jueves, 17 de octubre de 2013

Montañas


INVOCATIO: Ojalá escuchen hoy la voz del Señor. ¡no endurezcan el corazón!
 LECTIO: Hab 1,2-3;2,2-4. El justo vive de su fe. Sal 94,1-2.6-7.8-9. No endurezcan el corazón, escuchen la voz del Señor. Tim 1,6-8.13-14. Vive con fe y guarda este precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo. Lc 17, 5-10. Los discípulos piden a Jesús que les aumente la fe. Jesús les hace ver el carácter obediencial de la fe.
MEDITATIO: Se suele decir que “querer es poder”; en el siglo de lo contante y sonante, tal vez sea apropiado gritar “creer es poder”. A punto de concluir el año de la fe, la liturgia despliega todo el abanico de la fe. La fe como audacia de confiar ante la desgracia que sea. La fe como la verdad que Dios ha manifestado y sólo porque Él la ha manifestado y no podría engañar a nadie. La fe como el sentido de la vida, pues sin brújula se pierde el camino. La fe como un estilo de conducta y modo de proceder en todo. La fe como escucha y obediencia a Dios. La fe como luz en la oscuridad. El justo vive de la fe. En el lenguaje de la Sagrada Escritura, hablar del “justo” es referirse al conocedor y observante de la ley, por eso el justo vive de la fe, de la confianza en su Dios, a pesar de las desgracias humanas, las enfermedades mortales, la violencia a la puerta de casa, las catástrofes naturales. La fe, entonces, se vuelve certeza de lo que se espera y convicción de lo que no se ve.  ¿Cómo creer cuando ha muerto Ana Paula a los 3 meses, cuando un tsunami barrió con poblaciones enteras en Indonesia, cuando una jeringa contagió con sida a Don Pedro? Por otra parte es conmovedora la petición que los discípulos hacen a Jesús: “Señor, aumenta nuestra fe”. Pedro, Santiago, Juan y los otros habían visto cualquier cantidad de milagros como la multiplicación de cinco panes y dos peces para alimentar a 12,000, curaciones de endemoniados, paralíticos, ciegos, prodigios como la tempestad calmada o la moneda para pagar en la boca de un pez. Pero detrás de la cortina, el Señor les acaba de anunciar la pasión y la muerte. Y eso francamente no puede ser posible. Y es tal el desconcierto, la confusión y la decepción, que mejor piden aumento de fe. El salario no alcanza. Por lo menos un alza del 10 por ciento. ¿Cómo es eso del Hijo de Dios entregado a la muerte? ¡Con lo bien que va todo! Muchedumbres en todas partes, plazas llenas, hospitales cerrados. Un gran profeta ha surgido en el pueblo. Y de repente cortaron la luz, se asomó la muerte. Jesús consuela a los discípulos y les hace ver que en cuestión de fe, bastaría el tamaño de una semilla de mostaza para mover montañas. ¿Exagera o es neto? Tal vez la historia pueda responder la pregunta. Millones de mártires por la fe. Por la fe han surgido en todo el planeta hospitales, lazaretos, orfanatorios, comedores para los más olvidados. No hay que ir a Calcuta para verlo, están en cada metrópoli hiperdesarrollada; son milagros de la fe. Universidades, academias y escuelas de todos los tipos surgidas del “yo creo, pero aumenta mi fe”. Misiones y cruzadas en los lugares más remotos del planeta, esfuerzos titánicos de caridad por el hombre, siguen en pleno siglo XXI bajo el estandarte de la fe. Creer es poder. No hay apenas nada que no pueda realizar en nombre de Dios, un creyente.

ORATIO: Señor, creo en ti pero aumenta mi fe. Confío en ti pero no me dejes ceder a la incredulidad ante los avances del enemigo. Es una tentación saber que ellos no creen y son ricos, prósperos, están sanos, nada les falta. Aparta de mí la desconfianza y dame hoy aumento de fe. No me importa ser pobre, ni fracasar, ni estar enfermo, pero dame la luz para saber que estás conmigo. Yo sólo creo y quiero creer en Ti.

CONTEMPLATIO:  Image and video hosting by TinyPicMover montañas

ACTIO: Ejercicio de fe a toda prueba. Creer es escuchar primero; escucha a Dios, pon el oído atento para saber qué quiere de ti. Creer es aceptar. Aceptar una palabra y una misión, cualquiera que sea, que viene de Él; conocer tu misión en la vida y aceptarla es creer. Creer es obedecer. Obedecer porque lo dice Dios, porque lo pide Dios. Obedecer cuando lo manda a través de la Iglesia. Conocer y leer el programa de la Iglesia en estos tiempos es creer.

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