viernes, 11 de octubre de 2013

Dios no tiene religión


INVOCATIO: El Señor nos cuidará como pastor a su rebaño. 
LECTIO: Zac 2, 5-9. 14-15. El profeta subraya que Jerusalén es ciudad para todos y en medio habitará Dios mismo. Jer 31, 10-12. 13. Lo guardará como un pastor a su rebaño. Lc 9, 43b-45. El mesianismo de Jesús queda oculto para los discípulos. Se trata de un Mesías que salvará con su oblación.
MEDITATIO: Un Dios de todos los tiempos y para todos los hombres es un escándalo. La idea de una religión en exclusiva siempre ha sido codiciada, especialmente si el Antiguo Testamento subraya tanto a un pueblo privilegiado de Dios. Puestos a sacarle la medida a Dios, no alcanza ninguna cinta métrica y termina la faena en un Dios sin medida. Desde los orígenes de la humanidad distintas deidades se han debatido la exclusividad. Que si la luna, que si el sol o el viento o el mar. La guerra de dioses se acabó con la venida de las grandes religiones monoteístas. Pero lo que nunca se ha dado por terminado son los cotos privados de la religión. Ahí está Jerusalén, la ciudad santa hecha mercado, levantada en piedra y liviana como el algodón, aparentemente inexpugnable pero agujereada más que un queso gruyere. El profeta Zacarías describe al medidor de la ciudad de Yahvé. ¿Cuánto mide? La respuesta no se hace esperar. Ni está cerrada ni tiene propietarios; es de todos y para todos. Las fronteras las delinea el Señor, las naciones todas con Él vendrán a habitar en medio de Jerusalén. ¿De qué color es la piel de Dios? De blanco y negro, de amarillo y de rojo ¿A qué tiempo pertenece? A todo tiempo, prehistoria, edad antigua, media, moderna, contemporánea y futura. Al tiempo de paz y de guerra; de bonanza y de crisis. A la hora de nacer y de morir, de sanar y enfermar, de gozar y padecer. Es Dios de todos los tiempos ¿Dónde habita? ¡Ahí! La mejor respuesta. Está AHÍ, más allá del momento, del suceso, de la situación, con cada uno en la amistad, con cada familia en la unión, y con cada comunidad en la comunión. Está ahí en todo hombre, en espera humilde, de ser advertido. Está ahí en la sala de la gran alegría y gozo como en la celda de la gran amargura, caos, desconcierto, pena, dolor, soledad. Está aunque nadie se dé cuenta, aunque nadie dude, aunque alguno afirme que no está, aunque la indiferencia y el olvido lo manden al rincón. Él siempre está y estará ahí. En el templo, en la plaza, en la disco, en el aula, en el cinema, en la cocina y en la sala, en la carretera, en el mar, la montaña o el bosque.  Está en el buenín y en el delincuente; en el “mocho” y en el mal portado; en el vidente y en el seco, en el cura y en el laico, en el libre y en el preso, en el santo y en el criminal. O sea que Jerusalén es todo el planeta y el pueblo elegido todo país. No es propiedad privada de nadie. Es de todos y para todos. No tiene religión. Los Judíos esperaban un Mesías lleno de poder y majestad. Un pacificador y justiciero que reivindicara al pueblo de Israel. Un liberador invencible que haría justicia al pueblo elegido. A cambio llegó un siervo doliente, un crucificado, un maniatado. ¿Con qué metro se le mide? Este Mesías libera pero queda preso; redime pero se juega el cuello; perdona pero es condenado; rescata pero cae en la trampa; reconcilia pero piden su cabeza; regala a Dios, pero es abandonado a la muerte. Así y sólo así es Mesías de todos.

ORATIO: ¡Qué escándalo! ¿A dónde fuiste a parar? Creí que te encontraría en el cielo y estás en la tierra, en el Santuario y estás en la calle, con los buenos en el banquete y estás en comidilla con los pecadores, en el bienestar y estás en la cruz, en el silencio de mi habitación y estás en el bullicio de la pandilla, en el tormento del enfermo, en la angustia de la víctima, en el escrúpulo del pecador, en el grito del mendigo.

CONTEMPLATIO:  Dios no tiene religión
ACTIO: Ejercicio de percepción de Dios. Repasa todas las instancias, situaciones, lugares, citas, negocios, estudios, momentos que tendrás a lo largo del día. Hazte a la búsqueda y localización de Dios en cada uno de estos eventos, pensamientos, conversaciones, sentimientos. Dios es de todos los tiempos, lugares y personas. 

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