».
También tiene un
«Índice del Evangelio» bien práctico y una serie de temas breves con el título
de «La enseñanza bíblica» que pueden ayudar mucho. Además hay otros temas.
Biblia de Jerusalén, entre tantas cosas excelentes, trae casi al final
una sinopsis cronológica muy útil para ubicar los acontecimientos bíblicos
dentro de la historia, de la geografía y de las otras culturas relacionadas con
la Biblia. La Nueva Biblia Española tiene, al final, un vocabulario bíblico
teológico muy bueno. Cada uno debe familiarizarse bien con su propia
Biblia.
Leer y estudiar las
Introducciones
Es muy conveniente leer las Introducciones que se
ponen a cada libro o a los diversos grupos de libros. Casi todas las Biblias
modernas católicas tienen muy buenas introducciones. La Biblia de Jerusalén es
excelente en este punto y es la que ha inspirado casi todas las ediciones
posteriores de la Biblia.
Algunas personas se dedican primero a leer y
estudiar todas las introducciones de cada libro y luego comienzan la lectura del
texto bíblico mismo. Es lo mejor.
Leer y
meditar la Biblia
continuación, ya se puede comenzar a leer y
a estudiar el texto bíblico. Pero la Biblia es muy larga, y para todos nosotros
nos resultará muy difícil, si no imposible, leerla toda desde la primera página
hasta la última. Por tanto, hay que ser prácticos.
Si es la primera
vez que te acercas a la Biblia, te proponemos un itinerario de lectura:
a) Empieza con el Evangelio de San Lucas. En él podrás conocer los
rasgos más atrayentes de Jesús de Nazaret, nacido de María.
b)
Continúa con el libro de los Hechos de los Apóstoles. Allí podrás ver la hermosa
actividad de la Iglesia naciente.
c) Después te recomendamos volver
a los Evangelios, primero Marcos, luego el de Mateo y finalmente el de Juan.
Puedes intercalar, al fin, la lectura de alguna Carta de los Apóstoles:
por ejemplo, a los Corintios, los Tesalonicenses, etc.
Otra forma es
tener un calendario litúrgico y leer las lecturas que corresponden al
día.
El Nuevo Testamento
Para el cristiano lo más importante son los cuatro Evangelios,
que son el alma de toda la Biblia, y luego los otros libros del Nuevo
Testamento. Eso ha de ser el objetivo constante de nuestra lectura o estudio.
Pero es bueno conocer, siquiera básicamente, el Antiguo Testamento: Génesis,
Éxodo, Deuteronomio, Josué, 1 y 2 de Samuel, 1 y 2 de Reyes, Salmos, Proverbios,
Eclesiastés, Cantar, Sabiduría, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Amós, Miqueas,
Jonás.
Lectura y meditación de la Biblia
Después de haber leído la introducción de un libro, comienza a leer
el texto mismo. No te apresures en leer todo de una vez. Lee solamente un
pasaje, o un párrafo. Lee con atención y respeto, abriendo tu corazón a lo que
Dios te quiere expresar. Subraya los textos que te impactan.
En la primera
lectura de un texto, te conviene leer siempre las notas explicativas que se
encuentran debajo del texto bíblico. Estas notas explicativas y los comentarios
van a clarificarte la comprensión de los textos bíblicos más difíciles. Son
explicaciones escritas por especialistas y hay que tratar de entenderlas y,
normalmente, han de ser aceptadas con confianza. Muchas personas, por no leer
atentamente las notas explicativas quedan sin comprender un texto en su contexto
propio, sin comprender los diversos estilos y doctrinas, y luego abandonan la
lectura por aburrimiento.
Los cursillos bíblicos intensivos, con un
buen profesor, pueden ayudar mucho, y quizás sean imprescindibles para
comprender ciertos problemas y notas técnicas.
Y ahora, ¡a
comenzar!... Trata de organizar tu vida de tal manera que todos los días
encuentres un momento de 5 a 10 minutos para la Biblia. Busca un lugar
tranquilo. Lee sistemáticamente, no saltando de una parte a otra, ni abriendo el
libro al azar. Nunca leas la Biblia para satisfacer tu curiosidad o sólo para
saber más, sino para indagar lo que Dios quiere decirte. Pues la Biblia es la
Palabra de Dios, es la carta que El envía a sus hijos. En la Biblia no busques
ciencia, sino sabiduría. No tengas miedo de subrayar y poner anotaciones en tu
Biblia. La Biblia no es un libro para guardar, sino para ser leída. Dice san
Jerónimo: «No debes retirarte al descanso nocturno sin haber llenado tu corazón
con una pequeña parte de la Palabra de Dios».
Principales Biblias
Católicas
Entre las Biblias Católicas más conocidas, y
más usadas hoy entre nosotros, están las siguientes:
1. La Biblia de
Jerusalén: Se llama así sencillamente por haber sido preparada por un numeroso
equipo internacional de biblistas, bajo la dirección de la famosa «Escuela
Bíblica de Jerusalén». Apareció primeramente en francés (1956), de la que se
sacó la primera edición española en 1967. Luego ha seguido una segunda edición
española en 1975, revisada y mejorada.
Es la mejor Biblia desde el
punto de vista crítico, teológico y académico, con notas explicativas. Su
criterio ha influido decididamente en todas las otras ediciones de la Biblia. Es
imprescindible para un estudio serio de la Biblia. Sin embargo el precio de esta
Biblia es generalmente muy elevado.
Hay también muchas otras
ediciones católicas de la Biblia, todas muy buenas, aunque no hayan tenido, en
nuestro medio, el éxito de las dos mencionadas. Entre éstas no podemos dejar de
nombrar las Biblias: Casa de la Biblia, Nacar-Colunga y la Nueva Biblia Española
de Juan Mateo.
El gran valor de estas ediciones modernas de la
Biblia es, sobre todo, que se basan en los textos originales (hebreo-griego), y
no en la Vulgata Latina como anteriormente se hacía. Además en sus
introducciones y comentarios recogen lo mejor de las investigaciones bíblicas
modernas.
Últimamente apareció la Biblia de Estudio de las Sociedades
Bíblicas, elaborada por biblistas católicos y evangélicos, y que cuenta con el
respaldo del CELAM para ser utilizada en América Latina.
Quien medita cada día
la sagrada ley divina
con
esta meditación
a la gloria se encamina.
Quien medita cada día
las
Sagradas Escrituras
verá la mano de Dios
en todas las
criaturas.
c) La Biblia y la
Tradición
A menudo los hermanos evangélicos, discutiendo con nosotros
los católicos, nos dicen: «¿Dónde habla la Biblia del purgatorio? ¿Dónde dice la
Biblia que San Pedro fue a Roma? ¿De dónde sacan ustedes los católicos eso de
que María es la Inmaculada Concepción y que subió al cielo en cuerpo y alma?».
Para los evangélicos, la Revelación Divina y la Biblia son lo mismo. Es
decir, para ellos solamente en la Biblia se encuentra toda la Revelación de
Dios.
Ahora bien: ¿Es correcta esta posición? ¿Es cierto que la Biblia
contiene todo el Evangelio de Cristo? ¿Qué dice la misma Biblia al respecto?
Además, ¿quién reunió todos los libros inspirados que constituyen la Biblia?
¿Acaso no fue la Iglesia la que recibió el encargo de predicar el Evangelio por
todo el mundo, hasta el fin de los tiempos? ¿Qué hubo primero: la Biblia o la
Iglesia?
Hermanos, en esta carta les explicaré por qué la Revelación
Divina no abarca solamente la Biblia, como piensan los evangélicos, sino que la
Revelación de Dios se manifiesta en la Tradición Apostólica y en la Biblia. Es
un tema un poco difícil, pero fundamental para la comprensión correcta de la fe
católica. Es un tema que ha sido causa de muchos malos entendidos entre la
Iglesia Católica y las distintas iglesias evangélicas.
1. La Revelación Divina:
La Revelación es
la manifestación de Dios y de su voluntad acerca de nuestra salvación. Viene de
la palabra «revelar», que quiere decir «quitar el velo», o «descubrir».
Dios
se reveló de dos maneras:
1) La Revelación natural, o revelación
mediante las cosas creadas. Dice el apóstol Pablo: «Todo aquello que podemos
conocer de Dios El mismo se lo manifestó. Pues, si bien a El no lo podemos ver,
lo contemplamos, por lo menos, a través de sus obras, puesto que El hizo el
mundo, y por sus obras entendemos que El es eterno y poderoso, y que es Dios»
(Rom 1,19-20).
