viernes, 4 de octubre de 2013

¡Evangelización en marcha!

INVOCATIO: No estén tristes pues el gozo en el Señor es su fortaleza.

 

LECTIO: Neh 8,1-4.5-6.7-12. Todos se reúnen ante la puerta del agua para explicar la ley del Señor. Sal 18, 8-11. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.Lc 10, 1-12. La mies es mucha y los obreros pocos. Instrucciones a los discípulos para ir de misión.

 

MEDITATIO: La liturgia hace pensar en Familia y juventud misionera. Miles de seglares en marcha por caminos de selva y polvo para llevar a Jesús a los hogares más lejanos. Nehemías narra un encuentro emotivo y cálido del pueblo de Dios, después del destierro. La gente se reúne para escuchar y meditar la palabra del Señor ante el portón del agua, en Jerusalén. Es una reunión de todos en comunidad. Es una junta para tomar conciencia de la Palabra. Es una asamblea para adorar al Señor y para explicar la Escritura. Están presentes el Gobernador, los sacerdotes, los escribas, los levitas, el pueblo entero, todos. El Espíritu del Señor estaba ahí para iluminar y hacer inteligibles las Escrituras. Después de la celebración de alabanza al único Dios, el pueblo decide y motiva “el envío” de los presentes para aprovisionar a los que no tienen. Se trata de un día consagrado al Señor, que rechaza toda tristeza y acoge el gozo de Dios que es fortaleza para el pueblo. En pocas líneas, el profeta Nehemías ha trazado la esencia del profetismo, todo un programa de lo que hoy se llama “la nueva evangelización”. Reunión en torno a la Palabra, celebración, concientización, misión. En este marco referencial arranca el Evangelio de hoy. Como es sabido, Lucas escribe para los gentiles, lo que le hace tener una preocupación misionera. “Designó el Señor a otros setenta y dos y los mandó por delante de dos en dos, a todos los pueblos y lugares. ¡Pónganse en camino!”, -les dice-, ¡en marcha! “que la mies es mucha y los campesinos pocos”. Lucas se ha asegurado bien de poner en el envío no sólo a los doce del colegio apostólico, sino a los 72 discípulos. La misión es un imperativo, es una vocación para todos los discípulos. Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio. En pocas palabras cualquier persona que lea el pasaje de Nehemías junto con el de San Lucas, sentirá el gusanillo interior de reunirse en torno al Evangelio, celebrar la presencia sacramental del Señor Jesús, tomar conciencia de la vocación de anunciar y salir en misión de evangelizar. La misión no es sólo para el clero, es una prerrogativa de todo bautizado. El Evangelio es de todos y no es propiedad privada de nadie. La buena nueva no tiene copyright. El Espíritu Santo es dado al sacerdote y al seglar, al anciano, al joven y al niño, al catequista y al lego, al hombre de negocio y al ama de casa. La liturgia de hoy es como un himno para poner a todos en marcha. Urge a la Iglesia en el siglo XXI tomar conciencia de la escasez de recursos humanos y favorecer la misión evangelizadora de los fieles. En no pocos sectores se identifica a la Iglesia con los Obispos y el clero, cuando la Iglesia es cada bautizado. De igual modo, la Evangelización no la realiza sólo el clero, sino todo aquel que tiene por apellido el ser cristiano. La tentación del clericalismo es fuerte pero Jesús pone a todos ¡en marcha! No se trata de salir a cazar demonios, ni remplazar la predicación del cura, sino de hacer a Dios manifiesto y cercano en la vida ordinaria. Todo mundo en marcha.

 

ORATIO: Señor Jesús, he escuchado tantas veces que me llamas y me invitas a misionar, a evangelizar. Hoy ha resonado con mayor potencia. Heme aquí Señor, mándame. No sé si soy el más adecuado, el más docto, el más locuaz, pero me llena de ilusión anunciar y gritar que aquí estás. Me pondré en marcha por las montañas y valles para acercar tu Evangelio a todo lugar.

 

CONTEMPLATIO:  ¡En marcha! Image and video hosting by TinyPic

 

ACTIO: Evangelizar y Misionar. No es tarea de semana santa o Navidad. Es todo tiempo y para todo lugar. Es llevar a Dios a todas partes y volverlo accesible y cercano para todos. Llevarlo a casa, a la universidad, al trabajo, al centro comercial, a la calle y al campo. Ser Evangelio para el otro. Ser otro Cristo, es decir comportarme como Cristo, con caridad, bondad y sencillez.

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