jueves, 24 de octubre de 2013

Ser o no ser


INVOCATIO: Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
 LECTIO: Rom 6,19-23. El pecado paga con la muerte, mientras Dios regala la vida eterna. Sal 1,1-6. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor Lc 12,49-53. Jesús ha venido a traer fuego a la tierra. No paz sino espada de división. 
MEDITATIO:  Continúa la reflexión sobre la contraposición entre la ley antigua y la fe en Cristo, la esclavitud del pecado y la liberación de la gracia, la inmoralidad del siglo y la justicia del Hijo de Dios. Toda la carta a los romanos habla de una realidad dominada por el pecado pero transformada con la venida del Hijo de Dios. San Pablo quisiera que el desamor del mundo de antes desapareciera por completo y surgiera, a cambio, el nuevo orden, la nueva ley cristiana del amor. Es como si hablara para este siglo y para los habitantes de todo pueblo y nación. Y es que esta sociedad no descansa sobre el amor. Rige el paradigma antiguo. Sólo hace falta abrir cualquier periódico para advertirlo. Si viniera un extraterrestre, observaría tal vez, que el aquí y el hoy lo rige la materia sobre el espíritu, el egoísmo sobre el amor, los anhelos de la tierra sobre los del cielo. Es tan fuerte que Pablo llega a sostener que los miembros del cuerpo han cedido, como esclavos, a la inmoralidad. Sólo una fuerza cósmica, un poder sobrehumano podría cambiar las cosas. Esa fuerza, para Pablo, existe, se llama Cristo Jesús. El ha venido a prender un fuego sobre la Tierra, capaz de purificar y regenerar la creación entera. Como se purifica el oro en el fuego del crisol. Es el fuego del bautismo que borra el pecado de origen. No es el fuego destructor y devastador, es el fuego que limpia y cauteriza. Pasar la humanidad entera por el fuego del bautismo, arrasar con todo pecado e iniquidad. La tarea es brillante, pero ¿cómo hacerlo? Resuena por todos los paraderos y rincones: ir por todo el mundo y bautizar a toda creatura… Es un fuego que arde en el corazón de Jesús. Pero.., hay un “pero”. No se puede pasar a cuchillo la libertad. Están las lisonjas del siglo en fuerte oposición, fuerzas y poderes tan persuasivos que han logrado acaparar y agarrar gran parte de esta humanidad. Eso explica la división de la que habla Jesús. No ha venido a traer paz, no. Las cosas no se quedan como si nada en manos del maligno. El Señor Jesús ha pagado una factura muy alta pero ha prendido fuego al mundo. Ya fraguó la división. Los de Cristo y los del mundo. Los que siguen el estilo de Cristo y los que prefieren la marca del mundo. Se armó la gorda. La división se extiende a todos los países, clases sociales, géneros y familias. Los llamados cristianos prenden el fuego del amor y no gusta, porque quema las andanzas egoístas y placenteras. El Padre contra el hijo y la hija contra la madre. Los yernos y las nueras contra las suegras. El cristianismo conformado en todas sus denominaciones apenas alcanza los dos mil millones de integrantes, una tercera parte en el pastel de las religiones. Quedan por verificarse las palabras de Jesús de Nazaret. “Y habrá un solo rebaño y un solo Pastor..” Jn 10, 11.

ORATIO: Jesús, pongo toda mi confianza en ti; muéstrame tu camino e iré hacia ti. Indícame el sendero que lleva a la justificación. Prende mi corazón con tu amor para que arda en lo que tú quieres y queme a ceniza lo que no es de tu agrado.

CONTEMPLATIO:  Ser o no ser Image and video hosting by TinyPic

ACTIO: Ejercicio de celo apostólico. Jesús ha traído un fuego que purifica y también divide. ¿Me importa que ese fuego arda? ¿Quiero y hago de todo para que arda? Tal vez no quiero complicaciones y me quedo en una cómoda omisión. No hacer nada para que Cristo reine, omitir lo que podría hacer para que sea más conocido y amado. Sugerencias: Enrolarme en algún grupo parroquial de catequesis o pastoral.  Buscar que la gente me identifique y me “distinga” como uno que pertenece al discipulado de Jesús.

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