2) La Revelación sobrenatural o divina. Desde un principio
Dios empezó también a revelarse a través de un contacto más directo con los
hombres, mediante los antiguos profetas y de una manera perfecta y definitiva en
la persona de Cristo Jesús, el Hijo de Dios. «En diversas ocasiones y bajo
diferentes formas, Dios habló a nuestros padres, por medio de los profetas,
hasta que, en estos días que son los últimos, nos habló a nosotros por medio de
su Hijo» (Heb.1,1-2). Jesús nos reveló a Dios mediante sus palabras y obras, sus
signos y milagros; sobre todo mediante su muerte y su gloriosa resurrección y
con el envío del Espíritu Santo sobre su Iglesia. Todo lo que Jesús hizo y
enseñó se llama «Evangelio», es decir, «Buena noticia de la Salvación».
2. ¿Cómo fue transmitida la Revelación
Divina?
Para llevar el Evangelio por todo el mundo, Jesús encargó a
los apóstoles y a sus sucesores, como pastores de la Iglesia que El fundó
personalmente:
«Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos.
Bautíncenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enséñenles
a cumplir todo lo que yo les he encomendado. Yo estoy con ustedes todos los días
hasta que se termine este mundo» (Mt. 28,18-20).
Aquí notamos cómo Jesús
ordenó «predicar» y «proclamar» su Evangelio. Y de hecho los Apóstoles
«predicaron» la Buena Nueva de Cristo. Años después algunos de ellos pusieron
por escrito esta predicación. Es decir, al comienzo la Iglesia se preocupó de
predicar el Evangelio. Por supuesto el Evangelio que Jesús entregó a los
Apóstoles no estaba escrito. Jesús no escribió nunca una carta a sus Apóstoles;
su enseñanza era solamente oral. Así lo hicieron también los Apóstoles.
3. La Tradición Apostólica
Este mensaje escuchado por boca de Jesús, vivido, meditado y
transmitido oralmente por los Apóstoles, se llama «la Tradición Apostólica».
Cuando aquí hablamos de la Tradición» (con mayúscula), nos referimos
siempre a la «Tradición Apostólica». No debemos confundir «la Tradición
Apostólica» con la «tradición» que en general se refiere a costumbres, ideas,
modos de vivir de un pueblo y que una generación recibe de las anteriores. Una
tradición de este tipo es puramente humana y puede ser abandonada cuando se
considera inútil. Así Jesús mismo rechazó ciertas tradiciones del pueblo judío:
«Ustedes incluso dispensan del mandamiento de Dios para mantener la tradición de
los hombres» (Mc.7,8).
La Tradición Apostólica se refiere a la
transmisión del Evangelio de Jesús. Jesús, además de enseñar a sus apóstoles con
discursos y ejemplos, les enseñó una manera de orar, de actuar y de convivir.
Estas eran las tradiciones que los apóstoles guardaban en la Iglesia. El apóstol
Pablo en su carta a los Corintios se refiere a esta Tradición Apostólica: «Yo
mismo recibí esta tradición que, a su vez, les he transmitido» (1 Cor. 11, 23).
Resumiendo, podemos decir que Jesús mandó «predicar», no «escribir» su
Evangelio. Jesús nunca repartió una Biblia. El Señor fundó su Iglesia,
asegurándole que permanecerá hasta el fin del mundo. Y la Iglesia vivió muchos
años de la Tradición Apostólica, sin tener los libros sagrados del Nuevo
Testamento.
4. La Biblia
Solamente una parte de la Palabra de Dios, proclamada oralmente, fue
puesta por escrito por los mismos apóstoles y otros evangelistas de su
generación.
Estos escritos, inspirados por el Espíritu Santo, dan origen
al Nuevo Testamento (NT), que es la parte más importante de toda la Biblia. Está
claro que al escribir el NT, no se puso por escrito «todo» el Evangelio de
Jesús.
«Jesús hizo muchas otras cosas. Si se escribieran una por una,
creo que no habría lugar en el mundo para tantos libros», nos dice el apóstol
Juan (Jn. 21,25).
La Sagrada Escritura, y especialmente el NT, es la
Palabra de Dios, que nos manifiesta al Hijo en quien expresó Dios el resplandor
de su gloria (Heb.1,3).
Podemos decir que sólo la parte más importante y
fundamental de la Tradición Apostólica fue puesta por escrito. Por esta razón la
Iglesia siempre ha tenido una veneración muy especial por las Divinas
Escrituras.
5. Biblia y Tradición
Después de esto podemos decir que la revelación divina ha llegado
hasta nosotros por la Tradición Apostólica y por la Sagrada Escritura. No
debemos considerarlas como dos fuentes, sino como dos aspectos de la Revelación
de Dios. El Concilio Vaticano II lo describe muy bien: «La Tradición Apostólica
y la Sagrada Escritura manan de la misma fuente, se unen en un mismo caudal y
corren hacia el mismo fin». La Tradición y la Escritura están unidas y ligadas,
de modo que ninguna puede subsistir sin la otra.
Además, la Sagrada
Escritura presenta la Tradición como base de la fe del creyente: «Todo lo que
han aprendido, recibido y oído de mí, todo lo que me han visto hacer, háganlo»
(Fil.4,9). «Lo que aprendiste de mí, confirmado por muchos testigos, confíalo a
hombres que merezcan confianza, capaces de instruir después a otros» (2. Tim.
2,2).
«Hermanos, manténganse firmes guardando fielmente las tradiciones
que les enseñamos de palabra y por carta» (2 Tes. 2,15).
Está claro que
el Apóstol Pablo, para confirmar la fe de los cristianos, no usa solamente la
Palabra de Dios escrita, sino que recuerda también de una manera muy especial la
Tradición o la predicación oral. Para el Apóstol las formas de transmisión del
Evangelio: Sagrada Escritura y Tradición, tienen la misma importancia. En
realidad, una vez que se escribió el NT no se consideró acabada la Tradición
Apostólica, como si estuviera completa la Revelación Divina. La Biblia no dice
eso; en ninguna parte está escrito que el cristiano debe someterse ¡sólo a la
Biblia! Esta es una idea que surgió entre los protestantes recién en los años
1550. En la Iglesia Católica hubo siempre una conciencia clara sobre la
importancia de la Tradición Apostólica, sin quitar a la Biblia el valor que
tiene.
6. ¿Sólo la Biblia?
Es
un error creer que basta la Biblia para nuestra salvación. Esto nunca lo ha
dicho Jesús y tampoco está escrito en la Biblia. Jesús, reitero, nunca escribió
un libro sagrado, ni repartió ninguna Biblia. Lo único que hizo Jesús fue fundar
su Iglesia y entregarle su Evangelio para que fuera anunciado a todos los
hombres hasta el fin del mundo. Fue dentro de la Tradición de la Iglesia donde
se escribió y fue aceptado el N.T., bajo su autoridad apostólica. Además la
Iglesia vivió muchos años sin el N.T., el que se terminó de escribir en el año
97 después de Cristo. Y también es la Iglesia la que, en los años 393-397,
estableció el Canon o lista de los libros que contienen el N.T.
Por
tanto, si aceptamos solamente la Biblia, ¿cómo sabemos cúales son los libros
inspirados? La Biblia, en efecto, no contiene ninguna lista de ellos. Fue la
Tradición de la Iglesia la que nos transmitió la lista de los libros inspirados.
Supongamos que se perdiera la Biblia, en ese caso la Iglesia seguiría poseyendo
toda la verdad acerca de Cristo, la cual hasta la fecha ha sido transmitida
fielmente por la Tradición, tal como lo hizo antes de escribir el NT.
Los evangélicos, al aceptar solamente la Biblia, están reduciendo
considerablemente el conocimiento auténtico de la Revelación Divina. Guardemos
esta ley de oro que nos dejó el apóstol Pablo: «Manténganse firmes guardando
fielmente la Tradiciones que les enseñamos de palabra y por carta» (2 Tes.
2,15).
7. El Magisterio de la Iglesia
La Revelación Divina abarca la Sagrada Tradición y la Sagrada
Escritura. Este depósito de la fe (cf. 1 Tim. 6, 20; 2 Tim. 1, 12-14) fue
confiado por los Apóstoles al conjunto de la Iglesia. Ahora bien el oficio de
interpretar correctamente la Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido
encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia. Ella lo ejercita en nombre de
Jesucristo. Este Magisterio, según la Tradición Apostólica, lo forman los
obispos en comunión con el sucesor de Pedro que es el obispo de Roma o el Papa.
El Magisterio no está por encima de la Revelación Divina, sino que está
a su servicio, para enseñar puramente lo transmitido. Por mandato divino y con
la asistencia del Espíritu Santo, el Magisterio de la Iglesia lo escucha
devotamente, lo guarda celosamente y lo explica fielmente.
Los fieles,
recordando la Palabra de Cristo a sus apóstoles: «El que a ustedes escucha, a mí
me escucha» (Lc.10, 16), reciben con docilidad las enseñanzas y directrices que
sus pastores les dan de diferentes formas. El Magisterio de la Iglesia es un
guía seguro en la lectura e interpretación de la Sagrada Escritura, «ya que
nadie puede interpretar por sí mismo la Escritura» (2 Ped. 1, 20).
