INVOCATIO: El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
LECTIO: Ex 17,8-13. Mientras Moisés tiene las manos en alto los Judíos reciben el don de la victoria; si las baja, el enemigo vence en la batalla... Sal 120,1-8. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. Tim 3,14-4,2. En la Escritura se encuentran todos los dones de Dios para toda circunstancia. Lc 18,1-8. Jesús enseña a orar con insistencia y sin desanimarse.
MEDITATIO: Dicen que con dinero baila el perro, pero también con amistad, reza. La oración es diálogo y el diálogo es la espina dorsal del amor. Y cuando no hay amor, se acaba el diálogo. Se puede entonces concluir que si no hay oración es porque no está el amor. El pasaje hodierno del Éxodo es formidable. La lección es brutal. O rezas o te cae la espada de Dámocles. Dios es genial. Querías dones? Los querías del cielo? Pues a hincar rodilla y a levantar manos! En la vida todo es don y todo se recibe. Y si de dones se trata, gratuitos son y el hombre no tiene derecho alguno de recibirlos. Por eso se precisa pedir y pedir sin desanimarse y pedir con insistencia y pedir para ablandar el corazón del bienhechor y pedir porque sin dones no se llega ni a la esquina. Lo pidió Moisés, acompañado de Aarón y Jur al Señor de los ejércitos ; y lo suplicó la viuda al juez intemperante; y lo solicitó Timoteo de la Sagrada Escritura. En el siglo XII, San Benito puso la civilización Europea sobre los pilares de la oración y el trabajo. Ora et labora. El trabajo sin oración se vuelve una rutina vacía y desalmada; la oración sin el trabajo es insuficiente e inoperante. La oración precisa del trabajo para encauzar todo el dinamismo que surge de un espíritu unido a Dios. El trabajo necesita de la oración para poner alma y corazón en todo lo que se hace. El refranero español lo ha expresado así: “A Dios rogando y con el mazo dando”. El equilibrio es perfecto. Ni sólo oración ni sólo marro. La enseñanza de Jesús aportada en el Evangelio, por lo demás, tiene la peculiaridad de convencer al creyente de que existen infinidad de ocasiones en las “no se puede más”. Pero precisamente porque “ya no se puede” nada mejor que ir al que “todo lo puede” y depositar ahí el cincel y el martillo… Es la escena más común en el escenario del planeta Tierra. “Ya no puedo con mi marido y he decidido dejarlo”. “Ya no puedo con mi esposa y opté por separarme”. “Ya no podemos tener más hijos y optamos por la esterilización”. “Ya no podía más con el jefe y renuncié al trabajo”. “ Ya no podía con la universidad y claudiqué”… El denominador común es: “ya no podría más”, la conclusión, tirar la toalla. Pero ¿qué tal que se usa el recurso bíblico? Ya no puedo más, pero me pondré piedras debajo de los brazos para mantenerlos en oración. Ya no puedo más con la arrogancia del juez, pero me atrevo a insistir para que me haga justicia. Ya no puedo más, pero el auxilio me viene del Señor que hizo el cielo y la tierra. Precisamente porque yo no puedo, iré con el dador de todo don, iré con el que todo lo puede, iré con mi padre y le diré: ya no me llames como hijo, trátame como uno de tus empleados.
ORATIO: Señor, confío en ti pero no puedo más. Ahí te dejo este paquete, no me rindo, pero sí pido tu auxilio. Yo pongo todas mis fuerzas en el trabajo y toda mi confianza en ti. No he de tirar la toalla. Haré lo que sea, aunque tenga que llegar arrastrándome. Me llamaste tú y aquí estoy; me encomendaste una misión y sé que cuento contigo.
ACTIO: Ponte de rodillas cuando te duele la cabeza de tanto problema y Dios te escuchará. Ora cuando estés deprimido y encontrarás alivio y compañía. Suplica ayuda sobre todo cuando ya no puedes más. Vuelve al Padre de misericordia cuando has caído en adicciones. Demuestra al mundo que tu Dios es más grande que tus problemas. Dios, sólo Dios. No digas: “no puedo más”, di todo lo que puedes con el auxilio del Señor.
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