INVOCATIO: El Señor gobierna el orbe con justicia
LECTIO: Jl 1,13-15;2,1-2. Joel anuncia el día del Señor, el día del juicio. Sal 9,2-3.6.16.8-9. El Señor gobierna el orbe con justicia y juzga con rectitud a las naciones. Lc 11,15-26. Jesús no puede echar a los demonios con el poder de Belcebú, porque entonces el reino está dividido y lucha contra sí mismo. Cuando un hombre bien armado hace guardia en su palacio, sus bienes están al seguro.
MEDITATIO: Joel es un profeta de malos agüeros. Un tipo pesimista y negativo que anuncia “el día del Señor”. Será con seguridad un día apartado para el juicio universal. Ya se ha sentado en su trono para juzgar. Nada ni nadie escapará a la vara de su justicia. Y muchos, en su tiempo, se pusieron a temblar. Y es que, como dice el Salmo 9, el Señor juzgará el orbe con justicia implacable y destruirá al impío y borrará para siempre su apellido. Sin embargo, las notas catastrofistas y terribles contrastan con un hecho admirable y bondadoso: vendrá el Señor y pondrá paz a esta tierra. Su justicia no es destructiva sino constructiva. Viene a pacificar y a justificar, no a arrasar y condenar. El sentido y la nota conclusiva del mensaje profético de Joel es el fin de la cautividad de Israel y los innumerables beneficios con que Dios habría de colmar a su pueblo elegido. De ese modo, “el día del Señor” se torna amable y esperanzador. Nadie podría vivir con la perspectiva inminente de un juicio vengativo y terrible. 7 siglos después vino al mundo el Hijo de Dios y los judíos sumidos en un bosque de profetas y jueces, calamidades y triunfos, derrotas y exilios, ángeles y demonios, ya no saben en dónde están parados y desconfían de Jesús. No niegan el poder que tiene porque han visto cantidad de veces cómo se someten los espíritus y no hay enfermedad que se resista al poder del Señor. Lo que les inquieta es el origen de la destreza y el poder del carpintero de Nazaret. La conclusión desatinada y pícara es achacarle un vínculo con las mismas fuerzas de Belcebú. Si así fuera, argumenta el Maestro, el reino de satanás no permanecería en pie, pues una guerra entre demonios, terminaría en destrucción. El pasaje evangélico muestra por anticipado lo que sucederá en el gran día, el día del Señor, el día del exterminio del mal y el imperio definitivo de la bondad de Dios. Mientras tanto, ayuda seguir el consejo de la abuela. Nada le preocupa; vive cada día como si fuera el último, como si fuera el primero, como si fuera el único. El sosiego del último, el ímpetu del primero, el brillo del único. Así es el ritmo de una existencia a la católica. En el siglo XXI, el mítico Satán está más presente que nunca. Ha cambiado estrategia y también imagen. No se mueve para salir bien en la foto. Pasa desapercibido y le fascina que la gente niegue su existencia. Eso abre las puertas de par en par y como no existe, se baja la guardia. El león ya no ruge, aprendió el sigilo de la gacela y la liebre. El león ya no peina su cabellera en oro, aprendió la metamorfosis de los reptiles. En silencio y confundido entre la maleza le será más fácil cazar no al más débil sino al más apetitoso. Por eso es sabio el consejo de la abuela. Vivir el día como si fuera el primero, como si fuera el último, como si fuera el único. Receta para una longevidad en paz y para la mejor guardia.
ORATIO: Jesús, he escuchado que me quieres profeta del buen ánimo. Veo mucho desaliento en mi mundo; repetiré tu voz para levantar y construir; nunca más el desánimo y la congoja. Iré a mis hermanos para liberar y sanar, para reconstruir y alentar. Gracias, Dios mío, por imponer tu mano sobre mí y echar fuera de mi vida los malos espíritus.
ACTIO: Ejercicio de vigilancia. Es conocida la estrategia del enemigo: desanimar por caídas frecuentes, convencer de la ineficacia y esterilidad del momento, hacer claudicar. Vigilar y orar para no caer en tentación. Atento al desaliento y a la depresión. Actúa, emprende, ora. Más motivación, más exigencia, más disciplina, más gozo interior. El que vigila, vigila con el Señor.
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