El
Magisterio de la Iglesia orienta también el crecimiento en la comprensión de la
fe. Gracias a la asistencia del Espíritu Santo, la comprensión de la fe puede
crecer en la vida de la Iglesia cuando los fieles meditan la fe cristiana y
comprenden internamente los misterios de la Iglesia. Es decir, el creyente vive
la palabra de Dios en las circunstancias concretas de la historia y hace cada
vez más explícito lo que estaba implícito en la Palabra de Dios.
En este
sentido la Tradición divino-apostólica va creciendo, como sucede con cualquier
organismo vivo.
Este es precisamente el significado que hay que dar a las
definiciones dogmáticas, hechas por el Magisterio de la Iglesia.
Conclusión:
1. Resumiendo, podemos decir
que la Iglesia no saca solamente de la Escritura la certeza de toda la
Revelación Divina.
2. La Tradición y la Sagrada Escritura constituyen un
único depósito sagrado de la Palabra de Dios, en el cual, como en un espejo, la
Iglesia peregrinante contempla a Dios, fuente de todas sus riquezas.
3. El
oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios ha sido confiado
únicamente al Magisterio de la Iglesia, a los obispos en comunión con el Papa.
4. La Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el plan
de Dios, están íntimamente unidos, de modo que ninguno puede subsistir sin los
otros. Los tres, cada uno según su carácter, y bajo la acción del único Espíritu
Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de los hombres.
Cuestionario
A continuación se presenta este
cuestionario que puede ser útil para complementar la sesión y el estudio
personal. NO SE PUBLICA ESTO EN
FOROS
a) Los Libros de la
Biblia
¿De cuántos libros está formada la Biblia Católica y de
cuántos la Evangélica?
¿Cómo se originó esta diferencia?
¿Cuáles son los
libros canónicos y los Deuterocanónicos?
¿Por qué se llaman así?
¿Qué
aporte hacen estos libros a la Revelación?
¿Qué pasó con la Reforma de
Lutero en lo referente al número de los libros de la Biblia?
¿Qué se
confirmó con los hallazgos de Qumram?
¿Incluyen últimamente algunas Biblias
protestantes los libros Deuterocanónicos?
¿Qué sería deseable a
futuro?
b) ¿Cómo estudiar la
Biblia?
¿Cuál es la regla de oro para la interpretación de la Biblia?
¿Se pueden sacar frases de su contexto y darles una interpretación personal?
¿Qué significa interpretar la Biblia dentro de la Tradición Católica?
¿Cuál es la postura protestante?
¿En qué se basan?
¿Qué acontece al
interpretar la Biblia en forma personal y sin tomar en cuenta la Tradición?
¿Qué se espera, al respecto, del Ecumenismo?
c) La Biblia y la Tradición
¿Qué fue
primero: la Biblia o la Iglesia?
¿Qué significa la palabra revelación?
¿De cuántas maneras se reveló Dios al Hombre?
¿Qué ordenó Jesús antes de
subir al cielo?
¿Cuándo se pusieron por escrito las enseñanzas de Jesús?
¿Qué significa la palabra Tradición Apostólica?
¿Basta la sola Biblia
para la salvación?
¿Jesús fundó una Iglesia o mandó difundir la Biblia?
¿Cuál es la función del Magisterio?
Video
Presentamos este video que puede ayudar
como una pequeña introducción al tema de la Biblia.
Click aquí :
http://www.youtube.com/watch?v=gjjuZXSv
... re=related
Diapositivas
Les compartimos estas
diapositivas que pueden ayudar mucho a complementar la sesión:
El porqué: http://www.es.catholic.net/archivos/0.el_porque.pptx
¿Qué
es la Biblia?: http://www.es.catholic.net/archivos/1.q
... iblia.pptx
Unidad Cristiana: http://www.es.catholic.net/archivos/2.u
... tiana.pptx
¿Porqué soy católico?: http://www.es.catholic.net/archivos/3.p
... olico.pptx
Salvación Personal: http://www.es.catholic.net/archivos/4.s
... sonal.pptx
Jerarquía: http://www.es.catholic.net/archivos/5.jerarquia.pptx
Bilbia
y Tradición: http://www.es.catholic.net/archivos/6.b
... icion.pptx
María Madre de DIos: http://www.es.catholic.net/archivos/7.m
... _dios.pptx
Religiosidad Sacramental: http://www.es.catholic.net/archivos/8.r
... ental.pptx
Religiosidad popular: http://www.es.catholic.net/archivos/9.r
... pular.pptx
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