viernes, 25 de octubre de 2013

Tiempo de gracia


INVOCATIO: Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
LECTIO: Rom 6,12-18. Ya no estáis bajo la ley sino bajo la gracia. No pongáis vuestros miembros al servicio del pecado, sino ofreceos como instrumentos de justicia. Sal 123,1-8. Nuestro auxilio es el nombre del Señor. Lc 12,39-48. A la hora que menos penséis viene el hijo del hombre. Al que mucho se le confió, más se le exigirá.
MEDITATIO: Magistral la carta de Pablo a los romanos. Densa y enjundiosa como un pozol tabasqueño, dulce y amable como un manjar chileno. Ya no está el hombre bajo la ley de Moisés; implacable, cuadriculada y justiciera. Está bajo la gracia de Dios; puntual, sorprendente, misericordiosa. La justificación que trae Cristo al mundo sobrepasa todo pecado, pero deja al descubierto las mismas inclinaciones de antaño al pecado. El ser humano en el siglo XXI nunca tuvo tan fácil pecar. Cortejado por las lisonjas del placer y de la moda, acosado por lo moderno y electrónico y temeroso de la inseguridad, la palabra de Dios lo llama a lo esencial. Un día morirás, se acerca el fin de los tiempos, del ajuste divino de cuentas no se escapa nadie, vendrá otra vez el Señor a juzgar a vivos y muertos. Pero tal vez como sucedía a los antiguos romanos, el hombre de hoy vive del adagio romano: come y bebe que luego moriremos. A pesar de las enfermedades mortales y crueles, el hombre siempre piensa en la muerte como algo muy lejano. La noche es joven, diviértete. Hay más tiempo que vida y el tiempo  siempre espera, se dice. En cuanto al juicio, ni se piensa ni se teme. El Evangelio propone dos modelos de conducta. El administrador que cumple y está listo para rendir cuentas a la vuelta de su amo. Y otro que es irresponsable y se imagina muy remoto el regreso de su señor y se llena de ínfulas autoritarias para maltratar a los subalternos. Es una alusión clara al que no toma en serio la vuelta de Jesús al mundo. Continúa en bajo fondo el tema de ayer. La vigilancia, la responsabilidad sobre la vida y los dones recibidos. El lenguaje simbólico del evangelio hace pensar en el tiempo, el tiempo que inicia trabajoso en el parto y termina lastimero con la muerte. El tiempo incierto pero señalado. La duración del tiempo que escapa a la libertad, y sin embargo el don más preciso y valioso que tiene. El tiempo como don prestado del cual se rendirá cuenta en fracciones de milisegundo. El cronómetro que da inicio a la carrera de la vida y anuncia la meta con banderas de triunfo o lágrimas de derrota. El tiempo de la infancia alegre y traviesa. El tiempo de la juventud rebelde y soñadora. El tiempo de la adultez visionaria y atrevida. El tiempo de la madurez experta y generosa. El tiempo arrebatado por un accidente o un disparo. El tiempo impaciente y lento en una sala de espera. El tiempo nervioso y estresante en una aula de juicio. El tiempo de llegar a casa cansado y esperado después del trabajo. El tiempo de abrazar a la novia romántico y ansioso. El tiempo de pedir prórroga en un partido contendido. El tiempo de dar cuentas de cada segundo ocurrido ante Jesús, amo y señor de la historia. Tiempo de pisar el freno. No hay más tiempo. No es para temer, es la hora de la misericordia. Pero sí es para tener en cuenta. No siga el hombre en la entrega impune de sus miembros al pecado y a la muerte. En la plenitud de los tiempos vino la justificación. Al final de los tiempos vendrá la luz. Es tiempo de gracia.

ORATIO: Señor Jesús, ven a mi vida, ven tú. A veces me parece vivir en un mar de dones, en un banquete de bendiciones, pero no te siento a ti. Ven, Señor Jesús. Es tu turno, es tu vez, es tu tiempo. Sé que vendrás al final de los tiempos, pero sé también que ya has venido y estás presente en tu Palabra, en los sacramentos, en la caridad a mi hermano. Ya no te pido nada, sólo sentir tu presencia, saberme acompañado, experimentar tu amistad. Ven Señor Jesús, Maranatha.

CONTEMPLATIO:  tiempo de gracia Image and video hosting by TinyPic

ACTIO: Ejercicio de percepción. Jesús vendrá como Juez y Señor, pero ya está aquí como gracia y misericordia. Entonces será inapelable, ahora es don y paciencia, amor y perdón. Palpa y percibe cómo se hace Él presente en tu día en forma de don, talento, bendición, caridad, sonrisa, perdón. Siente a Jesús. Siente su amistad y cariño. Siente sus luces, sus finas llamadas de atención. Siente su presencia en los nacimientos y en los decesos. En la salud y en la enfermedad. En lo religioso y en lo ateo. En la alegría de la fiesta y en el dolor de un engaño.  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario